La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Autorretrato de Edward Gibbon

Este libro se lee como lo que es: la autobiografía intelectual de uno de los grandes espíritus

Edward Gibbon. La Provincia

El retrato de Reynolds dice no poco del carácter de Edward Gibbon (1737-1794), del modo con que, a partir de todas las fuentes entonces disponibles, concibió, emprendió y llevó a cabo su monumental Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, y también del estilo con que la compuso y escribió. Próximo en su pensar a Tácito, e historiador filosófico como lo fue aquel, Gibbon tuvo que enfrentarse a las resistencias que le opusieron algunas de las más célebres personalidades de su tiempo, como el escritor Horace Walpole, el helenista Richard Porson y el poeta Samuel Taylor Coleridge.

Admirador de Cicerón y Jenofonte, también de Montesquieu, y contertulio de Voltaire en Suiza

decoration

Pero su obra y su innovación metodológica han perdurado y su estilo, admirado por Borges, también. Sus Memorias -y este plural hay que entenderlo al pie de la letra, pues son varias las distintas versiones que de las misma hizo y no hay una edición crítica de ellas- son un interesante relato de su vida y del horizonte intelectual de su época. Antonio Lastra ha asumido la ingente labor de hacer una y de traducirla con soltura y brillantez, aunque no siempre con exactitud en lo relativo a las versiones de los textos latinos. Pero estas ligeras deficiencias no restan valor a la solidez de un empeño como este, digno del máximo elogio, porque nos acerca, con enorme bibliografía, erudición y solvencia, el estado de la cuestión de las seis versiones conservadas, entre las que el propio autor introdujo cambios significativos, que focalizan más unos puntos que otros, según sus intereses o perspectiva personal del momento. La historia de su propia familia, su formación académica, sus viajes y su experiencia militar y política ocupan gran parte de ellas.

Crítico con la enseñanza recibida en Oxford (cita y hace suyas las palabras de su amigo Adam Smith sobre la docencia en esta universidad: «la mayor parte de los profesores públicos ha abandonado desde hace muchos años la pretensión de enseñar»); feliz en los años pasados en Lausana, dedicados al estudio de los clásicos latinos y a la práctica de un método de aprendizaje de las lenguas, que le dio óptimos resultados (traducir del latín al francés y del francés al latín); admirador de Cicerón y de Jenofonte como modelos para iniciarse en el estudio de las lenguas clásicas; riguroso lector tanto de los textos como de sus comentaristas, admirador de Montesquieu y contertulio de Voltaire en Suiza.

Crítico con Oxford: «La mayoría de los profesores públicos ha abandonado su pretensión de enseñar»

decoration

Su enamoramiento allí de la que luego sería esposa del banquero suizo y ministro de Finanzas de Luis XVI, Jacques Necker, y madre de Madame de Stäel, que se vio truncado por la oposición de su padre a que contrajera matrimonio con ella; su regreso a Inglaterra después de cinco años en Suiza; su certera conjetura a un pasaje de Tito Livio; su autocrítica a su Ensayo sobre el estudio de la literatura, escrito para demostrar que el de la literatura antigua «ejerce y desarrolla todas las facultades de la mente»; su combinación del estudio de ésta con el de la filosofía; su servicio militar; sus Observaciones críticas sobre el sexto libro de la Eneida, que le mereció la enemistad del obispo Warburton y el reconocimiento de Heyne; sus lecturas y directo conocimiento de las fuentes; el blasón de su familia; la historia rural y social de su país; sus problemas de salud desde niño; la pronta muerte de su madre y el afecto de su tía; su interés por las matemáticas; su defensa de la escuela pública constituyen la parte del león de este libro que se lee como lo que es : la autobiografía intelectual de uno de los grandes espíritus de su tiempo.

Compartir el artículo

stats