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Patricia Highsmith íntima

El autorretrato crudo y brutal que la autora de ‘Extraños en un tren’ creó durante cinco décadas dedicada a escribir en secreto sobre sí misma

Patricia Highsmith íntima

¿Se puede contener toda una vida enalgo menos de 1.300 páginas? Quién sabe, pero eso intenta con Patricia Highsmith este Diarios y cuadernos. 1941-1995 (Anagrama, 2022). Esto ha sido posible pese a que la escritora estadounidense solía rehusar ser entrevistada, que cuando admitía esa tortura respondía con monosílabos y que siempre se negó a autorizar una biografía. Así lo explica Anna Von Planta, la mejor editora de Highsmith y responsable de este volumen: «Por eso a su muerte causó mayor sorpresa si cabe el descubrimiento de cincuenta y seis gruesos volúmenes de escritura personal, pulcramente guardados en el fondo del armario de la ropa blanca. Una larga y ordenada hilera de dieciocho diarios y treinta y ocho cuadernos que ofrecía, en conjunto, un testimonio de casi ocho mil páginas». En esas páginas su sinceridad era brutal, casi hería.

Hace más o menos un año que se publicó este Diarios y cuadernos. 1941-1995 que por fin llega a nuestras librerías, en traducción de Eduardo Iriarte. Es el momento de que sus lectores españoles descubran qué clase de persona y qué vida llevaba la autora de novelas tan leídas aquí como Extraños en un tren, El cuchillo, El talento de Mr. Ripley o El amigo americano, entre muchas otras que nunca han cesado de ser reeditadas. Este libro es todo un acontecimiento literario, porque desvela el mundo interior de una de las escritoras más populares del siglo XX, de la que quizá sabíamos poco pero de la que intuíamos mucho: ninguno de sus lectores debe sorprenderse de que su vida tuviera un tono tan sórdido como el que desprenden estas páginas, porque bastaba con leer bien sus novelas para suponerlo. Ahora lo sabemos con certeza porque ella misma nos lo cuenta.

«Un curioso sueño en una noche casi en blanco: estaba con Kathryn (Cohen) y una chica desnuda en una habitación cerrada. Teníamos la intención de quemar viva a la chica». Esto es un fragmento de una entrada en su diario de junio de 1953. Ella misma lo califica de horrendo. Pero sin duda no es una excepción. Porque no importa por donde se abra este libro, es seguro que leeremos algo que nos parezca duro y triste, a la vez que inquietante y tormentoso. La vida de Patricia Highsmith fue tan difícil como pudo ser para una escritora lesbiana muy aficionada a la bebida y con una imaginación morbosa que viviera a mediados del siglo XX en Estados Unidos y Europa.

El trabajo de edición de Anna Von Planta parece excelente. En muchas ocasiones en estos diarios, Highsmith confiesa de forma repetida que sus mayores aficiones en la vida son el sexo, la escrituraJ y el alcohol. Y Von Planta ha seleccionado de forma minuciosa numerosas entradas que reflejan con ejemplos y descripciones muy crudas estas casi adicciones, de nuevo según confesión de Highsmith. Esta mujer de espíritu decadente y vida complicada queda reflejada en sus propios diarios de una forma que oscila entre lo escabroso y lo terapéutico: «Estos días están al borde de algo otra vez. Lo más mínimo me deprime hasta el extremo del suicidio. Una relación completamente enrevesada y estúpida con Lyne. Creo que estoy consagrada a la locura», escribió en noviembre de 1950.

Lo mejor de Diarios y cuadernos. 1941-1995 es que gracias a la sinceridad de Highsmith nos sirve para acercarnos de forma extraordinaria a la escritora, a la que acompañamos desde su juventud, con sus dudas y sus primeras alegrías, hasta la madurez última, tras haber pasado por el éxito, las mil lecturas, su esforzada carrera como escritora -especialmente reveladores de su compromiso con la escritura son sus años como guionista de cómics-, sus constantes y convulsos romances, sus noches de alcohol sin fin, sus amistades complicadas, su misantropía creciente y la creación de algunas de las mejores novelas del siglo XX. Y todo es posible por su desnudez visceral en estos diarios, esos de los que ella misma nunca habló con nadie pero guardó toda su vida con un cuidado extremo. Esta es su confesión. Y es nuestro privilegio poder adentrarnos en su vida.

«Hay monjes -¿los cartujos?- que duermen en su ataúd, por lo visto como preparación para la muerte, pensando en ella con frecuencia noche y día. ¡Yo prefiero el elemento sorpresa! Uno sigue con su vida como siempre, entonces la muerte llega quizá de súbito, quizá por medio de una enfermedad de dos semanas. En ese sentido, la muerte es más como la vida, impredecible». Esta anotación del 6 de octubre de 1993 no es la última de los cuadernos de Highsmith, pero sí la última coherente según su editora. Así acabó su carrera de escritora Patricia Highsmith (1921-1995), un final que ha permanecido oculto, como esta faceta íntima y descarnada de una escritora reacia a explicarse en público. Ahora podemos saber casi todo sobre ella, porque pese a la evidente sinceridad de estas páginas, dolorosa y brutal aunque también tierna en ocasiones, cabe imaginar que Pat se guardó algún secreto solo para ella. Todo lo demás, y es mucho, sí está aquí.

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