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Comisario de la retrospectiva de Juan Hernández en el CAAM

Carlos Díaz-Bertrana: "Juan Hernández interpretó creativamente la tradición"

Díaz-Bertrana con un cuadro de Hernández a su espalda y el libro dedicado al artista en la BAC.

Carlos Díaz-Bertrana es el comisario de la retrospectiva que el CAAM dedica a Juan Hernández (Las Palmas 1956-1988), uno de los grandes del arte hecho en las Islas.

Jóvenes artistas e historiadores del arte que desconocían la obra de Juan Hernández, me han trasmitido su entusiasmo por esta exposición. Le confieso que he reaccionado con desconcierto: la dominante del arte va hoy por otros derroteros y nunca pensé que un pintor que se dedicó a reelaborar el legado de los viejos maestros pudiera atraer al público joven de hoy. ¿Le han transmitido a usted impresiones similares?

Sí, me lo han comentado. Laura González me dijo que estaba muy impresionada y emocionada; otros pintores, como Daniel Rietti, han ido a verla varias veces. Más allá de las modas siempre hay artistas que hacen obras hermosas, intensas, seductoras, que producen conexiones mentales y metáforas. También creo que la mayoría de los buenos artistas son los que asimilan las aportaciones de los viejos maestros y las renuevan con cierta originalidad. Hay mucho artista hueco y mucho arte que no es nuevo, ni emociona conceptual o sensualmente, y que sigue lo que usted llama los derroteros del arte. Mucho artista sociólogo que se marca unos rollos tremendos y no entiende que en las artes plásticas el pensamiento y la acción son simultáneos. El artista no es un filósofo: crea objetos que activan nuestra memoria cultural, imaginación y sensibilidad.

¿Puede responder tal interés a un hastío del conceptualismo en su fase «pompier» que sigue marcando la agenda del arte global?

El conceptualismo se integró en todo el arte desde los setenta. Incluso toda la pintura actual es conceptual. Y los buenos artistas no son fáciles de encasillar. No tengo ni idea de por dónde va el arte actual, desde que Duchamp impuso como arte un urinario, parece que arte es lo que dice que es arte el mundo del arte. Y esto varía a menudo, el mercado exige renovar los productos. Yo sólo puedo recomendar cuando alguien va a una exposición, a menudo con trastos tirados por el suelo, que la vea como cuando se da un paseo por el campo, le preste la atención que la apetezca y vuelva a casa con nuevas imágenes e impresiones... Si el arte es bueno algo se le grabará en el cerebro. Aunque sea un cuadro pequeño como el del pez rojo.

Sea como fuere, creo que el sistema arte otorga y deniega prestigios con demasiada arbitrariedad. Para mí un pintor tan poco conocido como Juan Hernández, es mucho mejor artista que Miquel Barceló, quien, sin embargo, se encuentra en la cima mundial. ¿Comparte mi punto de vista?

¡Por supuesto que no! Barceló es un artista formidable. Pero ya desde sus comienzos, cuando fue el primer español en triunfar en la Documenta de Kassel con menos de 30 años, en España se empezó a cuestionar todo lo que hacía. Objetivamente hoy es de los artistas más valorados de su generación junto a unos pocos supervivientes del boom de la transvanguardia italiana y los salvajes alemanes: Dokoupil, Clemente, Abert Oehlen, George Condo, Schnabel. Además, Barceló como pintor es muy innovador. Juan Hernández es buen artista, pero no tuvo tiempo para desarrollar todo su potencial.

Creo que, además de esta retrospectiva, que merecería circular fuera del Archipiélago, la obra de Hernández debe ser contextualizada en una colectiva ambiciosa junto a otras figuras que protagonizaron el regreso a la pintura figurativa en España en los años ochenta como Manuel Quejido, Carlos Franco o Juan Navarro Baldeweg. Entiendo que el contexto canario es insuficiente para dimensionar su obra, lo cual, por cierto, es extensible a muchos otros artistas canarios.

En Canarias los dos grandes centros de arte, el TEA y el CAAM, no se ocupan de promocionar a los artistas canarios en el exterior. Tal vez porque dependen de los cabildos insulares y creen que de eso debería encargarse el Gobierno de Canarias. Pienso que es un error y en vez de hacer un montón de exposiciones pueden hacer menos y reservar una parte de su presupuesto para sacar fuera algunas de las que organizan de artistas canarios. Pero no las llevan ni a otra isla. En los últimos años el TEA y el CAAM han organizado exposiciones estupendas de artistas canarios que deberían haber llevado al exterior, por citar solo unas pocas, de Santiago Palenzuela, Fernando Álamo, Gonzalo González, Juan Carlos Batista, Paco Sánchez, Luis Palmero o las que tienen actualmente de José Herrera y Juan Hernández.

