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Música

Veinticinco años sin perder el ‘groove’

La Gran Canaria Big Band celebra su aniversario con un concierto en el que compartirán escenario con artistas de talla internacional como Paquito D’ Rivera

Parte de la Gran Canaria Big Band ensayando junto al clarinetista cubano Paquito D’Rivera. | | LP/DLP

Nacida en 1997, la Gran Canaria Big Band, que cuenta con 18 integrantes, se ha abierto paso en la escena del jazz desde sus orígnes en el conservatorio, pasando por sus apariciones en el Festival de Jazz de Canarias, hasta llegar a viajar con sus intrumentos al otro lado del charco a lugares como México. Hoy celebran su XXV aniversario sobre el escenario, acompañados de grandes músicos a nivel nacional e internacional.

«Kirikiki cantaba el gallo, paparapipa». Paquito D' Rivera le da forma a sus manos como quien agarra una flautita y relata aquella vez en la que lo confundieron con el también músico cubano José Antonio Fajardo. Le rodean las risas satisfechas de algunos de los miembros de la Gran Canaria Big Band, que hoy están de celebración. En círculo se presentan Yul Ballesteros (guitarra), Javier Montero (batería), Rayko León (piano), Esteban Ponce (saxo), José Vicente Araña (trompeta) y Chano Gil, director de la banda. La alegría que transmiten viene no solo del 25º aniversario que celebran, sino de los músicos y amigos de los que se rodean.

Con motivo de la señalada fecha, hoy tendrá lugar un concierto en el Auditorio Alfredo Kraus en el que la orquesta de jazz comparte escenario con Paquito D'Rivera y también con los artistas Santiago Auserón, Sole Giménez, Germán López, Virginia Guantanamera, Fasur Rodríguez y Esther Alfonso Da Costa.

Desde 1997, los comienzos de la banda están marcados por el Conservatorio Profesional de Las Palmas, donde surgieron las primeras notas conjuntas, por el Festival de Jazz de Canarias, que los programó durante cuatro años consecutivos, y por el hijo de un acordeonista noruego que «quería ser una especie de Sinatra», tal y como cuenta Chano Gil, director y miembro de la Big Band. «Entonces armaron un tinglao' y montaron todo aquello para la televisión más importante de Noruega», explica Gil haciendo referencia al programa del país nórdico que les ayudó a consumar su despegue internacional.

Trayectoria

Las big bands comienzan a aparecer a finales de los años 20 en EE.UU. y se consolidan en lo que se conoce como la era del swing, a partir de 1935. Con los años, su popularidad va decreciendo aunque gracias a su calidad musical, su versatilidad y y a su capacidad de mezclarse con otros géneros, estas orquestas de jazz llegan hasta la actualidad.

«Lo que hemos conseguido en todo este tiempo es acercar la Big Band a la sociedad. Hemos puesto el timple, el folclore, hemos tocado con Brulio», recalca el director de la formación grancanaria. «Santiago Auserón y Sole Giménez son artistas de pop y los hemos metido también en el sonido big band».

Paquito D’Rivera: «Cada vez que quiero divertirme y perder un poco de dinero, organizo un big band»

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A lo largo de sus 25 años, «habrán pasado más de 150 músicos por la Big Band», declara Chano Gil. La orquesta de jazz grancanaria atraviesa generaciones. «Hay músicos que han formado parte de la banda y ellos cuentan como cuando eran niños iban a ver la big band. Y eso también nos llena de orgullo. No solo hemos evolucionado nosotros, si no que hemos ayudado a evolucionar a otros músicos». A lo que el trompetista José Vicente Araña añade: «Hay músicos que tocan en la big band que son más jóvenes que la big band».

La orquesta de jazz es también una escuela para los arreglistas: «Casi todas las cosas que hacemos nosotros son arreglos exclusivos de la banda. Eso nos da independencia y también originalidad», indica el trompetista. A esto hay que sumar el proyecto Arreglos de Autor que la banda lleva años desarrollando y que celebrará el año que viene su próxima edición. «Tenemos casi 90 arreglos inéditos hechos por músicos propios de la banda».

