Las "mujeres casadas" de Cristina Campos son Gabriela, Silvia y Cósima, tres amigas independientes, blancas, europeas y privilegiadas -así las define su autora- con algún secreto que esconder a sus maridos. La finalista del premio Planeta 2022 es una novela ágil, contemporánea y, al menos por aquí, poco habitual por la manera en la que habla del deseo femenino, del amor, de la fidelidad o de la familia.

Define a sus protagonistas que bien pudieran ser Emma Bovary o Anna Karenina. ¿El adulterio en la literatura solo puede ser burgués? 

No. Lo que pasa es que si tú dependes económicamente de tu marido, no tienes libertad para dejarlo. Por eso a ellas lo que les coarta la libertad son sus hijos. Se quedan por sus hijos, nada más.

¿Es esta una novela sobre la infidelidad?

Sobre todo es una novela sobre la complejidad del deseo y el placer femenino. Ese deseo que se va desvaneciendo con el tiempo, aunque eso no quita que puedas tener una relación preciosa con tu marido. Pero no es la del principio, claro, que si no acabaríamos agotados.

"¿Cuánto de ti hay en esta novela?", le dice Gabriela a su amante el escritor. ¿Cuánto hay de usted? 

Todo y nada. Evidentemente, hay un alter ego, Gabriela, que siente como yo siento, pero yo no he pasado por lo que ella ha pasado.

Bovary y Karenina acababan fatal. Su Gabriela sale de esto bastante mejor parada.

Sí, aquellas acabaron fatal sobre todo porque las escribieron hombres. Pero es verdad que hay un momento en el que la vulnerabilidad de la mujer ante el amor es preciosa y que las mujeres muy enamoradas lo pasan muy mal. Es eso, hasta dónde es capaz de llegar una mujer por amor, por pasión, por obsesión.

¿El hombre es menos vulnerable que la mujer?  

Es más capaz de llevar una doble vida. He hablado con hombres infieles que son capaces de acostarse con su amante el jueves y estar tranquilamente con su familia el resto de la semana. Ya con la prostitución, que es separar sexo de sentimiento y que solo usan los hombres, se ve que es así: voy, me acuesto con esta chica, me corro y a mi casa. Los hombres que me han dicho que han engañado a sus mujeres no han tenido el desgarro emocional que sí han tenido mis amigas infieles, que lo han pasado fatal y que piensan que qué pena no tener esa capacidad para acostarse con tu amante el jueves y volver con su familia tan tranquila.

Pero Gabriela sí reconoce que es capaz de acostarse con su marido y no sentir nada.

Y Silvia lo hace desde el principio de la novela… Hay mujeres de mi edad, que tengo 47, que todavía fingen sus orgasmos y que sus maridos se piensan que no. Qué tristeza.

"Los idiotas que creen que su mujer gime de placer", como escribe en la novela.

Es que sois muy torpes. Pero en esta novela trato a los hombres con mucha ternura porque he tenido un padre maravilloso y tengo un marido maravilloso, un hermano al que adoro, amigos muy inteligentes…

También escribe la envidia le da a sus protagonistas la capacidad que tienen los hombres de seguir excitándose con ellas por mucho que pasen los años.

Qué bonita esa nobleza del marido que, aunque nuestros cuerpos envejezcan cada día, les siguen excitando.

Quizá es que somos más fáciles de excitar.

Sí, nosotras somos más sutiles. Somos infieles psíquicamente. Los hombres interesantes no dejan de existir en el tiempo y te cruzas con ellos y te dices que, si no tuvieras hijos, igual sí, por qué no… Y seguro que nuestros maridos también se cruzan con mujeres interesantes que no les dicen que bajen la basura o vayan a comprar el pan… El tedio de la vida cotidiana.

Al acabar la novela no me queda claro si cuando el deseo se desvanece es mejor aceptarlo o buscar alternativas.

Uf, no te sé contestar a eso… Tengo una amiga infiel que sí ha sabido tener un amante y un marido pero lo ha pasado bastante mal, le he visto un punto desquiciada. Quizá al ser extranjera y no tener familia aquí… Alguna amiga me ha dicho también que un buen consejo es que tu amante no esté ni en el mismo barrio ni en la misma ciudad, que no puedas verle cada día porque si no te buscas, porque el deseo sexual es muy chulo.

¿Es difícil publicar una novela con tanta intimidad como esta? 

Es difícil por pudor. En España hay mucha novela erótica pero poca novela intimista como esta. Por eso he quedado finalista. Al final acabas hablando mucho de ti, tienes que hacer una introspección para describir, por ejemplo, un orgasmo.

¿Y es difícil describir un orgasmo sin parecer muy ridículo?

Hay que ser elegante y saber construir la frase que excite al lector porque quieres que te lean y se conmuevan. Y no caer en lo cursi. Intento no ser ni cursi ni sucia, intento ser elegante.

¿Cambia el concepto de fidelidad entre una mujer de 30 como Cósima y una de 40 como Gabriela o Silvia?

Cambia si tienen hijos por eso esta novela no tiene sentido sin los hijos. Porque tú no tienes hijos y te cruzas con un tipo maravilloso, te acuestas con él y punto. ¿Por qué vas a decir que no?  

"Quién no quiere inmiscuirse en ese mundo secreto de las mujeres en el matrimonio", se pregunta Gabriela. Si todos piensan como ella, el éxito de esta novela está asegurado.

Yo creo que sí. No sabes la cantidad de periodistas y de mujeres en las firmas que vienen y me dicen: esta es mi historia. Y yo siempre les pregunto: ¿diste el paso?

¿Y qué le suelen contestar?

Unas que sí y otras que no. Y las que no, que llevan así, sin dar el paso, 10 o 15 años. Yo tengo una amiga que lleva 30 años con una infidelidad psíquica así, cruzándose con un tío al que no ha besado y al que cada vez que ve… Gabriela esta así diez años, así que cuando por fin da el paso… Normalmente, cuando te acuestas con alguien la primera vez lo pasas mal. La novela erótica, la del Christian Grey empotrador, miente en esto. Yo me lo pasé superbien leyendo “50 sombras de Grey”, pero claro, va de una niña de 20 años que se enamora de uno de 26 que sabe latín. Pero yo no me he encontrado a un hombre así en la vida.

¿Por qué en este tipo de novelas, como en la suya, el amante suele ser interesante, elegante y poderoso? ¿No se puede quedar colgada una por un pringado?

Las cuatro amigas mías que han sido infieles con sus maridos lo han sido con sus jefes, te lo juro. Con hombres que las estimulaban psíquicamente. Son mujeres inteligentes, con carreras, y se enamoran de hombres que las estimulan. No son amores de una noche, no buscan un polvo y ya. Una de mis amigas que se enrolló con su jefe, él era un tío brillante y físicamente horrible, pero me decía que le estimulaba y lo pasaba bien en la cama.

¿Qué dicen sus amigas por contar estas cosas en las entrevistas y en la novela?

Les encanta. Yo lo cambio todo: nombres, lugares, profesiones… Cojo el desgarro emocional y solo ellas se reconocen. No hay peligro.