Entre flashes, besos y aplausos, entra Manolo Vieira a través de las tenues luces del Chistera. Su presencia ilumina la sala y también las caras de los presentes, con el sonido clapclapclap flotando en el aire lleno de cariño. Manolo Vieira se siente —y está— arropado por su público: no podría ser de otra manera después de 42 años de trayectoria, después de tanto tiempo siendo uno más durante las cenas de Nochevieja de los canarios y canarias. Mientras le hacen fotos, se apagan todos los murmullos de la sala. "Este silencio no lo hay aquí ni cuando está vacío". Más flashes. "Verás cuando se lo cuente a mi mujer". Risas. "Manolo hace reír y a Manolo se le quiere", dice Cándido López que, junto a Santi Falcón, toma asiento y acompaña al humorista sobre el escenario.

La última y nos vamos... a saber dónde, es el show de despedida que Manolo Vieira ha presentado hoy para despedirse de las tablas y echar unas últimas risas con aquellos y aquellas que lo quieran acompañar. Desde el 18 de noviembre y hasta el mes de diciembre, estará cada fin de semana en Chistera presentando esta propuesta que pretende ser más teatral y nostálgica, para que el público se encuentre "al Manolo Vieira más entero y cercano". Esta despedida se realizará en dos fases: la ya mencionada, que culminará a final de año con el cierre del Chistera, espacio que Vieira abrió después de "trabajar mucho y reunir dinero"; y una gira posterior por diferentes teatros y recintos de la geografía española, que terminará en las dos capitales canarias.

"Esto no es un punto final, es un punto y seguido", ha recalcado Santi Falcón, que ha querido dejar claro que de aquí hasta mayo estarán trabajando, llevando La última y nos vamos a todas las Islas del Archipiélago y también a la Península, además de grabar el programa de Navidad.

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Manolo Vieira presenta su último espectáculo 'La última y nos vamos' Andrés Cruz

"¿Me se oye?" Vieira se acerca al micrófono, enchaquetado y con las manos agarradas, ante una sala expectante con cabezas llenas de preguntas. "Llevo dos o tres años preparando esto", relataba el cómico, "y la edad no perdona, yo tengo que moverme mucho encima del escenario y ya no estoy para este tipo de actividad. Eso no quita que yo de vez en cuando escriba", explicó para aquellos curiosos que querían saber en qué va a emplear su tiempo cuando se retire de las tablas. Vieira habla de su bloc de notas sobre la mesita de noche, de un posible libro de vivencias para los próximos años, incluso de volver a su antiguo oficio: la carpintería. "Tengo claro que tengo que buscar actividad física y mental", recalcaba el humorista que tras tantos años de carrera profesional, sigue manteniendo su duende, sus ganas de divertir y de divertirse. "La vida obliga a todo, menos a dejar de amar y reír. Y sigo amando y riendo".

Una larga trayectoria

Entre anécdota y anécdota, se remonta a sus comienzos: "Del 81 al 85 estuve trabajando en tres trabajos a la vez. Un amigo, en la Isleta, me dijo: qué difícil está encontrar trabajo. Y yo avergonzando pensé: si tú supieras que los tengo yo todos". Vieira trabajó muchos años en Madrid, desde el 86 al 2000. Cuando recuerda sus inicios en el mundo de los chascarrillos, piensa en aquel pub en el que contaba chistes y no tenía ni escenario. En Madrid actuó con María Dolores Pradera, quien entre bambalinas le dio "las manos frías y temblonas". La artista le dijo algo que no se le olvidará: "Esto no se va, si eres artista, temblarás toda tu vida". "Eso me enseñó mucho", apuntaba Vieira, "porque cada vez tiemblo más, muchachos".

Orgulloso del camino elegido, a su yo del pasado, ese Manolo que se subió un 1 de junio de 1981 a un escenario, solo le diría tres palabras: "Bien hecho, Manué". Ahora, satisfecho por lo conseguido, le queda una ilusión que sabe que es casi imposible: que el Chistera sea algún día un museo, su museo. Aunque lejos de la ambición, como lo ha estado siempre, Vieira solo tiene un objetivo: "Que me recuerden como buena gente. Y si no me recuerdan se joden, porque voy a estar ahí", ha dicho entre risas haciendo alusión a las redes sociales. "No he sido ambicioso nunca. Eso me salva, no me voy con resquemor, me voy más feliz que el carajo".

Felicidad que viene inevitablemente acompañada de nostalgia. Durante todos estos años, Manolo siempre se preguntó cómo se baja uno del escenario. "Y mientras me lo cuestionaba, ha llegado el momento". Las entradas para este último show del artista canario, están a la venta desde hoy. La última y nos vamos refleja las ganas del artista de hacer un homenaje a su público y amigos, a todos esas personas que le han seguido en estas cuatro décadas de trayectoria. "Será la última oportunidad de que las nuevas generaciones y su público puedan ver a este mito del humor en directo".