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Teatro

El universo de Bolaño en un baño

La Sala Insular de Teatro acoge, hoy y mañana, el montaje ‘Ella y los cerdos’ dirigido y protagonizado por Rosa Escrig | Es una adaptación de ‘Amuleto’ del escritor chileno

Una escena de ‘Ella y los cerdos’ que protagoniza, dirige y produce Rosa Escrig. | | LP/DLP

La obra ‘Ella y los cerdos’, que se representa hoy y mañana a las 19.30 horas en la Sala Insular de Teatro, adapta la novela del escritor chileno Roberto Bolaño ‘Amuleto’ sobre la poeta y profesora uruguaya Alicia Soust Scaffo, que se escondió del ejército mexicano durante dos semanas en un baño de la Universidad en la que trabajaba. El montaje es un proyecto de la actriz, directora y productora grancanaria Rosa Escrig.

Las claves del fascinante universo literario de Roberto Bolaño aparecen concentradas en la historia de la poeta uruguaya Alcira Soust Scaffo, que permaneció oculta en unos aseos de la Universidad México durante su ocupación por el ejército en 1968. El autor chileno recreó aquella experiencia en su novela Amuleto, que publicó justo una año después de su obra más famosa, Los detectives salvajes.

Ahora La Escrig Producciones pone en escena una adaptación teatral libre de dicha novela, titulada Ella y los cerdos, que se exhibe hoy y mañana en la Sala Insular de Teatro, a las 19.30 horas. La obra, que se representa tras una residencia artística de dos semanas, es una adaptación libre de la novela original de 1998 realizada por el dramaturgo chileno afincado en Nueva York Leonardo González. «Solicité los derechos de autor de Ella y los Cerdos antes de escribir Yo maté a Kurt Cobain, no estaba en mis planes, surgió y tuve que aparcar el proyecto durante un año. Afortunadamente, el tiempo me está dando la posibilidad de darle vida a las dos historias», señala la propia Rosa Escrig que, aparte de protagonizar la obra, asume la dirección y producción. Con este texto, González, que asistirá personalmente a la representación, obtuvo en 2019 el premio La rebelión de las voces, que otorga el prestigioso Festival Santiago Off.

«Soy muy fan de todo lo que está pasando en la escena chilena y curioseando por las redes encontré el texto. Además cumplía con un requisito imprescindible, al menos en ese momento, que tenía que ser un monólogo. La sorpresa fue encontrarnos con una historia única que trasladaba el universo de Bolaño a la escena», añade la actriz y directora.

En formato de monólogo, Escrig interpreta a Auxilio Lacouture, mujer de mediana edad y profesora de Filosofía, que narra un crimen «atroz y lejano». La protagonistas, que se oculta durante días en los baños de un colegio durante un asalto militar en busca de uno de sus alumnos de Primaria, se inspira en la maestra y poetisa uruguaya Alcira Soust Scaffo, radicada durante más de dos décadas en México y que en 1968 también permaneció dos semanas escondida en los aseos de su facultad durante la ocupación de la universidad por el ejército del país azteca. En ese tiempo, “Alicia se alimentó de papel higiénico y recitó poemas por la megafonía del centro”, rememora Escrig, para quien estamos ante “una historia apasionante con un mensaje muy duro”.

La obra es «lamentablemente la historia de todas las dictaduras. Es a lo que nos lleva el fascismo, por mucho que se disfrace de democracia, porque los sucesos que acontecen en Ella y los cerdos, son a los que nos lleva esa ideología. Y me resulta repugnante que esté tan en boga hoy día y me parece casi una obligación, como artista, darle voz a Auxilio Lacouture, para evitar, en la medida de lo posible, que la historia se repita».

Explícito

El título, Ella y los cerdos, resulta mucho más explícito que el original. «Sí. El título tiene una fuerza... que abruma», aclara Escrig. «En una nota preliminar en Amuleto, Roberto Bolaño advierte: ‘Esto es una historia de terror, pero no lo parecerá, porque soy yo la que lo está contando, pero en el fondo es la historia de un crimen atroz’. Leonardo convierte el crimen en fábula para que la realidad se pueda digerir mejor. Habrá cerdos», añade. La obra transmite esa sensación de claustrofobia que tuvo que pasar la protagonista al estar dos semanas encerrada, pero «nuestra Auxilio ya ha asumido que está condenada a vivir eternamente en ese baño. Por eso hemos intentado incluir al público en el espacio escénico para que pueda vivir la historia desde el mismo lugar que la protagonista».

En la representación también participa la bailarina Ángeles Padilla que estará presente siempre en escena. «Es un ser fundamental para que el público conecte con el realismo mágico que envuelve toda la historia», aclara Escrig. «Ángeles es el lado salvaje de Auxilio Lacouture, representa la valentía, el desparpajo, la osadía... Trabajar con Ángeles te abre la mente, los bailarines y actores que trabajan el movimiento escénico tienen un concepto completamente distinto al que tenemos los que trabajamos solo texto. Ella también ha aportado apuntes en la dirección del espectáculo, no solo baila y actúa sino que forma parte del equipo creativo».

Rosa Escrig actúa, dirige y produce ella sola, algo que reconoce que «lo llevo muy mal, he aprendido mucho, pero no lo volveré a hacer...creo. El teatro pierde sentido cuando no incluye a un colectivo», señala. Una aventura de producir que nació «durante el confinamiento junto a mi compañero Nacho Martín, quien se encarga del espacio sonoro, actor protagonista en todos nuestros proyectos. Elegimos el formato del monólogo, porque nos da la posibilidad de trabajar a modo de laboratorio durante meses en casa», añade. Para la actriz el proyecto Residencia del Cabildo «es un lujo. Primero porque yo reivindico la Sala Insular de Teatro, el antiguo Centro Insular de Cultura, un lugar que me transformó durante mi adolescencia y que me moldeó como artista, Y segundo porque la posibilidad de crear un espectáculo, experimentando con el espacio, la música, las luces... pensar en las jugadas y no en los goles. Tenemos un resultado para mostrar, pero no es, ni de lejos, el definitivo. Esto es un proceso creativo y cuando estrenemos, escucharé al público y seguiremos creciendo con todo lo que nos aporte. Para eso son las residencias», aclara.

La actriz, que ha trabajado con los que ella califica como sus «maestros» Mario Vega, Israel Reyes, Rafa Rodríguez, Quino Falero, Juan Ramón, Fernando y Carmelo de Profetas del Mueble Bar, o Nacho Cabrera, «y de los sigo aprendiendo de ellos cada día» ve que «las compañías canarias no paramos de sembrar proyectos y que no van a ningún lado, en cuanto nos sale alguna rama, la administración saca las tijeras de podar».

En este punto, Escrig denuncia que en el Archipiélago «no hay circuito ni posibilidad de que te programen, nos pasamos la vida mendigando bolos en los ayuntamientos, no tiene ningún sentido, como si fuéramos vendedores de enciclopedias en los 80. Estrenamos y se acabó ¿Tú sabes el esfuerzo que requiere estrenar un espectáculo? Creo que nadie es consciente de todo lo que conlleva un estreno. Es lamentable, un insulto continuo a la profesión».

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