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Discos

Un (doble) acto de justicia

Marianne Faithfull da brillo a su torturada leyenda con una amplia antología: desde los días de ‘swinging London’ hasta los años 90

Marianne Faithfull. La Provincia

Demasiadas veces se ha tratado a Marianne Faithfull cual mascota pop, invocando viejos romances stone o apelando al malditismo, la heroína, etcétera. Pero la mirada global a su carrera nos muestra a una artista con causa, culta y sensible, capaz de crear álbumes exquisitos, a corazón abierto, pese a no ser, técnicamente, una compositora. De su talento creador nos habla esta antología cuyo título alude al poemario de William Blake. Doble álbum que nos lleva de la mano a una aventura de vida que arranca en el corazón del swinging London, en dulces temas a caballo del folk y el pop, y cruzando el jardín de las delicias y sorteando algunos abismos, desemboca en aquella obra de madurez llamada A secret life (1995), con producción y músicas de Angelo Badalamenti. Es el período cubierto por la multinacional Universal: se le escapan obras posteriores tan estimables como Easy come, easy go (2008), pero el conjunto es representativo del grueso de su carrera.

Con todo, Songs of innocence and experience 1965-1995 pretende ser a la vez un recopilatorio para no iniciados y un volumen de rarezas, misión complicada que consuma a grandes rasgos, aunque deslizando algunas excentricidades: se permite ignorar su tema más conocido, As tears go by (de Jagger y Richards), y ofrece un heterodoxo original mix de otro highlight, The ballad of Lucy Jordan (popularizado vía Thelma & Louise), aquí sin sus distintivas capas de sintetizadores. Un detalle este más apreciable por los completistas. Pero el recorrido permite apreciar las distintas estaciones de la cantante, empezando por sus citas juveniles a Jackie DeShannon y a Malvina Reynolds (la ecologista What have they done to the rain), con parada en la recuperada toma original de Sister morphine, su más turbia conexión stone. La selección se eleva a partir del ecuador con las aproximaciones a Broken English (1979), su Santo Grial pospunk, allí donde la voz de Faithfull se muestra más rota y resabiada. Y en ese espectral Strange weather (1987), con Hal Willner a los mandos y la guitarra de Robert Quine.

Para los más conocedores, el álbum ofrece unas cuantas golosinas: purificadoras adaptaciones de Chords of fame, de Phil Ochs (destinada a un álbum perdido de 1971), y The calm before the storm, de Lou Reed y Rubén Blades, que grabó para otra obra malograda 20 años después, así como el blues tradicional I’m in love again. Tomas en directo no incluidas en Blazing away (1990), como la del estándar de los años 30 Boulevard of broken dreams, un Yesterday capturado en los estudios de la BBC y Nuit d’éte, versión en francés de Summer nights. Raras perlas que aportan nuevos relieves a una obra que no pierde poder de seducción y a la que podemos volver una y otra vez.

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