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Entrevista

Santiago Lorenzo: "Es bellísima la mentalidad de trainera, remar juntos para ver si llegamos ahí"

El autor de 'Los asquerosos', insospechado éxito de ventas, publica 'Tostonazo' (Blackie Books, como siempre), emotivo y edificante canto a la vida grupal escrito desde el aislamiento segoviano. 'Spoiler': esta pieza también se podría haber titulado 'El tormento de Santiago Lorenzo'

Santiago Lorenzo.

Santiago Lorenzo está contento cuando llegamos a mediodía a la casa donde vive solo desde hace diez años, en una pedanía de la sierra segoviana muy pequeña incluso para los estándares pedáneos. Lorenzo está contento en primer lugar porque pasadas las doce ya no parece que esta mañana vaya a haber obras en la vivienda pegada a la suya, una reforma integral para convertirla en segunda residencia que le tiene amargado. Y en segundo lugar porque es la hora de uno de los cuatro cigarrillos que se fuma al día. Extralargos, eso sí. De modo que todo bien, y más después de unos cafés acompañados con pastas de té de la pastelería Acueducto. "La otra confitería famosa de Segovia es El Alcázar", dice. Le chifla la repostería.

Como exalumno de un colegio del Opus Dei, quizá recuerde los siete pecados capitales.

Claro. ¿Los digo? Gula, lujuria, soberbia, envidia, ira, pereza y… Me falta uno. Posiblemente el que más cometa… ¡Avaricia!

A la pereza parece tenerle especial tirria.

Me parece mucho peor la envidia. La envidia sí que es un pecadazo. Es tirar piedras sobre tu propio tejado. La pereza me provoca toda la indulgencia.

No lo parece por ‘Tostonazo’, una invitación a hacer cosas.

Puedo comprender al perezoso pero me alegro muchísimo de no serlo. Yo he sido muy perezoso y llega un momento en que dices 'esto no te lleva a nada, te perjudica', y dejas de serlo. Durante muchos años yo estuve en la pereza líquida y por suerte me libré. La virtud que se corresponde con la pereza es la diligencia, que es la película de John Ford; en este sentido mola la pereza.

¿Siente nostalgia de hacer cine?

Qué va. Cuando hacías cine nunca hacías cine, estabas todo el tiempo haciendo otras cosas laterales. Echo de menos a tipos como Eduardo Antuña [actor de ‘Mamá es boba’] o Malcolm Scarpa [autor de las músicas de sus películas], que se murió este mes de julio. Yo echo de menos trabajar con Malcolm, lo cual ya no tiene remedio... Disculpa, es que… Puedo echar de menos a la gente brillante que conocí haciendo cine pero en términos generales yo cuando estoy haciendo cine es ahora. Ahora estoy consiguiendo hacer las cosas que a mí me apetecía hacer cuando intentaba hacer cine: contar cosas sin que me venga nadie a decir cómo tengo que hacerlas. Con la salvedad de cuando hacía cortos, ahí sí que hacías lo que te daba la gana y éramos felices.

Lorenzo se interrumpe y señala la pared con el pulgar por encima del hombro. "Joder, han venido estos", dice. En efecto, resuena un martilleo de intensidad media. Es como si una escena de 'Los asquerosos' irrumpiera en la entrevista. "Esto da para otra historia -prosigue amargamente el escritor-. Una historia sobre un tío que escribe eso que escribí yo y va y le pasa. Es cachondísimo".

¿Por qué abandonó el cine?

Yo hice dos películas largas [‘Mamá es boba’ y ‘Un buen día lo tiene cualquiera’]. Una en plena independencia y otra en plena industrialidad o lo que sea. ¿Por qué lo dejé? Porque yo no estoy aquí para que me digan lo que tengo que hacer. Yo estoy aquí para que me diga lo que tengo que hacer mucha gente muy brillante que uno ha tenido la suerte de conocer. Yo no hago nada sin Daniel Torres, sin Jan Martí, sin Rebeca González, sin Eduardo Bravo. Pero que me venga un piernas a decirme lo que tengo que hacer, pues no. No me pregunto por qué deje el cine sino por qué tardé tanto en dejarlo.

Un crescendo del ruido del martilleo vuelve a interrumpir a Lorenzo. "Pues hoy están supertranquilos", valora. "No veas si traen ahora lo del 'papapapa', entonces sí que va a ser el despelote", advierte mientras imita el gesto de manejar un martillo hidráulico.

De las películas clásicas no reconocidas, la mejor es ‘La gran evasión'

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En 'Tostonazo' está el lado oscuro del cine que menciona, pero está sobre todo la alegría de participar en una misión común.

