La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Diálogo cruzado alrededor del Alonso Quesada más espectral

El estreno de la adaptación de ‘La Umbría’ por Quino Falero motiva un encuentro con Pepe Dámaso para volver a un texto dramático donde la enfermedad, la muerte y el amor se conjuran en el seno de una familia de Agaete

Pepe Dámaso observa en uno de sus catálogos un retrato de Alonso Quesada. | | P. D. P.

El poeta y escritor Alonso Quesada concluyó con 33 años una de las obras cumbre de la literatura de Canarias, La Umbría, seis años antes de su prematura muerte. Cuando se cumplen cien años de la primera edición de la mencionada obra, publicada en los Talleres Poligráficos de Madrid en 1922 para la editorial Atenea, está a punto de estrenarse en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria (los días 25 y 26 de noviembre) el montaje de danza contemporánea que dirige Quino Falero inspirado en este poema dramático en el que Quesada recreó la intensa y asfixiante cosmogonía de la familia Linares, recluida y acosada por la enfermedad en su finca de Agaete.

El actor y director de escena lanzaroteño ha mantenido en los últimos meses una intensa y fructífera relación con otro creador, el artista Pepe Dámaso, que contaba con 42 años cuando en 1975 rodó en 16 mm, a medio camino entre el cine de autor y las producciones cinematográficas inglesas de la Hammer, su largometraje La Umbría igualmente imbuido por la espectral obra escrita por el que está considerado como una de las máximas figuras del posmodernismo poético que se produce en Canarias durante el pasado siglo.

Ambos creadores, que se llevan 36 años de diferencia de edad, han intercambiado muchas horas de constructiva reflexión alrededor de los valores y del soplo estético del universo de La Umbría, así como de sus particulares visiones e interpretaciones sobre esta singular pieza que en 1941 también tuvo una versión teatral con reducción de texto acometida por Pancho Guerra, que fue estrenada en el Teatro Pérez Galdós con decorados de Felo Monzón.

El elenco de ‘La Umbría’. . | | JOSÉ CARLOS GUERRA

El próximo estreno de La Umbría, que cuenta con producción de Cyrano, ha sido posible gracias al apoyo e implicación en el proyecto de la Consejería de Cultura del Cabildo grancanario, cuyo departamento de Ediciones editará a principios del próximo año la tercera edición facsimilar lanzada hasta la fecha de la obra que Alonso Quesada vio publicada tres años ante de fallecer en Santa Brígida en 1925, cuando sus pulmones luchaban por liberarse de una larga tuberculosis.

En la acogedora y luminosa vivienda que Dámaso dispone en La Isleta los dos creadores mantienen un diálogo en el que recapitulan sobre la tensión creativa a la que los ha sometido el incisivo relato de Quesada. «La historia de La Umbría es muy asequible a la apreciación: se percibe que es una comedia burguesa que tiene lugar en una mansión en la que los miembros de una misma familia viven encerrados, el amor representa la única forma de huida y la fuerte presencia de la muerte y la enfermedad impide en todo momento cualquier oportunidad a la esperanza», comenta Pepe Dámaso a Falero, al que insiste que «imprima desde la libertad y sin prejuicios su discurso íntimo y personal» a la producción de danza que estrenará dentro de muy poco con el concurso de ocho bailarines y bailarinas en el Teatro Cuyás.

«Presiento que tomamos caminos similares», le espeta Falero, de 53 años, al artista que en diciembre cumplirá 89. «He reflexionado insistentemente sobre el filtro que empleo para determinar lo que cuento y lo que no cuento en mi montaje, sobre los personajes que incluyo y de los que prescindo, intentando descubrir la verdadera esencia de Alonso para no traicionarlo. Siempre he intentado ir a favor del poeta, pero desde mi punto de vista y mis propias necesidades. He utilizado el recurso de los deseos con una lectura contemporánea». Dámaso lo interrumpe y le advierte que «no es fácil desde la gestualidad y el lenguaje de la danza interpretar sin emplear la palabra, sin esas frases cargadas de significado, precisión y síntesis, todo lo que quiso Quesada contener en La Umbría. Eso lo debes de saber y por eso tu atrevimiento es admirable», añade el artista que reconoce que él pudo apoyarse hace 47 años tanto en los recursos de la imagen como en los meramente espaciales que le brindaron las localizaciones para afrontar ese propósito.

