El poeta palmero Félix Francisco Casanova (Santa Cruz de La Palma, 1956 - Santa Cruz de Tenerife, 1976), apodado el «Rimbaud canario», fogonazo de versos en la herida y los arpegios del rock durante su breve existencia de 19 años, protagoniza el próximo Día de las Letras Canarias 2023. Este homenaje de justicia poética se hizo oficial ayer tras la celebración del Consejo de Gobierno, que dio luz verde a esta propuesta planteada desde la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes el pasado septiembre. 

Esta efeméride institucional del Ejecutivo autonómico, que arranca cada 21 de febrero, aniversario del fallecimiento de José de Viera y Clavijo en 1813, dedica su programación anual a la promoción y difusión del legado de una figura literaria destacada del Archipiélago a través de nuevas publicaciones y revisiones críticas de sus obras. 

En esta ocasión, la designación del poeta palmero ha contado con el respaldo unánime de la comunidad literaria, cultural y bibliotecaria de Canarias, tal como se anunció ayer en Consejo de Gobierno. En las últimas ediciones, el Día de las Letras Canarias ha distinguido a escritoras como Josefina de la Torre, Natalia Sosa Ayala y Dolores Campos-Herrero, en un afán de equilibrar la representación y visibilización de las autoras y autores en el escaparate literario de las Islas. Sin embargo, el reconocimiento a Félix Francisco Casanova honra uno de los secretos mejor guardados de la literatura en Canarias, ya que, pese a su muerte temprana, Félix Francisco Casanova apremió sus años de adolescencia en la composición de una partitura poética y narrativa sólida que hoy destila el aroma de los clásicos. 

Y es que el poeta trenzó su poesía con el rock -«mi vida es rápida, triste y alegre como un larguísimo rock», reza uno de sus poemas-, con la cadencia azul y triste de su mirada,si bien también le apasionaban el cine y la fotografía, que refleja en las imágenes e interreferencialidad de sus poemas.

Hijo del poeta y médico Félix Casanova de Ayala, Francisco Casanova se trasladó con su familia a la isla de Tenerife en los años 60, donde transcurrió su corta vida hasta su muerte, a los 19 años, en extrañas circunstancias en una bañera. Ese miserio se extiende hasta el presente, pues el agua es la metáfora constante que atraviesa su obra. 

Entre sus primeros versos y acordes, Félix Francisco Casanova fundó un grupo de rock y un movimiento literario denominado Equipo Hovno. En 1973 obtuvo el premio Julio Tovar por su poemario El invernadero y, un año después, su novela El don de Vorace, una joya provocadora de tintes surrealistas en torno a la inmortalidad y el suicidio, ganó el premio Benito Pérez Armas. También su libro Una maleta llena de hojas ganó el premio organizado por el periódico La Tarde. El poeta estudiaba Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna (ULL) cuando falleció y, años antes, había escrito los diarios Yo hubiera o hubiese amado, publicados a título póstumo en 1983. 

Tras su fallecimiento, su padre publicó La memoria olvidada (1980), que reúne la mayor parte de los poemas de Casanova, toda vez que en 2017, la editorial Demipage publicó las Obras completas de Félix Francisco Casanova, prologado por el escritor Fernando Aramburu. «Amaneciendo y anocheciendo / a un mismo tiempo / cariño, ¿no es ésta la forma / en que te gustaría vivir?», empieza uno de sus poemas más célebres, Eres un buen momento para morirme.