De las películas clásicas no reconocidas, la mejor es ‘La gran evasión’, que va sobre un grupo humano sin un protagonista claro intentando hacer algo que les merece a todos ellos la pena. A mí siempre me sedujo eso de gente haciendo una empresa común, me parece bellísimo, como la mentalidad de trainera, estamos remando juntos para ver si llegamos ahí. Se habla poco de cine en 'Tostonazo' porque es solo un ejemplo de oficio colectivo. El mismo espíritu se da en cuadrillas de albañiles [señala de nuevo con el pulgar por encima del hombro], cuadros médicos y ejércitos. Incluso el oficio de escritor tiene mucho que ver con el trabajo en equipo, aunque parezca pajerísimo y de estar tú solo. Al menos en mi caso. Yo no hago nada sin ciertas personas. Y luego es una gozada que esto que tú haces en tu casa entre en la bolsa de una editorial a la que le apetece publicarte, y entonces empiecen todos a currar, cada uno en su faceta.

Solo me salen cursiladas para explicar el éxito de 'Los asquerosos'. Como que alguien se dio cuenta de que había un tío ahí que estaba haciendo las cosas como quería hacerlas

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¿Por qué cree que ‘Los asquerosos’ supuso un salto cuántico en cuanto a ventas respecto de sus tres novelas anteriores?

A efectos literarios la diferencia grande es que las otras tres son de protagonistas que aspiran a tener relaciones humanas y afectivas y sexuales, y el de ‘Los asquerosos’ no. En cuanto a lo otro, no lo puedo entender y cuando intento entenderlo solo me salen cursiladas, que me creo firmemente. Como que en un momento dado alguien se dio cuenta de que había un tío ahí que estaba haciendo las cosas como quería hacerlas. A mí lo que me parece un éxito es escribir una novela como tú crees que tiene que ser. Y ahora con 'Tostonazo' no pesan nada en absoluto las ventas de 'Los asquerosos'. En el año 17, cuando terminé 'Los asquerosos', escribí una cosa para mí donde me contaba a mí mismo que posiblemente venderíamos 2.500 copias porque era una novela borde, sin personajes y que de ser una película sería una película de presupuesto ínfimo. Pero también escribí que yo sería uno de los 2.500 que la compraría. Lo demás no me causa ninguna preocupación.

La crisis de ruido se acentúa. Hasta ahora David Castro ha tranquilizado a Lorenzo: el micro de solapa es bastante aislante. Pero Lorenzo no se chupa el dedo y exclama: "Esto entra seguro, David". Y vaya si entra. Lorenzo sufre por nosotros y nosotros sufrimos por él. ¿Vale la pena trasladarnos a otro lugar de la casa? "He probado en todos los sitios, hasta en el garaje, y es en todos lados lo mismo. Yo ya estoy hecho…", expone Lorenzo. De modo que seguimos.

Lo que usted estaba planteando es algo parecido a: si te quedas quieto, el mundo pasará antes o después por delante de ti.

En realidad la historia buena que se está contando aquí es la de coger a un tío que en su vida ha vendido una escoba y durante un par de años hacerle creer que lo hace bien y comprarle el libro y todo eso. Puro Disney hasta aquí. Y luego ya devolverlo a la cuneta. Ese tío soy yo. Por eso hemos sacado ‘Tostonazo’, para volver a la cuneta

Si tuviera que escribir el texto promocional de ‘Tostonazo’, ¿de qué escribiría que va?

Yo antes hacía las frases publicitarias de mis libros y lo dejé de hacer con ‘Los asquerosos’ porque no fui capaz, y con 'Tostonazo' lo mismo. Me limito a decir que es la historia de un tío de 19 años que entra a trabajar de aprendiz en un rodaje. 'Tostonazo' va de contemplar la posibilidad de que a veces las cosas funcionan solo porque te has dedicado a hacerlas bien, en vez de hacer trampas.

Un comentario moral sería: tú no tienes que ser un gorrón. Ser un gorrón es una mierda, ser un asco de persona

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¿Se considera un escritor moralista?

El comentario moral tiene una carga narrativa de primera magnitud. Si vas a mirar las películas que te gustan, verás que hay una consecuencia moral en ellas. Y si vas a mirar las películas que no te gustan, verás que han prescindido de ese motor de la narrativa que es la moral o la ética. Si vas a decir una nadería o no vas a decir nada, pues oye, a mí… Lo que yo no soy es un moralista católico. Ni un moralista judío. Pero fuera de eso no voy a renunciar a las posibilidades narrativas que te da el emitir un comentario de tipo moral. Es una palabra con mala prensa y eso que nos hace falta mucho revestimiento moral. Porque se están viendo unas marranadas de caerte de espaldas. Por ejemplo un comentario moral sería: tú no tienes que ser un gorrón. Ser un gorrón es una mierda, ser un asco de persona. Entonces si tú ves que está gorroneando el Consejo General del Poder Judicial haces muy bien en decir que debería renovarse el Consejo General del Poder Judicial para que no estuviésemos sometidos a esta gorronada sin cuento.

