Cuentan Michael Benson y Jimmy Moffat, comisario de fotografía y agente de Steven Meisel respectivamente, que con solo doce años, el pequeño Meisel estaba obsesionado con las modelos que salían en las revistas, tanto era así que, en alguna ocasión, faltó a clase para fotografiarlas por la calle, al saber que iban a estar en los estudios de su Nueva York natal. Cuando se enteró de que su ídolo de entonces, Twiggy, iba a visitar la ciudad por primera vez, llamó por teléfono con una amiga a todos los estudios fingiendo que trabajaban para el fotógrafo Richard Avedon con el objetivo de descubrir en qué lugar iba a estar la modelo y poder verla.

De ese chaval de doce años que no sabía que se dedicaría a la fotografía y que pensaba que su futuro estaría ligado a la ilustración, quedan ahora ocho instantáneas que se pueden ver a partir de mañana en la exposición Meisel 93. A Year in Photographs, promovida por la Fundación MOP, de la presidenta de Inditex, Marta Ortega, en el muelle de la Batería.

Cuando Meisel y su equipo empezaron a trabajar en esta exposición, el fotógrafo tenía claro que no quería una retrospectiva. "Yo no estoy muerto", aseguraron esta mañana Benson y Moffat, en la visita a los medios de comunicación, que había dicho al enfrentarse al proyecto, así que, tras indagar en su obra, decidieron que lo mejor sería centrarse en el año en el que todo cambió, en 1993. Y así fue. En la selección de fotografías participó el propio Meisel, del que se dice que tiene "todo en la cabeza" y que nada es casual en sus instantáneas, y a través de más de un centenar de retratos, se puede entender su vida y lo que vino después.

"En 1993 hizo 120 historias en todo el año, es como si un músico publicase cuarenta discos o un escritor, treinta novelas", dijo Benson. Y es que, aunque efectivamente, era mucho trabajo, en aquel momento Meisel se encontraba también en un momento "de plena creatividad y versatilidad". En las paredes de los antiguos contenedores de transporte, ahora teñidos de plateado --en la exposición del año pasado que honraba a Peter Lindbergh eran negros-- cuelgan imágenes de sus musas como Linda Evangelista, que fue la primera modelo en arrancarle una expresión de admiración, cuando le pidió que se mostrase ante la cámara como lo haría Katharine Hepburn, también de Carla Bruni, de Naomi Campbell... con movimientos imposibles que, según recordó Benson, él mismo les enseñaba a las modelos. De él recordó también Moffat que, en el set de rodaje, cogía los peines o los pinceles de maquillaje si hacía falta para que las y los modelos lucieran tal y como él los tenía en su cabeza.

Hay imágenes en color, por supuesto, pero en la muestra impera el blanco y negro y los retratos y esa intención tan buscada, como recalcaron Benson y Moffat en su visita a la exposición, de que las personas que se pusiesen ante el objetivo saliesen los más bellas posible.