Precisamente ha sido de camino a Extremadura cuando ha recibido la noticia. Por motivos personales viajaba a Badajoz y en el trayecto ha descolgado el teléfono para conocer que ha ganado el Premio Nacional de las Letras 2022 -que otorga el Ministerio de Cultura y Deportes--. Al escritor extremeño Luis Landero Durán (Alburqueque, Badajoz, 1948) le ha pillado por sorpresa.

Atesora premios y aún no se acostumbra. El primero fue en 1990, hace casi 30 años y solo uno después de publicar su primera novela Juegos de la edad tardía. Desde entonces los reconocimientos no han cesado. En 2005 llegó la Medalla de Extremadura y justo este 2022 ha sido el encargado de dar el discurso en los máximos galardones de la región. Landero asegura que estas "cosas nunca se esperan". "¿Qué voy a decir al respecto? Es una alegría y un orgullo tremendo. Me siento agradecido y muy contento", declara. "Ni si quiera sabía que hoy se fallaba. Estoy sorprendido", relata. "La verdad es que no espero ningún premio, si llega pues bienvenido sea, pero es un honor inmenso", añade.

"En cada línea me entrego de un modo innegociable a las letras"

"Ha mantenido, con el mismo afán, el pulso y la originalidad que ya asomaron en sus comienzos literarios y que le ha llevado a conservar entre sus lectores una enorme capacidad de asombro", destaca el jurado sobre el novelista. "Creo que es en lo que más de acuerdo estoy con el jurado. Desde mis primeros poemas con 15 años hasta ahora he intentado hacer las cosas lo mejor que sé y dar lo mejor de mí. En cada libro, en cada línea, me entrego de un modo innegociable a la literatura, a las letras. Ojalá también tengan razón en los otros halagos que me hacen", como que le otorgan este premio "por ser un extraordinario narrador, creador de numerosas ficciones con personajes y atmósferas de gran expresividad y excelente escritura recuperando la tradición cervantina con dominio del humor y la ironía e incorporando con brillantez el papel de la imaginación"".

En su adolescencia llegaron la poesía y la música; más tarde la literatura y la docencia. Sin embargo, su infancia en los años 50, en plena posguerra, en el entorno rural extremeño hizo mella en su vida y por tanto así lo ha expresado a lo largo de los años con su escritura. Creció en una familia de campesinos y de su tierra no solo tiene buenas palabras, también tiene buenas letras. "Muchas cosas de las que que escribo están muy inspiradas en lo que viví en mi infancia en mi pueblo. Todo ese mundo que conocí de niño, la manera de hablar de mis padres, de toda mi familia me marcaron. Su forma de expresarse fueron la escuela de mi literatura". Un ejemplo claro es su obra El balcón en invierno, una novela autobiográfica que va de sus vivencias desde sus primeros años en Alburquerque hasta su traslado a Madrid a estudiar Filología Hispánica en la Universidad Complutense. Otros son el relato de Esta es mi tierra, la novela El huerto de Emerson o El guitarrista. "Son historias que me gusta contar", zanja.