A lo mejor tienen un problema de financiación

Si el problema es de financiación podrían intentar llegar a algún tipo de acuerdo con el Gobierno, pero la promoción debe hacerse a través de esos centros de arte. El CAAM tiene un personal muy cualificado y eficaz, tanto el administrativo como el cultural. Por otra parte, la mayoría de las exposiciones de artistas foráneos que se hacen intentan ser modernas y en realidad casi todas se parecen demasiado. En los últimos años las únicas que me han emocionado han sido las de Esther Ferrer, en el CAAM, y la de Etel Adnan, en el TEA. Dos mujeres... Aprovecho para destacar que, en mi opinión, el mejor arte que hace hoy en Canarias gente de menos de 50 años, lo están haciendo mujeres. Laura González e Idaira del Castillo son fantásticas... y hay un montón más que están realizando trabajos muy interesantes: Luna Bengoechea, Adassa Santana, Lia Ateca, Esther Aldaz, Yapci Ramos, Madeleine Lohrum, Davinia Jiménez, Cristina Déniz y Cristina Maya, Sonsoles Company, Laura Mesa, Greta Chicheri, Eli Cortiñas, Adelaida García Fierro, Teresa Arozena, Ana Beltrá, Romina Rivero... Y me dejo otro montón que no recuerdo ahora. También en la crítica de arte están haciendo un trabajo muy riguroso Yolanda Peralta, Dalia de la Rosa, Lola Barrena...

Tengo noticia, por personas que lo conocieron, de que Juan Hernández decía que no llegaría a cumplir 33 años, como así fue. ¿Diría que este presentimiento de la muerte le hizo pintar compulsivamente su última serie, ‘El Faro’?

Ya tuvimos al capitán a posteriori liderando al PP hasta hace unos meses. Ese tipo de preguntas admite cualquier respuesta o ninguna. Todos los artistas son obsesivos. Juan trabajaba continuamente, creía que le faltaba tiempo para hacer todo lo que quería... y así fue. Solía trabajar en series, sus Paisajes en blanco y negro son muy numerosos, también los Objetos. El poema del mar, su última serie, tiene más de cincuenta lienzos y muchas pinturas sobre papel. Estaba cerrando un ciclo, al regresar de sus años en Madrid, entendió que debía irse si quería seguir creciendo como artista. La noche que murió estaba contento, jugábamos a las máquinas en el pub Destilería y celebrábamos que el Gobierno, yo mismamente, que entonces era el Director General de Cultura, le acababa de dar una beca para irse a Nueva York. Sabía que además siempre contaba con la ayuda de su hermano Pepe. Siempre lo ayudaba. En fin, quedamos para vernos después en la discoteca Utopía... y cayó la noche sobre su vida, puto accidente. Una semana antes de su cumple 32.

Entre los artistas que Hernández relee, cita usted en el catálogo a Tiziano, Zurbarán, Velázquez, Manet, Cézanne, Matisse, Morandi, Rothko… ¿Cabría añadir en esta nómina a Nicolas de Staël?

Si, y también a Seurat, que le influye de una forma más notoria. En realidad, creo que Juan hace una interpretación muy personal y creativa de la tradición... Del expresionismo abstracto americano, de la pintura gestual oriental y del informalismo del grupo El Paso en sus Paisajes en blanco y negro. Del postimpresionismo, del fauvismo, de la luz y el color de la pintura francesa en sus Objetos. Cuando llega a Madrid, se va de museos, como decía él. En el Prado estudia profundamente a los a los clásicos de los siglos XVI y XVII. En esta exposición son obvias las reflexiones sobre Zurbarán y Tiziano. Mas difuminadas son las referencias en El Faro, y sí, pensando en lo que me dice, hay algo en la estructura y algún brochazo que recuerda a Nicolás de Staël. En cualquier caso, creo que en esta serie deja de mirar hacia el arte del pasado y se plantea más problemas de tipo pictórico que iconográficos. Lo que pinta interesa cada vez menos que cómo lo pinta, o, en cursi, el relato es la propia pintura.

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