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Arquitectura | Premios Miguel Martín-Fernández

El Colegio de Arquitectos premia la sostenibilidad de Alonso+Sosa

El equipo de profesionales obtiene cuatro de los galardones por el edificio de usos múltiples La Loza y un grupo de viviendas y un parque situados en El Pajar

El Colegio de Arquitectos premia la sostenibilidad de Alonso+Sosa | JAVIER CALLEJAS / MARÍA RODRÍGUEZ CADENA / JOSÉ OLLER

Tres proyectos que destacan por su modernidad, inteligente adaptación al entorno y sostenibilidad, han recibido este año el respaldo absoluto del Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria concediéndoles cuatro de sus premios más importantes que llevan los nombres del prestigioso artista Miguel Martin-Fernández. Estos tres proyectos que pertenecen al equipo Alonso + Sosa Arquitectos, formado por los profesionales Evelyn Alonso Rohner y José Antonio Sosa, estando uno de los trabajos galardonados en el barrio de Miller Bajo de la capital grancanaria y los otros dos en la urbanización del Pajar en Arguineguín.

El Colegio de Arquitectos premia la sostenibilidad de Alonso+Sosa

El primero, el de Las Palmas de Gran Canaria, es el proyecto que se ha llevado el premio más importante, siendo distinguido por la mejor obra y el premio a la mejor rehabilitación. Se trata del edificio para usos múltiples La Loza. El trabajo en este caso se centró en recuperar y rehabilitar un edificio industrial abandonado en 1960. «Su estructura ofrecía la ventaja de una disposición muy regular de pilares. De manera que, una vez eliminados los tabiques y múltiples añadidos, resultaba una estructura hipóstila casi perfecta que se conservó por razones de sostenibilidad», señala Evelyn Alonso. «Desmontar, limpiar y eliminar enfoscados viejos condujo al edificio a un nuevo punto cero a partir del cual iniciar el proceso de ocupación; y esto se hizo evitando divisiones, dejando libre la retícula de pilares desnudos; generando por lo tanto un espacio pautado e indeterminado», añade.

El Colegio de Arquitectos premia la sostenibilidad de Alonso+Sosa

Pero rehabilitar un edificio tan antiguo fue más que un problema, una oportunidad. «La decisión de reciclar la estructura supuso una reducción del coste medioambiental de más del 50% en el total de la obra», señala. En este punto, José Antonio Sosa subraya que «se redujo el coste de demolición y posterior vertido, además de evitarse una nueva estructura de hormigón que implica un alto consumo energético». Indudablemente «esto no se logra dejando la estructura tal cual, siempre implica medidas de mejora de sus prestaciones estructurales, para lo cual contamos con un gran equipo de arquitectos especialistas en estructuras, como es reVRG».

El Colegio de Arquitectos premia la sostenibilidad de Alonso+Sosa

Evelyn Alonso recuerda que la corriente actual en la arquitectura lleva a trabajar en equipo con diferentes especialistas para lograr la eficiencia espacial, tecnológica y medioambiental, lograda aquí con la ayuda del equipo de ingenieros de Claudio Medina, así como con la de un promotor del Grupo Domingo Alonso que siempre juega un papel determinante en la calidad del proyecto. «También ellos tenían como objetivo lograr esa alta eficiencia del edificio con elementos pasivos, ventilaciones naturales o logrando profundidad con la iluminación natural, factores alcanzables con soluciones arquitectónicas mejor que con grandes elementos tecnológicos». José Antonio Sosa añade además que el pensamiento contemporáneo es el gran definidor del proyecto arquitectónico al establecer principios de organización y de disposición menos jerárquicos y mas abiertos. «Aquí resolvimos la disposición organizativa mediante una arquitectura más algebraica que geométrica. La retícula de pilares se convierte en una especie de partitura en blanco, o un espacio pautado, donde anotar los elementos que organizan el programa, puntuando el espacio como hacen las notas sobre el pentagrama». La Loza fue finalista junto con otras ocho de Portugal y España en el premio ArquinFad, en el Premio S-Arch y en el Transfer. «Fue una gran alegría haber recibido el premio Miguel Martín- Fernández aquí en nuestra propia tierra», aclara Alonso.

