Con un programa inteligente, titulado Guerra y paz, el tenor grancanario Manuel Gómez Ruiz ha centrado la clausura del sexto ciclo anual de conciertos de la Casa de Colón Música en el patio. Las óperas de Haendel y las «cantadas» de Joaquín García custodiadas en la Catedral capitalina evocaron la visión barroca de la guerra y de la paz en el incipiente clasicismo de la música sagrada del siglo XVIII.

Dos mundos bien definidos, contrastados en sensibilidad y estilo, hermosos, difíciles y admirablemente vocalizados por el solista. Muy bien apoyado por el conjunto instrumental Flamma ensemble, toda la interpretación ha sido un modelo de estilo y una lección de musicalidad.

Con las cuatro escenas de dos óperas italianas de Haendel, Rodelinda y Tamerlano, marcó impecablemente el cantante la estética y la técnica del primer cuarto del siglo XVIII. Entonación generosa en el sonido, volúmenes contrastantes y una vocalidad tan atractiva en el canto exento como en las difíciles ornamentaciones, que exigen un oído perfecto y una técnica de emisión segura.

Esta serie de recitativos y arias marcaba en el programa la violencia y crueldad de la guerra, pasadas por la elegancia formal del gran compositor.

La paz no podía estar mejor representada que en las cuatro Cantadas catedralicias de Joaquín García, gran creador pre-clásico que es objeto de un amplio estudio por parte de Manuel Gómez, auspiciado por el BBVA. Ya está editado y a punto de distribución el CD Arda mi afecto con seis de esas joyas a cargo del tenor y el mismo conjunto instrumental. Gómez Ruiz ha enfocado la musicalidad del maestro de capilla en su idónea esfera musicológica y expresiva.

Las cantadas, cuyo texto literario es anónimo, se apoyan en metáforas de la Naturaleza y la Humanidad para ilustrar una música muy personal, aparentemente sencilla y con señales de identidad inconfundibles. Lo que era furia en Haendel es en García linealidad melódica, ternura, éxtasis contemplativo de la divinidad. La voz y la cultura del tenor trascienden en esos acentos con el color, los volúmenes y el halo poético exactos.

Imprescindibles en vivo y en la grabación, Lorena Padrón, Laura Díaz (violines) José Alvarado (viola), Amarilis Dueñas (violonchelo) y Patricia Robaina (órgano), secundan la calidad del cantante en este alarde de juventud que siguen emitiendo estas músicas iluminadas. Llenazo en el patio y atmósfera de satisfacción plena.