Apenas han dormido unas horas y el cansancio, en realidad, es el sello de la alegría que ha marcado una noche irrepetible en sus vidas. Luz Gabás y Cristina Campos no dejan de atender llamadas, entrevistas, mensajes, abrazos y palabras con la sonrisa de quien es la ganadora y la finalista del Premio Planeta 2022. Ya llegará la calma con los días, pero, en estos instantes, no consideran echar el freno, solo salvar algunos minutos para sí entre las declaraciones que sobrevuelan desde Barcelona la escena literaria internacional. Lejos de Luisiana e Historias de mujeres casadas, las obras que la han elevado al podio con un millón de euros y 200.000, respectivamente, están entrelazadas con las voces de unos personajes que, a pesar de su tiempo y circunstancias, luchan contra los límites impuestos por lo hegemónico. Un poco de su anhelo queda en ellas.

La aragonesa Luz Gabás aún no se baja de la nube. Durante el discurso de agradecimiento del sábado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña refrendó con un rotundo "estoy orgullosa de mí misma" el tesón con que en los últimos años ha abordado su quinta novela. Convertida en refugio mientras una pandemia y las afrentas personales tales como la enfermedad sucedían fuera de su imaginación, bosquejó las líneas temporales y las interrelaciones de su reparto coral con la minuciosidad de los orives. Las latitudes intangibles la hicieron viajar por el cauce del Misisipi en la Luisiana del siglo XVIII. El germen fue la investigación que había incentivado una colección de Zenda en 2018 a través de la cual se preguntó cuáles eran las circunstancias de aquellas tierras pobladas por los indios nativos que se disputaban los colonos de las potencias española, inglesa y francesa.

"Mi intención era hacer un fresco de lo que sucedía allí, tanto de cómo se vivía, de la gente y de la variedad habida", destaca de los márgenes ocultos de la historia en los que indagó. Primero, tiró de la vida de Bernardo de Gálvez, luego, se interesó por su esposa, la intelectual Felicitas de Saint-Maxent, pero, encontró en estos personajes históricos las constricciones de la realidad, "al escogerlos no podía dejar volar la imaginación, por lo que creé otros que me dieron más libertad de acción". Así, después de una investigación profunda que rebuscó entre archivos y artículos alejados de lo canónico, surgió la protagonista del libro, quien lucha entre el deber y la pasión en una época marcada por los dictámenes morales y, también, otra mujer pionera que deja atrás su vida con el fin de vivir junto a su amante, o las familias que, convocadas desde las islas Canarias, iban a crear nuevos asentamientos a los confines del mundo conocido.

El escrito, enmarcado en el género histórico, bebe de la tradición que inició Walter Scott en el siglo XIX, donde encuentra paralelismos entre el contexto social y literario de entonces y la actualidad. "Mi teoría, y la de muchos, es que la novela histórica surge como un deseo de evasión de lo que ocurría durante la transición entre la Ilustración y el Romanticismo, algo por lo que gusta tanto: el lector va al pasado, a otros mundos, y, a la vez, encuentra similitudes con su contexto. Incertidumbre, enfermedad, guerra… Cuando escribí estas palabras me pregunté, de qué estoy hablando, pues de lo que pasa ahora, solo que ahora estamos calientes y no nos falta comida".

Amparada por el éxito de Palmeras en la nieve, la exalcaldesa de Benasque por el PP saboreó las mieles en 2012 cuando su primer libro copó las listas de los más leídos. En 2014, viajó a Gran Canaria junto a su familia con motivo del rodaje de la película protagonizada por Mario Casas y Adriana Ugarte, un tiempo emotivo al reencontrar sus raíces, y ríe ante la posibilidad de volver a trasladar a la pantalla grande Lejos de Luisiana, "sería difícil, pero si alguien se atreve sería como una especie del Último mohicano español".

Con las cicatrices del presente, Gabás admite ser parte de una generación cuya promesa dada era mejorar irremediablemente cuando, de repente, "ve que todo se está desmoronando". Entonces, la escritura llega sanadora a su auxilio e insiste no en escribir sobre lo que uno sabe, como decía Manuel Vicent, sino sobre lo que uno siente para cumplir su fin último: "La imaginación es una válvula de escape que nos permite soportar la realidad". Como le ocurrió a Cristina Campos hace una vida.

Luz Gabás y Cristina Campos durante la mañana de ayer, realizando numerosas entrevistas, en el Hotel NH Collection Constanza de Barcelona. Arduino Vannucchi

La escucha de un tiempo

Durante la aceptación en la gala de los LXXI Premios Planeta, Campos aludió a la habitación propia de Woolf en la que encierra su pensamiento y obra, en profunda, remarca, solitud. La anécdota que describió durante la ceremonia ha trazado su inquietud literaria: la expulsión durante BUP de un instituto por haber suspendido Física y Química, entre otras materias, la desunió al mismo tiempo de sus amistades. Sin redes sociales a través de las que mantener el contacto, cultivó otras con la edad a medida que iba labrando su carrera en el mundo cinematográfico. De ese círculo íntimo ha bebido la inspiración para los cuatro personajes que contraponen la infidelidad femenina a la masculina en Historias de mujeres casadas.

"Una mujer de mi edad está entre la tradición de nuestros padres y, por ejemplo, las ideas feministas, poliamorosas, de una generación como la de mi hija: estamos entre esas dos aguas. Gabriela, mi protagonista, no sabe llevar una doble vida en la que está con su marido una semana y con su amante un día, por lo que termina enamorándose, mientras que su amante sabe diferenciar bien entre la esposa y la amante”, detalla. "Escucho muy bien a mis amigas y hablo de ese tipo de mujer que le cuesta separar el sexo del sentimiento, así que las cuatro historias de mi novela han sucedido. Ojalá vuestra generación lo logre, disfrutar del sexo y ya está", alienta.

No deja de tararear Corazón loco, dúo entre Bebo Valdés y El Cigala, a la vez que recuerda las cuatro aristas narrativas: Gabriela, una periodista que queda prendada de la mirada de un desconocido; otra mujer que no siente deseo hacia su marido porque es lesbiana, "pero no se atreve a reconocerlo porque mi generación no ha estado preparado para ello"; luego, otra joven que descubre que su esposo tiene relaciones sexuales con prostitutas; y un canto a la tercera edad con una mujer de 70 años que reencuentra a un antiguo amor mientras sostiene el cuidado y reposo de la cotidianidad con su pareja. "De esto no se habla: del deseo de las mujeres casadas, de cómo, incluso, dejas de desear sexualmente a tu marido".

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No teme las lecturas de sus parientes, solo la entristece haber abandonado a esa pléyade de caracteres que la han acompañado los últimos tres años después de haber publicado hace seis Pan de limón con semillas de amapola. Un tercer embarazo, la vuelta a la normalidad, el crecimiento personal y profesional la han envalentonado en este tiempo y dirime las opciones al haber recibido el que considera un reconocimiento hermoso a su trabajo: el cine o la escritura. "Me siento absolutamente sola escribiendo y absolutamente acompañada haciendo cine".

A Luz Gabás y a ella las espera una intensa gira de promoción en la que esperan que sus libros, amparados por la editorial, echen a andar con la premura de quien descubre la vida en manos de otros lectores cuando estén disponibles en toda España el próximo 4 de noviembre.