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Irene Pérez: «La insularidad dificulta la organización de la Feria del Libro»

La presidenta de la Asociación de Libreros de Las Palmas, Irene Pérez, asiste en Madrid a una jornadas en las que hablará sobre el caso especial de las Islas

La presidenta de la Asociación de Libreros de Las Palmas, Irene Pérez, ayer, en la Feria del Libro. | | LP/DLP

La presidenta de la Asociación de Libreros de Las Palmas, Irene Pérez García, señala que «La insularidad dificulta la organización de la Feria del Libro de Las Palmas». Pérez, que hoy asiste a un encuentro de Ferias del libro de España celebrado en Madrid donde hablará de estos problemas organizativos, afirma que en «la dificultad de organizar una feria del libro en un archipiélago hay muchos factores que hay que tener en cuenta» porque «para todo dependes de los medios de transporte, avión o barco».

En primer lugar, sobre el avión, Pérez afirma que para los autores es una dificultad para encajar de la mejor manera posible estas presentaciones en sus agendas. «En particular, el archipiélago canario está a tres horas de avión de media desde la Península, y si tenemos en cuenta el tiempo que pasan en el aeropuerto suman como mínimo cinco o seis horas de viaje, más otras tantas de vuelta por lo que ya tienes un día entero desaprovechado».

Eso si todo sale bien, «porque si la compañía aérea cancela un vuelo o cambia el horario, aunque sea de poco, adiós al encaje de bolillos que habías planeado». Por este motivo, en las ferias que se celebran en las islas «no consideramos un autor confirmado hasta que no se compra el billete de avión». Pero, aún así, una vez hecho, «en muchas ocasiones hay que realizar cambios de billete, que cuestan dinero». A todo esto hay que sumar también como mínimo una noche de hotel para todos los autores que provienen de fuera de las Islas lo que provoca que «el presupuesto acabe por las nubes solo con los autores.

En cuanto al segundo punto, el barco, Irene Pérez asegura que dependemos del barco para la mercancía. «En Canarias tenemos almacenes, pero la mayor parte de editoriales y distribuidores están en la península». Por lo tanto, «los barcos salen normalmente una vez por semana. Y por ese motivo, de media, un libro tarda unos siete días en llegar» y, como siempre, si todo sale bien.

En el caso de que dicho libro no lo tenga disponible el distribuidor «ya pasan a ser catorce días y no hay nada que puedas hacer». La presidenta recuerda que «no tenemos IVA, pero gracias al régimen fiscal diferente tenemos aduana, «con una nueva normativa que nos lo está poniendo complicado con gastos de envío más altos porque Canarias se considera envío internacional».

Irene Pérez también recuerda que hacen los pedidos mínimos, para que la distribuidora asuma dichos gastos, que son más altos. Si tenemos en cuenta todos estos factores hay que sumar los quince días mínimos para que lleguen los pedidos de libros para la feria, una semana de margen para que los libreros puedan dar de alta la mercancía, ordenar las cajas, etc. Otra semana para realizar dichos pedidos y que los comerciales tengan tiempo de gestionarlo, «ya nos sale que hay que tener el programa definido con un mes de antelación y hasta ahora no conozco ningún evento de tal magnitud que tenga el programa cerrado con tanta anterioridad». Tienen que cuadrar los horarios de toda la gente.

Nuevas carpas

Irene Pérez, que también dirige la Librería Papelería Universal, en la calle Daoíz, 27, señala que los libreros ha sugerido listados de autores a la organización y la creación de carpas nuevas este año como la de infantil y juvenil que han incluido por primera vez. «Cada vez hay más librería que apuestan por el cómic y el manga, hasta el punto de que yo como librera de literatura infantil estoy trayendo mangas para niños de seis años», señala. Otro servicio que aportan los libreros es el de recomendar los libros, la educación y el acompañamiento emocional de los niños a través de la literatura por debajo de 18 años.

La librería Daoíz concretamente, que tiene una historia de 37 años, ha cambiado su línea en los últimos dos años en ese sentido. Y un punto importante a destacar es que no existe casi competencia en este sector. «Los libreros colaboramos entre nosotros porque el sector del libro es un gremio que tiene muchos problemas, aparte de que son negocios familiares e intercambiamos títulos», añade. «Con la llegada de la Casa del Libro, en vez de afectarnos sumará otro punto».

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