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Solo canciones a mar abierto

El hawaiano Jack Johnson desarrolla su mística de inspiración surfera, el hombre en la inmesidad del océano, en un álbum de clima envolvente

Jack Johnson. | | LA PROVINCIA/DLP

La práctica del surf, entendida más como una actitud vital y de relación con la madre tierra que como una rutina deportiva, envuelve la carrera de Jack Johnson desde sus inicios, cuando grabó sus primeras músicas para acompañar documentales sobre tablas y olas. Hijo de un notable surfero, Jeffery Johnson (1943-2009), sus canciones no se desenganchan de esa mística de la soledad en la inmensidad del océano, también en este nuevo disco, Meet the moonlight, decantado por el interiorismo y por la balsámica cavilación filosófica. En su anterior álbum, All the light above it too (2017), flotaban algunas invectivas políticas, respuesta a las políticas del señor Trump. Agua pasada, literalmente, en este cancionero dominado por el diálogo con un mismo, rico en metáforas marineras desde el tema de apertura, Open mind, en el que lo imaginamos embelesado ante la línea del horizonte mientras suspira por la liberación de las mentes: «No hay líneas rectas / en este mar abierto / No hay camino de regreso a casa / Solo lugares en los que estar», canta arropado por una acogedora rueda de acordes mayores en la guitarra acústica.

Le acompaña esta vez Blake Mills, productor de artistas como John Legend y Perfume Genius (y que jugó un papel, tocando guitarra y armonio, en el torrencial Murder most foul, del último Dylan), lo cual se traduce en cierto detallismo en materia de arreglos, siempre siguiendo una máxima muy sensata, la de tratar de hacer fácil lo difícil. Por ello, Meet the moonlight entrega las canciones filtrándolas y haciéndolas sencillas y diáfanas, sin que ello comporte una falta de profundidad. Manda la reflexión en voz alta, asociada a imágenes precisas, un tanto cinematográficas, en la carretera nocturna de 3AM radio, o en la conclusión vivencial bajo la luz de la luna del tema titular, donde da vueltas en torno a la idealización del amor: «No dejes que nadie te diga que es demasiado difícil / Es gracioso lo ciegos que pueden ser los sueños». Marejadas, nubes, ventiscas, calmas chichas y cambios de tiempo salpican los textos como metáforas anímicas, afianzando el vínculo íntimo de Johnson con el temperamento de la naturaleza.

Jack Johnson sigue siendo el chico de la tabla de surf que ha desarrollado esa vieja pasión en todos los campos, desde su ecológica existencia familiar hasta su expresión como cancionista. Ahí, sus temas, meditativos pero amables, parecen confundirse con el paisaje, y más allá de sus altibajos creativos, que los hay, dan lugar a un conjunto climático, a una suerte de estado mental en el que encontrar cobijo. La guinda la pone Any wonder, el tema más crudo, compuesto con Mills, con guitarra y un órgano de fondo, donde Johnson alza un poco voz, por una vez, observando las tormentas en la distancia, a mar abierto.

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