Una noche especial para el encuentro con lo mejor de la ópera de la mano de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria bajo la batuta de Rafael Sánchez-Araña y con la cantante que vive por y para este arte: Nino Machaidze. La artista internacional interpretará a los grandes personajes femeninos este viernes en la Gala Lírica, a las 20.00 horas como regalo de la 55º Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria, junto a los divos Iván Ayón y Daniela Barcellona. Ella, que resplandece y conoce los tiempos para su voz, espera, como mínimo, estar sobre los escenarios hasta su senectud mientras plantea un nuevo sueño abierto al cultivo de las jóvenes generaciones con la apertura de una academia en donde la magia perviva.   

Rusalka, Gianni Schicchi, Fausto y La Bohème. Una amplia gama de grandes momentos. ¿Cómo se ha preparado?

Realmente, es muy natural. Todas estas arias forman parte de mi repertorio y las canto actualmente, salvo Fausto, que nunca la he hecho antes en el escenario y me encanta. En cualquier caso, no adapto mi voz al repertorio, sino al revés, adapto el repertorio a mí. A veces, la gente puede pensar que si cantas una ópera dramática tienes que hacerla sonar más «oscura», como intentando imitar alguna grabación escuchada, pero esto sería falso, y la audiencia lo nota. Al mismo tiempo, es peligroso. Si usas tu voz con un sonido que no corresponde a tu capacidad vocal, puedes dañarla y gastarla, haciendo tu carrera mucho más corta. La combinación de todo, del canto y la interpretación, dará la esencia.

 ¿Cuál es su favorita y qué aporta un concierto de solistas?

 Estoy completamente enamorada de Mimi. Sería aburrido si siempre interpretara lo mismo, pero haría La bohème todo el año. Acerca del formato, para el público es incluso más excitante. No estamos actuando, hay piezas famosas -todos los cantantes elegimos las más bellas del repertorio-, cambiamos rápidamente de tono, desde lo más triste a lo feliz, por lo que nunca aburre. En cambio, la ópera puede, en ocasiones, aburrir si no entronca con el gusto del espectador, ¡hasta caer dormido! Incluso, los amantes de la ópera pueden estar encantados con la música, pero irse a disgusto a sus casas debido a que la producción no fue la mejor. No obstante, aquí es imposible, la gente se va satisfecha porque todo es como tendría que ser, no hay sorpresas. En cuanto a mí, como cantante, me gusta, pero prefiero las actuaciones en sí.

¿Cuándo se dio que debía de actuar, además de cantar?

Empecé a cantar con ocho años, así que a esa edad no sabía qué hacía o hacia dónde iba, pero había nacido para cantar. Es más, mis padres entendieron que ese era mi camino. Para que te hagas una idea, teníamos una gran cortina de terciopelo rojo, lo que era chic en la época, ¡como la ópera! Cogía el papillón y me vestía con ella como si fuera una diva. Así que, no sé de dónde me venía, dado que mis padres no son músicos, aunque mi madre es una amante de la música en general, ¿de dónde tomé estas cuestiones? De dentro. Crecí y siempre actuaba demasiado, y mi primera profesora me decía que qué hacía con las manos, y tenía razón. Tenía hábitos estúpidos, y ahora veo lo mismo que ella me enseñó cuando estoy con mis jóvenes estudiantes. 

¿Qué tal con el maestro y los compañeros?

No nos conocemos, así que estoy nerviosa. No hemos trabajado nunca, así que es un debut en todos los sentidos. Hay que ser profesional -llegar puntual, no hacer perder el tiempo-, ser amable y tratar a la gente como quieres que te traten y recibirás lo mismo. En italiano decimos, recoge lo que siembras.

Barenboim dijo que hay que encontrar la razón para interpretar. ¿Y usted?

A veces ni siquiera sé qué nota estoy cantando, Do, Si, Re, en un registro tan agudo, al contrario, busco la esencia. Los compositores sabían exactamente qué era lo que querían, así, cada sílaba suena de una forma concreta y no están separadas. Para mí, lo importante es saber qué estoy diciendo, entenderlo, y añadirlo al libreto, no memorizar sin ser consciente, puesto que no tendría sentido. 

¿Tenemos que promover lo contemporáneos?

Tenemos que promoverlo todo. Para nosotros, lo importante es tener al público que disfrute de la magia de la ópera. No me gusta las preguntas que te hacen cuestionar entre las producciones modernas o las viejas tradicionales, ¿qué quiere decir eso? Lo importante es que tenga sentido. Si quieres que haga algo, dime la razón.

En una entrevista con motivo de su estreno en el Liceu, respondía que dentro de una década esperaba ser una artista completa y ser amada por el público. ¿Cree que lo ha logrado? 

Deseo cumplido. Sabes, lo más hermoso es que doy el 100% siempre y ellos lo ven. Siempre intento hacer a la gente sentir feliz y que vayan a casa pensando que la ópera esa tarde fue mágica. Así que, recibir este amor significa, ‘brava, Nino, misión cumplida’. Por ejemplo, una vez no canté en el ensayo general porque estaba enferma y estaba muy preocupada por no llegar al estreno. Sin embargo, estuve dos días en casa sin emitir ni un solo sonido, con mis medicamentos, ¡y llegué! Nadie lo conoce, pero sabemos cuán difícil es el backstagse. Después de esa noche, entre el cansancio y la alegría, cuando recibí los aplausos por el éxito, lloré. Estaba orgullosa de mí misma. 

La soprano internacional Nino Machaidze, en la sede de la OFGC.

¿Cómo combina su carrera con la maternidad, lo cual también destacó en esa ocasión?

He sido muy afortunada en mis dos embarazos. Con Alessandro, mi primer hijo, recuerdo que actué en el Liceu con Il turco en Italia ya de ocho semanas y una semana, y los compañeros de vestuario iban agrandando mis trajes a cada ensayo. En cuanto a mi hija, Elena, fue durante el covid, así que estaba todo cancelado. Pero a las tres semanas hice de Giselda, una de las heroínas más difíciles de Verdi, en Montecarlo. Por supuesto, no es fácil manejarlo todo, y solo me relajo cuando me maquillo, una hora en la que puedo sentarme, pero siempre quise hacerlo y tenía instinto maternal, hasta cuidaba de George, un bebé de un año cuando yo tenía cinco. No quise sacrificar mi familia por mi carrera, y es lo que le aconsejo a la gente joven: no sacrifiques para mejorar tu carrera, puedes hacer ambas cosas, ser fuerte, muy organizado, multitasking... Las mujeres somos fuertes, y ahora mismo soy la persona más feliz del mundo. 

Te puede interesar:

¿Qué diría a la pequeña Nino?

Bravísima. Cuando tenía solo 16 años fui sola a Moscú a una competición en una guagua, éramos muy pobres en ese período en Georgia, pero quería ganar, tener algo de dinero y fui a Moscú con mi amigo. Además, no era lo mismo esta edad a la de la actualidad, donde los jóvenes tienen tanta información gracias a internet. Llegué y era la más joven. Había gente con 30 años, con más voz, y me preguntaba qué hacía allí. Llamé a mi madre y se lo pregunté, y me dijo: estás ahí porque eres bravísima y ganarás. Me lo repetía siempre, con ese maravilloso apoyo, y gané todo. Luego, con 21 años llegué a La Scala y, después de un mes, canté Rigoletto. Solo puedo decirle eso, bravísima.