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Islas del mundo (VI)

Islas flotantes

Un archipiélago artificial creado en el norte de Copenhague acerca la naturaleza al centro urbano

Bañistas disfrutando de una de las islas flotantes.

Esta es una historia de unas islas flotantes desarrolladas como una forma de abordar la costa sin modificarla, favoreciendo el acceso al agua, al mar, de los ciudadanos recreando a la naturaleza, reinventando de una manera muy fácil el espacio público, y con un diseño simple entendido como parte de un proceso muy ingenioso y creativo.

Ha ido apareciendo, y creciendo, un archipiélago flotante, un inesperado espacio público, que desde hace cuatro años en el puerto industrial al norte de Copenhague. Poco a poco algunas nuevas islas flotantes salpican las aguas acercando la naturaleza y el mar a un área urbana y a la vida de los ciudadanos. El objetivo era soltar amarras y que las islas se dispersaran para hacer que la costa fuera más accesible y el centro de la ciudad sea más verde, más público más recreativo.

La idea de acercar la naturaleza a los centros urbanos y expandir la vegetación en las zonas portuarias surgió de una arquitecta australiana, Marsahll Blecher y de los diseñadores daneses de Studio Fokstrot, ya acostumbrados a trabajar en todas las escalas del diseño y a pensar tanto en la tierra como en el agua.

La idea la compró el Ayuntamiento de Københavns, y no es la primera vez que nos encontramos algo así en Copenhague y sus alrededores, pues Copenhague prueba arquitecturas móviles flotantes como espacios de ocio público desde hace tiempo con gran imaginación y creatividad.

Estas islas flotantes pueden ser utilizadas tanto por navegantes, como por pescadores, kayakistas, y también por observadores de estrellas, nadadores y soñadores en general. Especialmente en los tiempos cálidos que nos regalan los veranos.

Islas flotantes, diseño de la arquitecta Marsahll Blecher y el Studio Fokstrot.

Islas flotantes, diseño de la arquitecta Marsahll Blecher y el Studio Fokstrot.

La arquitecta Blecher habla de «parkipelago», y argumenta que sirve también para llevar determinados servicios donde se necesitan, y dotar de usos exclusivamente temporales a algunos lugares. O sea, ella lo ve como una forma de sostenibilidad, y yo también. Las islas flotantes se realizan con materiales reciclados, producidos localmente, construidas en los astilleros del puerto sur de la ciudad, de forma artesanal, utilizando las técnicas de tratamiento de la madera utilizadas en la construcción de embarcaciones y canoas históricamente en esas zonas.

Estas islas son un híbrido entre caña, boya y parque. Son islas que amplían las zonas de baño de la ciudad y los espacios de ocio por todo el litoral. No puedo dejar de pensar en cómo nos llevamos complicando la vida durante décadas y décadas en Santa Cruz de Tenerife en particular, y en las Islas Canarias en general, para tener accesos al mar, por el mal entendimiento con Costas. Tampoco puedo dejar de pensar en por qué está Costas situada en Madrid, ni para qué.

La primera isla flotante se puso en marcha en 2018 en el puerto norte de la ciudad. Y tuvo una respuesta ciudadana muy positiva. Durante ese período de prueba, su ubicación fue alterada varias veces, al igual que su uso: sirvió para mostrar una exposición de fotografía, para albergar un ciclo de conferencias y también para dar paso a muchos picnics junto al mar. Luego el archipiélago de islas flotantes se ha ido ampliando hasta 2022.

El «parkipelago» de islas flotantes ha creado un singular espacio verde caprichoso y lúdico con plantas endémicas, árboles arriba y puntos de anclaje debajo, que proporcionan un hábitat para aves, insectos, algas, peces y moluscos.

Fácilmente movibles, las islas pueden ser transportadas, catalizando la vida y la actividad en diferentes lugares de la ciudad y sus alrededores. Para mí, insinúan un nuevo tipo de urbanismo que podría ser aplicable en tantos y tanto lugares de Canarias ¿por qué? Pues porque es resistente al clima, es intrínsecamente flexible en su uso, solo utiliza materiales reciclados y de origen sostenible y no requiere obra estática.

El proyecto ganó el premio al mejor espacio público y diseño social en los Premios Internacionales de Diseño de Taipei, y también fue seleccionado para el Premio de Diseño Beazley, en Londres. Además fue finalista en el Premio Nacional de Diseño en Dinamarca, un país con el diseño en su ADN.

Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea.

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