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Danza

María Pagés, bailaora: «La danza es un patrimonio cultural que tenemos que cuidar y proteger todos»

La artista y Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 actúa hoy y mañana en el Teatro Pérez Galdós con el espectáculo 'De Scheherezade', en el que une voz y tiempo a través del flamenco y el testimonio de 13 mujeres

María Pagés en un momento del espectáculo ‘De Scheherezade’, dento del MAPAS Fest. LP/DLP

María Pagés apenas tiene voz sonora, pero la interior asoma por cada poro de su piel. A su lado, el cocreador de la pieza De Scheherezade, y compañero de vida, El Arbi El Harti, comparte la pasión que la ha hecho surcar toda una vida para dignificar y resignificar el flamenco. La bailaora estrena hoy escenario en el Teatro Pérez Galdós con esta pieza donde narra la vida de 13 mujeres que conforman la humanidad. Tanto hoy, sábado 16, como mañana, domingo 17, a las 20.00 horas estará sobre el escenario para embrujar al público y decirle, una vez más, que esta palabra es la que lucha por mantenerse viva.

A través de Scheherezade reúne la historia y fuerza de 13 mujeres. ¿Cómo se encuentra la esencia de tantas voces?

María Pagés: De Scheherezade es una obra que hemos cohecho El Arbi El Harti y yo donde el personaje representa la palabra. Gracias al uso de ella logra vencer la violencia. Por tanto, la idea fundamental era extraer que el medio humano más importante que tenemos es la palabra, y su función en resolución y superación de los conflictos. Luego, es un personaje femenino donde se sincretizan otros muchos personajes.

El Arbi El Harti: Todos nuestros espectáculos están contextualizados y alimentados por los fenómenos políticos y sociales. El arte no puede ser ajeno y estar de espaldas a lo que vivimos. Scheherezade es la consecuencia de lo que empezamos a hacer en 2010 con la crisis económica, donde se apuntaló hechos preocupantes como la fragilidad de la democracia. Así que ahí empezamos a pensar una utopía, un ‘seguir soñando’. Hemos construido uno de los mejores momentos de la civilización, sobre todo en Europa y Occidente con el estado de bienestar, una sociedad participativa, más equitativa, a pesar de sus fallos, pero con la crisis comenzó a desmoronarse... Siempre decimos que este es un espectáculo muy vitalista que habla de la violencia para reivindicar la paz.

La Covid-19, Ucrania, los ánimos de la ultraderecha para deshacer los avances en igualdad de la lucha feminista, ¡el aborto en Estados Unidos! Todo eclosiona junto a ustedes en este nuevo espectáculo. Con la danza intentan remover a este público tan estático. 

A.H.: La democracia está acechada por todas partes. Lo mejor que hemos construido desde la posguerra está en crisis de muerte. Scheherezade, usando la palabra frente a un hombre que usaba las armas para matar a las mujeres, transforma la violencia en un instrumento de vida. Sobrevive ella y consigue salvar a toda la humanidad. El mito, el rey Shahriar después de pasar la noche con las mujeres las mataba porque había un secreto: él nunca se sintió hombre. Solo gracias a la palabra de Scheherezade recupera su virilidad tras haber estado trastornado por las leyes patriarcales, admitiendo que no podemos ser hombres si no asumimos nuestra parte femenina. Al fin y al cabo, si quieres amar tienes que aceptar todas tus partes, y la feminidad es un patrimonio de todos los seres humanos. Así, la palabra es muy importante en un momento en que la guerra se está imponiendo como parámetro de gestión del mundo. 

La acción se desarrolla en la soledad del desierto y, de repente, descubrimos estrellas más brillantes gracias a los telescopios. ¿De qué forma cree que resonará el flamenco a millones de años luz?

