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Carrie Mae Weems Artista estadounidense

«Estoy segura de que el Met tendrá un director negro»

La artista Carrie Mae Weems, en la Capella del Macba. Efe

Fue la primera artista negra en exponer en solitario en el Guggenheim y en la Bienal de Venecia, ¿qué se siente al ser pionera?

Es decepcionante. No estoy interesada en ser la primera y siempre me sorprende el hecho de serlo. ¿En qué planeta estamos viviendo para que se me considere pionera cuando ni siquiera soy una gran artista?

¿No se ve como una gran artista?

A veces hago cosas interesantes, pero la mayoría de ellas fracaso y solo de vez en cuando hago algo importante. Hay artistas con trabajos más hermosos y profundos a los que no se les presta atención. Pero me honra que mi arte sea apreciado.

Lleva 45 años reflexionando sobre el racismo en sus fotos e instalaciones, ¿siente que el mundo le da un poco la razón, al fin?

Es emocionante todo lo que está sucediendo a raíz de Black Lives Matter, aunque siempre da miedo que el impulso se pierda por el camino. Queda mucho trabajo por hacer. Toda mi vida ha consistido en hablar de la desigualdad y la justicia social, en buscar la manera de tratar la violencia y el racismo desde una voz crítica, pero con compasión y amor. Es necesario mirar el desastre con valentía, aunque te dé miedo.

¿Miedo?

Tengo miedo todo el rato. Estoy preparando un proyecto y sé que quizá necesite un guardaespaldas una vez inaugurado. Hemos entrado en un momento político de violencia salvaje en EEUU: la derecha ha asaltado el Capitolio y la vicepresidenta Kamala Harris es amenazada a diario por representar el cambio.

¿Nos puede explicar en qué consiste ese proyecto?

Va sobre el circo de la política y el trumpismo, sobre la corrupción del poder. Va más allá de Donald Trump, pero él es la encarnación.

¿Cómo vivió su elección tras ocho años de Barack Obama como presidente?

Fue una reacción violenta, igual que con la derogación de la sentencia Roe contra Wade para las mujeres. Ahí reside el poder de la derecha: son los más temerosos del cambio. La lucha se ha desplazado al cuerpo femenino. ¿Seguirá produciendo blancura? Es parte del nacionalismo. Hay una especie de fascismo en esa imposición de la voluntad del Estado al cuerpo de la mujer blanca y el cuerpo del hombre negro, que debe ser destruido y profanado.

¿Cómo se llega a esa situación?

La victoria de Trump nos mostró qué es Estados Unidos y qué están dispuestas a hacer las personas para aferrarse al poder y el control. Mucha gente pobre le votó, personas sin un dólar apegadas a la idea de supremacía y para las que Obama fue una bofetada. Dijeron: «Esto no sucederá nunca más en nuestro país. Lo destruiremos si eso significa que esa negrura se apodere de nuestra tierra».

¿Considera que ha disminuido el racismo?

La mayoría de nosotros elegimos mirar hacia otro lado. Todos elegimos cada día cómo vamos a vivir nuestras vidas, qué estamos dispuestos a cambiar de nosotros mismos. Sé lo que piensa la derecha, pero no escuchamos demasiado a la izquierda hablar sobre el tema. Se considera correcto mantener los niveles de blancura y nuestras tradiciones, no queremos que cambien ni se bastardicen. Entiendo esas ideas y el miedo. A veces creo que no sé lo que la mayoría de mis amigos piensan del racismo o el aborto.

¿Por qué cree que no lo sabe?

Porque tienen miedo. A ser etiquetados, a ser percibidos como fanáticos o con prejuicios. Y a veces simplemente aún no sabes lo que piensas sobre un tema, pero te preocupa. Es un gran momento para estar preocupado. Para hacer preguntas, incluso cuando no tenemos las respuestas. Vivimos detrás de un velo que acaba siendo un subterfugio que permite que suceda mucha mierda y no hacer nada al respecto.

¿Qué le parece que todos los museos se disputen su obra ahora? ¿No le fastidia ese oportunismo?

Se me han acercado instituciones toda mi vida, lo cual no quiere decir que no haya experimentado prejuicios o intolerancia. Lo que hago es invitar a otros artistas, músicos, escritores, pensadores, ecologistas y científicos. Es parte de mi trabajo: llevarlos a instituciones que no los acogerían, descubrirles que existen.

En 1992, tras la paliza a Rodney King, hizo un plato conmemorativo dedicado a «todos los hombres negros que lleguen vivos a 2021». ¿Qué diferencia hubo con el asesinato de George Floyd?

La pandemia. Millones de personas estaban encerradas, mirando las redes. Lo vimos en tiempo real, fue casi una ejecución. Súmale la ola de calor, el verano, millones de personas ante la tele al mismo tiempo… de repente se despertó una conciencia. La gente entendió que algo estaba mal y que había que abordarlo.

En su obra ha reflexionado mucho sobre la violencia, ¿ha hallado una manera útil de canalizar la ira?

A veces, el conflicto y las revoluciones son necesarios, por mucho que deteste la violencia. Vamos a pasar por muchas cosas muy feas mientras negociamos el cambio. Los poderosos no renunciarán al poder fácilmente. Lo mejor que podemos hacer por nosotros es usar nuestra ira y compasión. Claro que me enfado por ciertas cosas. Pero más que ira, lo que me generan las injusticias es tristeza. Lo que debemos hacer como artistas es iluminar.

¿Cómo decidió que sería artista?

A los 8 años ya era una existencialista. Siempre fui rara, me encantaba estar sola. Aún disfruto del estar sola haciendo mis locuras. De joven entendí que había sido bendecida con la habilidad de hablar y no temer a hacerlo. Estoy en deuda con mis padres por esa educación.

¿Se imagina un director del Met negro?

Estoy segura de que así será. Que no haya diversidad en los primeros puestos de los museos es un delito. Hemos sido encerrados en compartimentos marcados por una noción imperial de nosotros mismos y la importancia de Occidente. Mientras estemos encerrados, pensaremos que lo blanco siempre es lo correcto.

Muchas instituciones están intentando corregir eso.

Pero cuando lo haces a destiempo, pones lo que sea. He visto tantos programas y exposiciones malas que no lo soporto. No me importa si es un trabajo de un artista blanco o negro, quiero ver lo mejor. A personas que lideren por su visión. Hay muchos blancos en puestos que no deberían ocupar.

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