‘El maestro’

Juan Ramón Martín, trompetista del grupo, llega durante la conversación y saluda a sus amigos. También da la mano a Paquito D’Rivera, al que se refiere como «maestro». No es para menos.

A sus 74 años de edad, el clarinetista y saxofonista cubano que acompaña esta noche a la banda grancanaria, tiene numerosos premios Grammy a sus espaldas y muchas vivencias musicales que contar. «Cuando me preguntan por big band, yo siempre digo que nada suena como un big band, es una orquesta sinfónica, nada suena así. Yo digo que cada vez que quiero divertirme y perder un poco de dinero, organizo un big band».

Cumplir 25 años, no ha sido fácil. Al carecer de apoyo institucional y de ingresos fijos, los integrantes de esta orquesta de jazz tienen que continuar en otros trabajos, en la mayoría de casos ligados al conservatorio o a escuelas de música, para mantenerse a ellos y a sus familias. Por ello, siempre tienen que ensayar por las noches. «Siempre es muy complicado. Los horarios de ensayar son a las nueve de la noche y acabamos cerca de las 12», explican los miembros de la banda, a lo que el saxofonista Estaban Ponce añade: «Y antiguamente terminábamos incluso a las dos y media de la madrugada».

El Teatro Cuyás ha sido un lugar clave para la orquesta de jazz, ya que ahí han conocido a grandes artistas

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Entre las anécdotas que con más afecto recuerdan, Chano Gil destaca aquella vez en la que la banda se tuvo que desdoblar porque en los conciertos de fin de año, los contrataron «dos hoteles a la misma vez». También evoca con cariño la figura del compositor y arreglista estadounidense Sammy Nestico, fallecido recientemente, a la que la banda ha hecho más de diez tributos. En una ocasión, Gil quería comprar uno de sus arreglos que no encontraba por ninguna parte. Después de buscarlos con ahínco pero sin éxito, pobró suerte escribiendo al propio Nestico. «Al final me los regaló», recuerda el director de la banda. «Es uno de los arreglos con los que abrimos este sábado, con el que vamos a abrir el show».

Gil menciona también al Teatro Cuyás, un punto de encuentro clave en la trayectoria del grupo: «Ha sido muy importante para nosotros, porque nos ofreció la posibilidad de conocer a Paquito y codearnos con artistas de gran renombre».

Y antes de los inicios, integrantes de la banda como Rayko León, recuerdan sus comienzos en la música: «Cuando yo iba a estudiar al conservatorio, no había internet todavía, yo iba a una tienda a encargar discos de los que me enteraba. Y de ahí, hasta donde hemos llegado ahora, ha sido una cosa...Esto se ha mantenido por algo más allá del tema económico, porque si no, no existiría la big band».

Dando tumbos para ensayar


A pesar de la relevancia de la Gran Canaria Big Band tanto a nivel nacional como internacional y de la extensa trayectoria que hoy celebran en el escenario del Auditorio Alfredo Kraus, la orquesta de jazz grancanaria no tiene un local de ensayo fijo. A la dificultad de las horas de ensayo, siempre nocturnas, se le suma la incertidumbre de la falta de disponibilidad de un lugar en el que reunirse con tranquilidad cuando se están preparando para algún concierto o proyecto concreto. Aunque ahora «los ensayos son más rápidos» y van más «a tiro hecho», tal y como indica su director, Chano Gil, siguen necesitando un espacio en Las Palmas en el que poder tocar, más aún si se tiene en cuenta que cada miembro de la banda vive en un lugar diferente. «A veces hay que recorrer media isla», sentencia Gil y puntualiza que casi toda la sección de viento es de la montaña, «porque vienen de aprender en las bandas de pueblos como Firgas, Arucas, Agaete o Telde», y que «la gente de los instrumentos armónicos son más de la ciudad, donde hay más grupos de rock». | M.A.

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