M.P.: La danza flamenca es mi lenguaje y lo que acompaña a De Scheherezade. El flamenco es un arte universal, con infinidad de posibilidades, contemporáneo, que tiene su tradición y todo lo que lo conforma está en continua evolución. Somos una compañía con muchos años de trabajo creativo y, en concreto, la apuesta nuestra es un formato grande con 23 personas en gira, un cuerpo de baile, músicos en directo, dos voces cantaoras y una estructura difícil de llevar. Pero esa era nuestra apuesta. Por ejemplo, las letras que escribió Arbi alrededor de las 11 escenas que la componen son de una fuerza increíble. La palabra que toma esa poesía es la que configura también los cantes flamencos, encontrando uan forma de narrar flamenca la historia. Una de las cosas importantes es que Scheherezade es la que lidera todo lo que pasa, pero sincretiza otros personajes femeninos universales como Safo, Blimunda, Medea o la Bernarda de Lorca. 

«La palabra es el medio humano más importante que tenemos como solución de conflictos»

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¡La sororidad!

A.H.: El mito es importante por su capacidad de sincretismo. La idea que tenemos de nosotros mismos cargada de unicidad es totalmente errónea. Al contrario, Scheherezade es un arquetipo en el que convergen muchos otros personajes, y la idea de la sororidad está ahí junto a la diversidad y la multiplicidad. Es decir, la grandeza y la pobreza, la luz y la oscuridad, el paraíso y el infierno está en nosotros. Por eso, desarrollamos la acción en el desierto que obliga a las personas a una introversión individual y, al mismo tiempo, colectiva, pues es un imaginario en el que hay vida, aquella que llevamos cada uno de nosotros como individuos y grupo. Son 11 bailaoras, pero cada una de ellas tiene su propia personalidad en una constelación perfecta que se rige por una magia maravillosa gracias a que el individuo asume su parte colectiva. Es un espectáculo que va en contra de la cultura del selfie

¿Y su traslado a la danza?

M.P.: Cuando ensayamos y montamos usamos el espejo porque lo necesitamos. Cualquier bailaor tiene muy asumido que es trabajar el cuerpo individualmente. Lo tenemos superado. Trabajamos con nuestro cuerpo, es nuestro instrumento de trabajo con una disciplina atroz para saber cómo manejar el espacio y saber cómo comunicarte. Pero trabajar superficialmente mata a todos, puedes mirarte al espjo, pero la danza es mucho más: trabajar el cuerpo desde el interior. Es el desierto, las fronteras, todo empieza desde uno mismo. 

A.H.: No hay límites. Es el yo introducido en la noción más absoluta del tiempo y el espacio. En el espectáculo, verás cómo son astros maravillosamente cosidos y vinculados, con cualquier gesto y movimiento asociado: es el resultado de todo. Llevar la danza a la coreografía, la construcción del mensaje con movimientos del cuerpo, en eso, María es maestra. 

Hubo una fiesta en 2010 cuando Saramago la abrazaba, y hace unos días estrenó Tentaciones de Blimunda en Lanzarote. ¿Cómo fue el reencuentro?

M.P.: La verdad es que esto no ha dejado de ser nunca. Siempre, de alguna manera, estamos vinculados y hemos seguido con esa relación. Ese poema nos unió, pero también fue el inicio de una relación que hemos mantenido más allá de su fallecimiento. 

A.H.: El amor y la amistad no son actos aislados. No pueden ser momentos efímeros. Saramago ha muerto, seguimos vivos, pero María es una mujer profundamente leal a esa relación bonita y maravillosa. Tanto Tentaciones de Blimunda como el espectáculo que hicimos en Fuenlabrada son actos de amor. 

No hay que olvidar que es Premio Princesa de Asturias de las Artes. Honor que comparte con Carmen Linares. ¿Qué dirá en ese discurso, cuando el suyo siempre ha sido comprometido y reivindicativo de la cultura?

M.P.: El Premio es asumir que una gran institución ha reconocido y dignificado al flamenco, por fin. Eso ha estado en mi compromiso y responsabilidad siempre, tanto con mi profesión y mundo, más a medida que pasan los años. En concreto, tenemos un centro coreográfico en Fuenlabrada y su razón era, primero, por la necesidad de crear un espacio que fuera útil, ya que no había un sitio en el que los coreógrafos pudieran estar dada la precariedad y su inexistencia; y otro pilar importante era el hecho de dignificar la danza, asociado a esto, la danza flamenca.