No sé muy bien cómo pasan mis días. Yo me inflo a leer, eso sí

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¿Cómo es un día tipo de Santiago Lorenzo aquí?

Tareas del hogar. Vivir aquí te da mucho trabajo y es una gozada. Trabajar en la casa es muy placentero porque es como si estuvieras trabajando en ti. Y nada más. No sé muy bien cómo pasan los días. Yo me inflo a leer, eso sí.

Una teoría quizá aventurada: en ‘Los asquerosos’ y ‘Tostonazo’ el protagonista es un álter ego claro de usted, no así en ‘Los millones’, ‘Los huerfanitos’ y ‘Las ganas’.

No tengo perspectiva. Lo que sí puedo decir es que yo nunca pertenecí al Grapo, eso me parece importante que quede claro: no hay facetas autobiográficas en ‘Los millones’. Pero sí me pasó una vez lo que les pasa a los de ‘Los huerfanitos’, sufrí una ruina absoluta, y sí me ha pasado a mí, como a todos, lo de ‘Las ganas’, ese tema tan bonito de la sequía sexual. Y luego ‘Los asquerosos’ es la historia de un tío que vive en absoluta soledad, yo no voy a llegar nunca tan lejos. Y respecto a ‘Tostonazo’… Yo salgo en ‘Tostonazo, pero soy un tío del que la propia novela habla mal, lo cual es un placer.

¿Quién es usted en ‘Tostonazo’?

Uno que se llama Tiedra, hay que buscarlo.

¿Son Sixto y Pacomio, los vectores del mal en ‘Tostonozo’, un paso más allá de la ‘mochufa’ de ‘Los asquerosos’, como VOX lo es del PP?

Es que la ‘mochufa’ la puedes identificar con todas las opciones políticas, y no lo digo para contemporizar. Para decepción de uno, me he encontrado ejemplos ‘mochuferos’ en todas las opciones políticas.

Cuando lean ‘Tostonazo’ en Barcelona, uno aspira a que en vez de leer Ávila lean a lo mejor Manresa

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¿Conoce Ávila tan bien como parece?

Mi padre fue a vivir a Ávila el día 10 de octubre del año 41, cuando tenía 13 años, y solíamos ir los veranos. Yo conozco bastante bien Ávila, porque además después he ido mucho. Lo que pasa es que estamos como con lo del cine. Claro que amo Ávila. A mi viejo le encantaba, vivió allí su adolescencia y nunca se olvidó de esa ciudad. Un día tenía que hacer yo un trabajo sobre una ciudad española y elegí Ávila, y mi viejo casi que hizo el trabajo, ahí a máquina. Eh, que tengo 12 años, y él ahí dale que te pego. Hasta hizo la portada. Y eso nos lo contagió. Pero Ávila es solo un símbolo de ciudades como esa. Yo he cogido muchísimo amor a Segovia y he amado mucho Valladolid y Bilbao, como Salamanca, Zamora y Palencia. Son ciudades que me han hecho mucho tilín. Cuando lean ‘Tostonazo’ en Barcelona, uno aspira a que en vez de leer Ávila lean a lo mejor Manresa

¿España es un país del que sentirse orgulloso o del que salir corriendo?

Lo mejor que puedes hacer es sentirte orgulloso de todo lo que es inaplazable. Yo me siento orgulloso del narizón que me puso Dios en la cara. Es lo menos tonto que puedes hacer y ya está. Podemos sentirnos orgullosos de muchas cosas. De este idioma. ¿Por qué dejaste el cine? Pues porque si tienes este idiomazo de puta madre es mejor que escribas novelas. Para salir corriendo siempre va a haber tiempo. Además es que se me están ocurriendo otros países que… Es inevitable que mantengas una actitud crítica si tienes dos dedos de frente porque hay injusticias flagrantes, pero dentro de eso pues mirar qué se puede hacer. Y en el lugar donde vivo es que el país tampoco se nota. Miras por esta ventana y esto podría ser Rumanía. Siempre me acuerdo de la cúpula de cierto partido que en el año 17 estaba cantando a voz en grito ‘Soy el novio de la muerte’, y luego vino la pandemia, y me imagino cómo habría sido la pandemia con esos tíos al mando. Qué suerte tuvimos, dices.

Claro: en cuanto acaba la entrevista, acaban los martillazos.

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