Manchas de colores, arquitecturas indefinidas o campos irreales será lo que se encuentre el espectador ante la nueva muestra de la artista grancanaria. Desde las tonalidades de Benjamín Palencia a las deformaciones de Chaim Soutine, los paisajes muestran a través de las ventanas del tiempo la poderosa y sugestiva impresión de la geografía. Siempre maleable por la acción humana, aspecto que aborda Brito.

La hierba florece enloquecida, entre las marismas hay un hálito que salpica de colores la retina, mientras que las dunas, las montañas peladas y el gongarillo majorero queda solitario. Dos visiones que contrastan e inspiran a su observadora: Nadia Brito. La artista grancanaria escapa un momento del bullicio de las clases que da en Secundaria de dibujo para hablar de la exposición Naturaleza efímera, la cual permanece en el espacio cultural MT Art Space hasta el 15 de noviembre, en el número 37 de la calle Valencia, donde una treintena de obras hablan de la simbiosis humana con el medioambiente.

Con un orden cronológico, los lienzos abarcan tanto a las realizadas hace dos años durante la pandemia, en tinta y en blanco y negro, a una serie con texturas en la que abundan los aceites, la arena de El Confital, que ejemplifican su unión con el territorio. "Nuestros recursos son limitados y los utilizamos para todo, tanto comer, vestirnos, el transporte, es decir, todo lo que construye el ser humano está basado en la naturaleza y, si lo queremos disfrutar, lo tenemos que valorar. Por eso, la naturaleza efímera", comenta la autora.

El paisaje es el motivo en el que ahondan sus manos. Después del primer confinamiento, se permitió liberar la pincelada dentro de las estampaciones y los collages, "intenté reflejar los colores terrosos de Fuerteventura y, también, estuve en Irlanda, donde, a pesar de ser verano, hacía frío y me quedé impactada con los verdes y azules cristalinos". En el estudio de MT Art Space profundizó en sus recuerdos y, al mismo tiempo, comprometida con el proyecto de Rafael Moreno Tapia, realizó los cuadros que fueron encontrando su hueco, algunos desechados, otros a última hora, para mostrar al público un nuevo paso en su trayectoria.

La comunidad como válvula de escape

A lo largo de su carrera, ha itinerado tanto por el Centro de Artes Plásticas como la Sala de Arte de la Casa de la Cultura de Agüimes o la Galería de Arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, además de Galería Magenta, en el que ha abundado el símbolo de la casa, como metáfora, "de cómo destruimos para construirse en nuestro beneficio sin darnos cuenta".

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Otros artistas, como el dúo PSJM o las apuestas actuales del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), debaten la crisis climática. "He querido hacerlo desde un punto de vista positivo, alejada de toda esta fatiga climática, para que llegue a la gente con el mensaje de 'si quieres que esto siga siendo así de bonito, tienes que cuidarlo'. Hemos notado un cambio muy brusco en las edificaciones, en el cierre de playas, mueren cetáceos, así que es normal que como artista estemos concienciados", subraya.

En la comunidad reside la fuerza del cambio, tanto, que ella misma se trasladó de un estudio en Las Coloradas a Las Alcaravaneras. "Es un proyecto muy interesante porque hace falta este tipo de iniciativas que muevan a la gente del barrio", comenta. "En La Isleta estaba más desconectada e incluso era más productiva, pero esa parte de colaborar con la vecindad no la teníamos y, en ese sentido, está bien crear sinergias". Como la propuesta de este sábado 12, cuando dará un taller de creación a partir de las 10.00 horas. Así, sigue instando a su círculo que cuide y proteja la naturaleza, como ella cada vez que le da vida.