Un Emmy, dos Goya, más de 25 películas nacionales e internacionales, Lucas Vidal volvió a España hace dos años y lo hizo con su primer disco bajo el brazo: Karma. El equilibrio electrónico y orquestal forma parte de la recta final del Festival Contemporáneo, donde pretende acercar desde lo inmersivo a un mundo ajeno por tan propio. Coge el avión, está tranquilo, su vida está en las notas que pulsará en el Teatro Guiniguada, hoy, a las 20.00 horas, después de haber dado una clase magistral por la mañana, a las 11.00 horas, abierta a todo aquel que quiera sorprenderse con una didáctica amable y divertida. Conoce Canarias de cerca gracias a sus tíos Anatol Yanowsky y Carmen Robles, nombres ilustres de la danza en las Islas. Ahora se concentra en su música, su familia y su afán por bucear en la calma del tiempo.   

La portada de su primer disco tiene un calderón que hace reverberar a un cerebro brillante. Dos años después, ¿eso es Karma, un cauce musical que aún persiste?

La intención fundamental del disco era intentar salirme de mi zona de confort. Lo decidí hacer con este primer álbum en solitario como una manera de expresión musical diferente al que estaba acostumbrado, donde conviven la música electrónica y la música orquestal. En ese momento, me volvía a España porque creía que era un buen momento a nivel familiar el hecho de volver a mis raíces. Ha sido un trabajo muy importante para mí, tanto a nivel musical y personal. 

Decía que mientras estudiaba composición sus amigos se iban de fiesta. 

[Risas]. Me gustaría haberlo hecho más. Cuando estuve en el Berklee College Music de Boston, me iba a la biblioteca los fines de semana a estudiar a Wagner o a Bach mientras mis amigos iban de fiesta. Poco lo he hecho. Pero creo que fueron unos años de inversión muy interesantes para formarme a tope.

En el Festival Contemporáneo, al que acude, ha estado presente esta cuestión, ¿hay que modernizar la enseñanza?

Hay que estar abierto a todo. Indudablemente, tener una base clásica siempre ayuda, pero considero que al final la música es evolución constante y, por ello, hay que entender esa evolución artística que se va gestando. Por tanto, en la música clásica hay que hacer un esfuerzo para atraer al público y, sobre todo a los niños, haciéndolo de una manera muy divertida. Hay piezas, como Pedro y el lobo, que es una historia donde los instrumentos actúan, por así decirlo. Luego, hay otras, como los ballets de Tchaikovsky, al estilo de El Cascanueces o La Cenicienta, que son cuentos que conocen con los que puedes ponerles vídeos de Youtube para que se vayan familiarizando. Independientemente del gusto de los padres, lo haría poco a poco, con constancia. Al fin y al cabo, la música clásica eleva el alma, el arte en general, y qué mejor que apoyar estas disciplinas.

¿En qué momento se elevó?

Recuerdo mi primera clase de solfeo, que tenía cuatro años, y no sabía ni lo que era. También, recuerdo mi primer libro de piano, mi primer concierto, que era en la escuelita Mirasol... Recuerdo a mi padre tocando piano en fin de semana y yo jugando a los legos, a la vez que iba haciendo ejercicios de oído, o mis cursos de verano con la flauta. Mi vida siempre ha estado muy asociada a la clásica. 

¿Qué preferiría que pasara hoy, si se pudiera, que el público lo bailara o lo reflexionara? Más pasada la pandemia

Me haría mucha ilusión que la gente que viniera descubriera a partir de este proyecto la música electrónica u orquestal. Es muy inmersivo y audiovisual, divertido y ameno, es de sentarse y escucharlo, a la vez que exploras nuevas unas sonoridades. Este tipo de iniciativas vienen bien, como cualquier concierto donde uno esté atento y lo comparte con la gente, sobre todo, después de estar estos años aislados. Pero ya tenemos una cultura segura que hay que disfrutar.

¿Qué opina del uso de la inteligencia artificial en la creación de obras artísticas?

Como experimento es interesante, pero el alma de un ser humano es irreemplazable. 

Con 25 filmes, ¿en qué medida le encorseta este trabajo?

Son maneras muy diferentes de componer: con la película hay un guion y tengo que añadirle emociones a los personajes y demás; sin embargo, en Karma, la música es la protagonista y tú creas tu propia estructura de la nada. 

Hay producciones en las que ha participado, como Élite, que llevan a la polémica. Como compositor, ¿se abstrae de ello?

Ya no trabajo en Élite. Pero creo que cualquier ficción puede llevar a discrepancias con el público. Lo interesante es aprender de todo desde un punto de vista constructivo, tanto de la audiencia, como de la polémica o la intención de la obra. La cultura es la cultura. Hay que respetar y, mientras que no sea totalmente hiriente y mantenga unos límites, no creo que haya que censurar el arte.  

¿Qué tiene presente cada vez que dirige?

Siempre la empatía. Ser humilde y ponerme al mismo nivel que la orquesta porque los protagonistas son los músicos. Intentar entender que la vida son dos días y que se puede bien trabajar con los músicos desde la tensión y la jerarquización, o desde el placer y disfrutando de la belleza de la música. 

¿A quién admira de los compositores nacionales?

España tiene compositores maravillosos, de la talla de Alberto Iglesias o Zacarías de la Riva. Hay muchos que están creando una escuela internacional y ya somos un referente, no solo en lo musical sino para la industria del entretenimiento con la calidad de los técnicos, actores, es decir, de las producciones que estamos haciendo. Es hora de darse cuenta que la Marca España es muy válida. Siempre hay que apoyar a la cultura, y no lo veo desde un prisma político, más bien desde lo social.  

Escuchando Napoleon’s dream, ¿cómo no se ciega ante la volatilidad del momento?

Un día soñé con Napoleón y al levantarme quise meterme en su mente. A lo que me dices, vivo el presente al 100% y trato de hacer lo que me gusta y ser buena persona. No hay mucho más. Mis padres nos han educado en entender que hay límites y tener vida para nosotros.  

¿Qué recuerdo orquestaría?

Intentaría orquestar... Mi primera grabación orquestal. Fue muy emotiva.

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¿Qué descubrirá mañana quien vaya a la clase magistral?

Tienen que venir y verlo. El mensaje lo dejo ahí: va a ser muy divertido.