A.H.: Una de las grandes batallas que ella ha desempeñado es dignificar la danza flamenca situándola en la gran noción del espectáculo universal, y sí, lo ha conseguido. Cuenta historias, y en esas historias, todos los elementos están presentes como gran constructora de obras de arte de danza que es. A la misma vez, esta coreógrafa ha creado estructuras que apoyen a todo el sector, como el Centro Coreográfica y la Fundación María Pagés, la cual ofrece espacios para ensayar e investigar, por ejemplo, este año tenemos 22 compañías residentes, y por la vía de la Fundación tenemos una línea de reflexión en la que participan médicos, filósofos, arquitectos, demás, ya que la danza es una profesión de profesiones y una creación de creadores. Dignificar qué significa: que la sociedad te reconozca, y que el bailaor y bailaora se considere un profesional del arte porque, generalmente, hay un entrampamiento de esta concepción. Hay una visión romántica donde quien sube al escenario es movido por la gracia divina, pero no, María lo que dice es que esta profesión es compleja y complicada y no tiene que ver con la visión en la que está secuestrada, ¡fugaz! Lo más urgente es que la sociedad asuma que el flamenco es el arte contemporáneo más potente y poderoso que tiene España, y que somos tradición en movimiento, somos memoria en movimiento, y esta es una maestra de mover el patrimonio flamenco.  

Aquí, en Canarias, tenemos bailarines destacados, como Dácil González o Daniel Abreu. ¿Cuál es la clave para el futuro? 

M.P.: Seguimos insistiendo en que las instituciones adquieran una voluntad sobre la danza y la integren como parte de su labor. A veces, está muy lejos. Nosotros, por el Día Internacional de la Danza, tenemos una frase en la que decimos ‘La danza somos todos’, tanto los profesionales como la sociedad, que construye la cultura cada segundo, y los entes que hacen posible crear proyectos y gestionar presupuestos para que se desarrollen. La danza es un patrimonio cultural que tenemos que cuidar y proteger todos. Hay que concienciar en esto y, claro, esto solo es posible si hay una voluntad. Nosotros solo podemos agitar e intentar sensibilizar, si no, se quedará en la precariedad y en ese secuestro donde la danza es lo efímero, ¡bailó, qué bien! No, hay mucho, mucho, trabajo. Es una de las artes más completas. 

A.H.: Por cuestiones de impronta patriarcales, la danza es femenina, y eso ha quedado en el inconsciente. La sociedad no está viendo que María para construir a su Scheherezade ha investigado, leído, visto, escrito, hablado, se ha peleado, ha reunido a un equipo, ha llamado a puertas para conseguir dinero. La ópera está donde está porque alguien ha creído en ella, y mueve en la actualidad presupuestos de millones de euros, y para los coreógrafos flamencos y no flamencos tenemos cuatro duros y tenemos que sacarlo de nuestros bolsillos, porque todavía no se dice que esto es un producto, en el buen sentido, que ennoblece nuestra identidad. No hay una implicación ni una apuesta. Otra cosa interesante, se lesiona un futbolista o un tenista de élite y se monta, y se lesiona Pagés o Abreu y nadie se entera, y todos ellos son deportistas de alto rendimiento porque someten a su cuerpo a la misma tensión.

«Insistimos en que las instituciones adquieran una voluntad sobre la danza y la integren»

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A esa niña que decidió dedicarse a la danza, a ella y a la gente que empieza, ¿qué le diría?

M.P.: Siempre he vivido esta dedicación con una enorme seriedad y respeto desde pequeña. Entonces, me siento con esa msima actitud hacia lo que es la danza. Sobre todo, hay tener fe en esa dedicación porque, si no tienes esa fe en ti, a causa la precariedad enorme que hay y los pocos recursos que sacas de debajo de las piedras, flaquearás, así que mantengo que siempre crean en lo que hacen y se dedican. Es un camino largo. 

A.H.: El secreto de un gran bailarín, haga lo que haga, es el escenario. Esta mujer mueve el mundo por el escenario, dada a esa pasión por comunicar como en una especie de relación umbilical con el otro, es decir, el público. Gasta, trabaja, no duerme, no come, le importa un bledo todo, salvo ese momento mágico. Al subir al escenario le permite la comunión entre el yo y el otro, entre ella y la sociedad, ahí se completa esa visión cósmica del espectáculo. 

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