Un foco ilumina a Joan Manuel Serrat mientras el público permanece de pie. La ovación se prolonga y el mítico cantante catalán promete que esta será la última vez que lo vean sobre las tablas, aunque sabe, en el fondo, que nunca dejará de estar en ellas. Ayer, durante su actuación en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria dentro de su gira de despedida El vicio de cantar, volvió a mostrar cuáles son las características y los dones de un artista que ha estado por y para esta sociedad durante la última media década. Después de la cita en la capital grancanaria repetirá el martes, 21 de junio, en el Auditorio de Tenerife, finalizando así su periplo por las Islas y dejando atrás el recuerdo imborrable de quienes lo contemplaron en aquellos míticos conciertos en medio del Atlántico, también cuna de su cantar.

Con una gira que tuvo comienzo en Nueva York y que recorrerá toda la geografía peninsular, además de la sudamericana, el directo de temas emblemáticos de la cultura popular de este país llegaron a las palmas y a los oídos encandilados de quienes escuchaban los versos que han hecho inconfundible el vibrato de una voz que no renegó de sus raíces jamás.

Siempre nos quedará 'Mediterráneo'

El barullo se convertía rápidamente en silencio, solo alentado por quienes coreaban su nombre. Con las entradas agotadas, el directo contó con temas como Lucía, La Nana de la cebolla o Para la libertad. A sus 77 años, sigue dado a la cercanía y a la interlocución con sus admiradores, razones por las que no ahorró en palabras y señas para una audiencia que no cejó en su ánimo. Esos locos bajitos, Aquellas pequeñas cosas, Penélope, Tu nombre me sabe a hierba... Tantos son los sencillos que lo han ensalzado que ya faltan dedos de la mano.

Él mismo advirtió que, aunque siga componiendo en un futuro y sea visto con su fiel compañero de batallas, Joaquín Sabina, no volverá a estar delante de un micrófono. Así que tocaba corresponder al cariño dado durante tantos años por quienes lo han seguido desde que sus principios renegaron de ir a Eurovisión al que tradujo a Miguel Hernández para la eternidad y remezclaba Mediterráneo para denunciar la catástrofe humanitaria del mar ya unido a su nombre.

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Con ella volvió a levantar vítores y almas. Hasta siempre, Serrat.

Joan Manuel Serrat despidiéndose de su público, ayer, en el Auditorio Alfredo Kraus. Nacho González