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Un mundo hermético

Fragmento de ‘Cartas de la Guinea’

Fotografía desconocida de un ‘balele’, incluida en la edición original de ‘Cartas de la Guinea’. La Provincia

Suena la tumba. Desde que llegamos no deja de sonar. En ese inmenso calderón que es la vida colonial se percibe, rítmico y monótono, su son. Suena incansable. En el Norte y en el Sur, en el Este y en el Oeste. Contestándose en la distancia, a través del silencio de la mañana, del silencio de la tarde, del silencio de la noche, del silencio de la madrugada. Suena sin cesar. Como una obsesión, como un castigo, como una maldición.

Suena la tumba. Al son de esta tumba los negros bailan, los negros cantan. ¿Cuántos días llevan bailando, llevan cantando? Son las Pascuas. Desde mediados de diciembre al 5 de enero la Colonia ve brotar en todos sus rincones, aún los más apartados, unas flores extrañas de corolas vibrátiles y multicolores. Son los “baleles”. Bailan los negros. Cantan los negros. Suena la tumba.

Suena la tumba. Dobla. Sobre el cadáver de la alegría de la raza negra. Suena la tumba.

Suena la tumba. Porque no creáis que los negros se divierten. Los negros no se divierten. Los negros no se divierten nunca. Pero mucho menos cuando bailan. Bailar es para el negro un acto mágico, ritual, religioso. Un acto grave, solemne y azorado. Suena la tumba.

Suena la tumba. La Colonia es un inmenso tronco hueco de árbol recubierto de un parche tirante sobre el que el dios de los negros tamborilea incesante, incansable, obsesivo. Suena la tumba.

Suena la tumba. Nada más equivocado, más miope, más torpe que considerar ese periodo como un carnaval negro. De compararlo con alguna efemérides cristiana, ese periodo de “baleles” habría que compararlo con la Semana Santa. Suena la tumba.

Suena la tumba. No faltan ni las máscaras ni las caracterizaciones para subrayar el carácter representativo, trágico, de los bailes negros. Los bailes de los yankúes, con sus altas máscaras historiadas, se enlazan en la misma genealogía que las representaciones del teatro griego. Suena la tumba.

Suena la tumba. La música, el arte, al servicio de una idea trascendente. Como las catedrales góticas. A la mayor gloria de Dios. Suena la tumba.

Suena la tumba. Bailan los negros. Entre las sonrisas irónicas de los espectadores imbéciles. Bajo el cielo de África, lechoso, sonoro, tenso, como el parche de una tumba. Suena la tumba.

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