Cayetana Guillén Cuervo actúa este sábado, a las 20.00 horas, en el Teatro Pérez Galdós, en ‘Puertas abiertas’. La actriz habla de esta obra y de su labor al frente de la Academia de Artes Escénicas.  

Puertas abiertas trata de dos personas muy distintas que se conocen tras un atentado en París. ¿Qué cualidad destacaría? 

Que es una obra que busca sacudir el alma del espectador con un texto precioso en el que el público transita en lo emocional e intelectual a favor de cada protagonista. La obra busca apelar a la capacidad de reflexión, al espíritu crítico, a los prejuicios y miedos y a la importancia de escuchar las razones del otro y abrazar la diferencia. Es un cara a cara de hora y cuarto en el que Ayoub El Hilali y yo nos cogemos de la mano y levantamos el vuelo por la liturgia del escenario y la belleza del hecho artístico y su potencia. Una belleza de texto que llevamos año y medio girando por toda España.

El texto parte de los atentados del Bataclan, pero habla de otras cosas.

Sí, pero no se centra en el terrorismo. Parte de ese dolor para enfrentar a dos personajes que representan muchas cosas. Ambos papeles se instalan en ti con una intimidad muy positiva que ayuda a la fluidez y relación entre los dos roles. El texto dice cosas muy importantes, necesarias y oportunas. Las artes escénicas aportan cosas buenas y nos sentimos muy útiles con este texto. Había venido al Cuyás con El malentendido, Amar en tiempos revueltos o Hedda Gabler. Pero nunca había venido al Teatro Pérez Galdós.

¿Cómo es la escenografía?

Es una propuesta conceptual por parte de Abel Folk y hay un cubo que es como la ventana de la casa. Hay ciertos movimientos coreográficos marcan el paso emocional de los personajes.

¿Cómo valoraría su presentación como presidenta de la Academia de las Artes Escénicas, desde enero pasado, en el Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria?

Lo hicimos de la mano de la catedrática Carmen Márquez, que forma parte de la Junta directiva. Estuvo el rector, la vicerrectora de cultura, y hubo mucha participación. Me he encontrado un caldo de cultivo a favor de las artes escénicas como herramienta de cambio social, de aportación de cosas buenas a la convivencia de la ciudadanía. Veo que realmente Canarias tiene a mucha gente inquieta y culta, competente, formada, con unas herramientas estupendas. Hubo mucha participación. Estos actos los hacemos con el objetivo de la descentralización de la Academia y aprovechamos los viajes profesionales de la Junta directiva para hacer actos de la Academia en otras comunidades. La Academia abarca lo que es el hecho artístico encima del escenario: teatro, danza, música escénica y se ha creado la especialidad de circo. Transformador encima de un escenario que sacude intelectos y cambia al ser humano.

Se ha tardado mucho en valorar un trabajo tan complejo y arriesgado como ese, ¿no cree?

Sí, y han empezado a entrar académicos de circo. Es un trabajo elaboradísimo, y merece dignificar su oficio como las otras academias artísticas. Y por eso existe la Academia, para dignificar todos y cada uno de los oficios que forman parte de las Artes Escénicas y ganarse el respeto de la sociedad y las instituciones. Porque debe ser una prioridad de estado y la academia trabaja para ello. El teatro tiene un elemento transformador encima que sacude intelectos y cambia al ser humano.

Sigue haciendo cine, teatro y televisión, ¿puede compaginar tantas responsabilidades?

Estoy un pelín sobrepasada. Tengo que restar actividad porque sufre mi vida privada, mi intimidad, el tiempo con mi madre. Me tengo que organizar un poquito mejor, pero la presidencia de la Academia ha llegado con muchísima presencia. Yo lo he cogido con muchísimas ganas, he empezado a generar motor de equipo de trabajo para muchas cosas. Es un trabajo muy bonito, pero es no remunerado, ni el mío ni el de nadie de la Junta Directiva. Es un trabajo vocacional, de servicio público no remunerado. Es activismo cultural a tope que te tiene que gustar mucho lo que estás haciendo porque dejas gran parte de tu vida.

¿Cuáles han sido las principales novedades hasta ahora?

Ha sido una labor de continuidad a la Junta directiva de Jesús Cimarro en la que yo ya estaba. Hemos apostado por la descentralización de la academia, la internacionalización echando lazos con toda la alianza de teatro en español que hay en Nueva York a través del cónsul de cultura de esa ciudad, Santiago Herrero. Estamos elaborando un convenio con AECID para que la Academia esté presente con las distintas embajadas.

Veo que también habéis puesto el foco en las artes escénicas como herramienta de cambio social.

Efectivamente, estamos trabajando con distintas asociaciones de diferentes comunidades autónomas, y han entrado los primeros profesionales racializados en la Academia. Un trabajo de cambio social para abordar los estigmas con los que cargan. Por qué a un actor español de origen marroquí sólo se le ofrecen papeles de terrorista o camello, Él tiene que hacer Hamlet como otro cualquiera. En Francia ves actores racializados haciendo de abogados o médicos sin justificar su ascendencia. Y España tiene que caminar hacia allí. Esos profesionales racializados, desde dentro de la institución, van a luchar por romper esos estigmas. Y luego están las asociaciones que trabajan a pie de calle por cambiar la vida de determinada gente que necesita ese grupo de pertenencia a a través de las artes escénicas. Tenemos una relación estupenda con el Inaem, la comunidad y el ayuntamiento de Madrid.

¿Qué medidas destacaría desde el punto de vista artístico?

Estamos creando los premios de la Academia de las Artes Escénicas, los homólogos a los Goya, que serán absolutamente compatibles con los Max. Se celebrará la primera primera edición en el Teatro Español el 27 de marzo de 2023. Se editan libros, se producen audiovisuales como el de Lola Herrera o Lluis Pascual y se va a comenzara rodar el de María Pagés. Hemos celebrado también Memoria Viva, que son conversaciones entre las sagas familiares. Mi madre y yo, o los Ullate-Roche y Gutiérrez Caba. También continuamos con nuestra escuela de verano, que se celebra este año en Santander alrededor de la figura de Santiago Ontañón, y un gabinete de igualdad para velar por la paridad.

¿Qué obras le ha sorprendido últimamente?

En teatro Farsantes o Una noche sin Luna , que salí del Teatro Español con un soponcio de llanto de dos hora. Y en cine Alcarraz o Cinco lobitos. Intento verlo todo por mi activismo cultural al frente de programas como Atención obras o Versión española y, por supuesto, por mi condición de presidenta.

¿Cuáles son los personajes favoritos de su carrera?

Irene Larra de El ministerio del tiempo, que es el que más quiero, la Marta de El malentendido, la Julie de Puertas abiertas o la Lucrecia Richmond de El abuelo.