Alvar Aalto

«Siempre es una alegría mayor cuando te reconocen en tu propia tierra; lo que nos recuerda aquel extraño nombre para una barca que utilizó Alvar Aalto para la suya: Nemo Propheta in Terra. Pero también porque el mérito alcanzado es siempre para todo el estudio, y nos atreveríamos a decir también, que para la Escuela de Arquitectura, a la que pertenecemos». El segundo proyecto lleva el nombre de Un jardín para cada casa sobre viviendas en El Pajar, Arguineguín, San Bartolomé de Tirajana, obtuvo el premio residencial, y se trata de un grupo de 49 viviendas muy cerca de la playa. Aquí se buscó, sobre todo, lograr la privacidad del jardín «La ordenanza llevaba a una edificación por plantas, pero pensamos que sería una oportunidad perdida no tratar de ampliar las superficies al exterior dotando a cada casa de un pequeño jardín, al que se quiere dar el carácter de habitación extra al aire libre y por ello, necesitado de cierta privacidad», aclara Evelyn Alonso. «De ahí la forma final del proyecto, que con sutileza trata de lograr espacios exteriores propios y de señalar la individualidad de cada casa. La selección y disposición de la vegetación fue muy importante para lograr la privacidad de estas viviendas vacacionales gestionadas por Cordial». En este caso fue muy importan te mantener la vegetación colindante por dos razones: para crear sombra, mejorar la temperatura ambiental, y para compensar el CO2 producido por los habitantes y visitantes. «Los árboles tienen también un impacto positivo sobre el paisaje cotidiano, como sucede con las grandes casuarinas existentes a lo largo de la playa del Pajar. Plantar más árboles, mejoraría notablemente las urbanizaciones del sur. En este sentido es notable la diferencia entre tramos de vías, arboladas y otros convertidos en verdaderos solajeros intransitables», destaca José Antonio Sosa.

El tercer proyecto galardonado es el parque de El Pajar Jardines paralelos, con el premio de Diseño urbano, justo en un lugar emblemático del pueblo. «El entorno en que se sitúa el parque reúne en pocos metros una muestra, pequeña pero potente, de toda la actividad insular: agricultura, pesca, industria, viviendas y turismo. Como si alguien hubiera querido reunir allí una reproducción en miniatura de todo lo que aquí hay», recuerda Alonso. «El parque ocupa el centro de este entorno heterogéneo deseando ser un espacio de descanso y frescor entre tanto ajetreo. La topografía del parque asciende levemente hacia el mar en bandas irregulares y paralelas en las que se alterna vegetación, estancia y paseos. Carece de pavimentos continuos, dejando que la tierra respire en todo momento y la hierba crezca entre las amplias juntas dejadas». Sosa añade que en este proyecto la secuencia de bandas irregulares «ordena también la vegetación, que dentro de su heterogeneidad sintrópica, va haciéndose más alta a medida que se acerca al mar». Aquí también contaron con un especialista, en este caso para la jardinería, Gerardo Hernández. «No hace aun dos años de plantado, y ya hay algo de la mucha sombra deseada. Un parque tarda mucho tiempo en ser como se imaginó, pero lleva camino de alcanzar pronto ese estado gracias al clima y al agua subterránea que discurre bajo el barranco de Arguineguín».

Imágenes de los tres proyectos de Alonso + Sosa que han obtenido los premios del Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria. Las dos primeras fotos, a la izquierda, son del edificio para usos múltiples La Loza, situado en la calle Diego Sarmiento 11 en Miller Bajo, Las Palmas de Gran Canaria, un antiguo edificio industrial que fue construido en 1961 y llevaba cerrado 30 años. Sobre estas líneas, el proyecto ‘Un jardín para cada casa’ de viviendas en El Pajar, Arguineguín, San Bartolomé de Tirajana. Se trata de 49 viviendas, cada una de ellas con un pequeño jardín, al que dio el carácter de habitación extra al aire libre necesitada de cierta privacidad. De ahí la forma final del proyecto, que trata de lograr espacios exteriores propios y de señalar la individualidad de cada casa. A la izquierda, el parque del Pajar en Arguineguín, San Bartolomé de Tirajana. La topografía asciende levemente hacia el mar en bandas irregulares y paralelas en las que se alterna vegetación, estancia y paseos. |

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