El programa de ocho obras del flautista español Paco Varoch y la extraordinaria pianista noruega Benedicte Palko aportó al Festival Contemporáneo una rica exhibición del piccolo, o flautín, instrumento difícil pero extraordinariamente versátil en manos del primero, que ocupó hace pocos años la plaza solista de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.

Las posibilidades inéditas de los instrumentos forman parte esencial del progreso de la música, y esta sesión ha sido paradigmática en hallazgos con frecuencia insólitos en un instrumento de tesitura limitada. Altísimos agudos dilatados en armónicos, bella respuesta a todas las presiones del aliento, compleja gama ornamental, variantes del color y casi increíble agilidad de los dedos sobre llaves y registros marcaron un desafío, un redescubrimiento tímbrico y una didáctica motivadora para los jóvenes estudiantes. El concierto tuvo lugar en el Conservatorio Superior de Las Palmas.

Comenzó con la bella dicción y el aura postromántica del notorio compositor ucraniano Valentín Silvestrov, en estos momentos oculto en Kiev. Sus Melodías de los Momentos son un friso de temas memoriales que concluyen en una nana. Instantes emotivos y gran ovación para Ucrania y su más famoso creador musical.

Los estrenos absolutos fueron dos: el del joven compositor canario Tadeo Ramos titulado Pyu, construido para el dúo sobre especulaciones armónicas de amplio aliento poético, que despertó una ovación muy afectuosa; y Nubes, del vasco Erkoreka, Premio Nacional de Música de este año 2022, ardua página de virtuosismo para piano solo, en dos movimientos subtitulados Cúmulos y Limbos, la primera sosegada y poética, la segunda abigarrada y violenta. Del mismo autor escuchamos Quartz para piccolo solo, impresionante discurso sobre la antítesis y la discordancia, con vaivén de intensidades extremas entre el misterioso ppp y el amenazador fff.

Bellísimo el Dolce tormento de la consagrada finesa Kaja Saariaho, pieza del 2004 para solo de flauta: metástasis del Renacimiento italiano en figuras de actualidad, con el incentivo de hacer dialogar la voz humana del intérprete con el sonido del instrumento. Muy aplaudida la impecable versión de Varoch.

Dos compositores norteamericanos cerraron programa: McGowan con Rickshaw Zip, el famoso «taxi» de varias ciudades orientales que corretea a lo loco, descansa, piensa y vuelve a correr, todo ello hábilmente manejado en esta visión sonora; y Daugherty, saltos caprichosos, bellas estridencias y un «klangideal» que, como en el caso anterior, denota una atmósfera musical diferente de la europea.

En suma, original programa inmejorablemente presentado en solos y dúos virtuosos de la más brillante ejecución.