El ladrillo se convirtió en uno de los grandes males de la sociedad española de finales de los 2000. Una burbuja inmobiliaria, una construcción desmedida, una crisis económica que arrastró la destrucción masiva de empleo y, de repente, cuando parecía que todo había pasado: una pandemia que juega al escondite instalándose en pisos medio vacíos y alquileres atados por zonas tensionadas. La arquitectura, entonces, ¿qué significaba para los descreídos que miraban las grúas paralizadas?

La respuesta está en la generación que creció, estudió y enfrentó los sinsabores de una profesión que dibuja la estructura tangible de la sociedad y que, en la actualidad, conforma las propuestas de la convocatoria Ecosistemas.Zip, donde destaca el colectivo À la sauvette compuesto por Ernesto Ibáñez, Pablo Castillo y Héctor Suárez, tres canarios seleccionados entre los 60 estudios finales.

La iniciativa muestra la "nueva arquitectura" en España en la sala de exposición Amadís, en Madrid, después de haber revisado más de 700 ideas enviadas por parte de 300 estudios. De esta forma, el Instituto de la Juventud vertebra un diálogo al que se han sumado los jóvenes de 28 y 27 años que viven desperdigados por el mundo. En una llamada telemática, cada uno contesta desde Berlín, Cambridge y Sevilla. "Entre las cuestiones que nos definen, enfocamos nuestros proyectos desde los márgenes, por lo que son pocos convencionales al investigar la relación entre los espacios y cómo la gente se relaciona con ellos", detallan. También, la conexión entre los arquitectos de distintos ámbitos y con la sociedad misma hace que sus planteamientos cobren sentido al ser parte de una escucha activa de las necesidades de una ciudadanía en transformación.

El corpus teórico está plasmado en las últimas incursiones que enviaron a Ecosistemas.Zip: The garden of Attractor Sounds, una instalación interactiva acústica expuesta en Berlín donde la sincronía de la multitud daba una experiencia única acerca del concepto de la fiesta; también, La sal para todos!, en el que trabajaron la rehabilitación y la conexión entre las salinas y la zona industrial de Arrecife; y, finalmente, Bailar La Ciudad, una investigación acerca de la identidad canaria que se construye mediante la celebración en los espacios públicos.

Exposición de Ecosistemas.Zip en la Sala Amadís, en Madrid, donde participa À la sauvette. Ernesto Ibáñez

La cita define al conjunto bajo el aura de la precariedad. Un adjetivo, un sustantivo, un adverbio, constante en la definición de los tiempos que atraviesan estos arquitectos que deciden, una vez más, mirar hacia el territorio que los vio nacer con el compromiso de entenderlo, de experimentarlo, y de que sea ejemplo allá donde se encuentren, "sí estoy de acuerdo con que la precariedad es una losa personal y no es casualidad que los tres nos encontremos fuera de las islas, probablemente, la distinción de esta generación sea el contexto socioeconómico". "No podemos enfocar nuestra práctica como hace veinte años cuando al terminar la carrera se fundaba un estudio y empezaban a construir", explican Ibáñez, Castillo y Suárez. "Realmente, los colectivos de esta convocatoria han construido poco o nada y, en todo caso, se dedican a una práctica híbrida, ya que tenemos que ampliar los focos, tocar más palos, juntarnos con más asociaciones e intentar crear entre unos y otros oportunidades".

Otros estudios con presencia canaria han sido Ofmake, Oficina de Innovación Cívica y Casa Antillón, con quienes comparten ese compromiso por el cual la disciplina ha de retomar su papel inicial al margen de la huella que aún persista, en el Archipiélago, por ejemplo, "el turismo, la especulación y el dinero": "A mí me alegra que la profesión ya no está enfocada al ladrillo, pero los arquitectos y los agentes implicados en la ciudad han de hacer un esfuerzo para que vuelva a ser socialmente relevante, por lo que es momento de escuchar a la gente y ver qué se puede hacer para solucionar diferentes problemas". Mientras, preparan las conclusiones de Bailar La Ciudad con la certeza de que se está desarrollando en Canarias una escena artística destacable. "Antes nos dejábamos deslumbrar por las tendencias de fuera y ahora nos gusta ver qué es lo que está ocurriendo aquí, no como tema en sí, sino que terminamos relacionándolo".

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Están satisfechos. Rezuman a distancia la compenetración de quien se entiende tras años aunando esfuerzos por un compromiso común. Después de conocerse en la carrera emprendieron caminos distintos y, como ríen, ellos mismos inventaron las reuniones telemáticas. Desde los chats a las llamadas vía Zoom, intuyen que esto sigue proyectándose hacia un futuro inesperado, pero no por ello menos tentador.