Diálogo cruzado alrededor del Alonso Quesada más espectral

«Tengo la fortuna de contar con dos cómplices en la gestación de esta producción que son la compositora de la música de la pieza, Laura Vega, y de la coreógrafa Vanesa Medina. Me siento protegido por ambas. He ido a la esencia de las escenas y a los recorridos que me ofrecen cada uno de los personajes. He cambiado el lenguaje de la palabra por la poesía del cuerpo tratando de huir de lo evidente y lo obvio, empleando la simbología que se parapeta en la esencia del relato. Nunca perdí de vista que Alonso Quesada habló de figuras del drama al referirse a los personajes de La Umbría y está más cerca del lenguaje coreográfico el concepto de esas figuras que del canon narrativo. La sombra, la luz, la intensidad y la energía, el pavor, el silencio, la soledad, la fragilidad… son elementos que se pueden abordar a través del lenguaje del movimiento coreográfico y gestual. He tratado de hurgar en esa esencia para contar con lo mínimo algo que signifique un todo», sostiene el director, al que le apetecería que el espectador jugara un papel proactivo en las funciones. La Umbría “está cargada de enigmas. Sus personajes no lo dicen todo, hay que indagar para descifrarlos. Y eso es estimulante para el público”.

Falero conoce bien los mecanismos del teatro, una manifestación que, como apunta Mayorga, emplea un tipo de lenguaje omnívoro y totalizador. Esta dirección de La Umbría quizás sea su mayor reto afrontado hasta la fecha, que lo obliga a atravesar con su talento la barrera de la realidad. Por su parte, Dámaso se congratula de que, tras su serie pictórica y audiovisual inspirada en la obra de Quesada, el circulo se cierre ahora, casi cincuenta años después, con la producción de danza contemporánea que dirigirá el lanzaroteño.

A Falero le ha interesado explotar en su montaje, como no podía ser de otra manera, el universo de la muerte y las múltiples dicotomías que se dan en la obra de Quesada y que Dámaso también reflejó en su película estrenada en su día en el cine de Agaete. «Las sombras y la luz, la muerte y la vida… mi imagen de La Umbría siempre ha estado ligada a la película», advierte el director de escena, cuya intención es formular en su entrega «una conmovedora versión que combina la estética del cuerpo y la verdad del juego escénico, en una propuesta que persigue agitar la emoción del espectador».

Diálogo cruzado alrededor del Alonso Quesada más espectral

En la película de Dámaso se observa el simbolismo de las imágenes en una época en la que quizás el pintor estaba influenciado por el cine de Bergman. Cabe destacar que los negativos de las dos primeras películas realizadas por Pepe Dámaso, La Umbría (1975) y Réquiem para un absurdo (1976), integradas en la serie denominada Trilogía de Agaete a la que se suma La Rama (Collage) (1988), se encontraban en paradero desconocido hasta que Filmoteca Canaria pudo localizarlos en las filmotecas del País Vasco y Cataluña, respectivamente. La Umbría es «una obra redonda» reflexiona Dámaso. «Volvemos a la creación. Rompió los esquemas del momento y se adscribe a la corriente de teatro simbólico europeo de principio de siglo», dice el pintor. Ese ritmo ágil del primer acto de la obra, casi cinematográfico, atrapó a Dámaso que rodó en la finca de Las Longueras, en el Valle de Agaete y alrededores del Puerto de las Nieves, su largometraje de una hora de duración, al que puso música el compositor y maestro Falcón Sanabria.

Según ha explicado Quino Falero, La Umbría retrata «la enfermedad, el miedo, la muerte y sus fantasmas en el marco de una isla atlántica durante la segunda década del siglo XX. La producción que se será estrenada en el Teatro Cuyás convierte en música el sentimiento de Quesada y la situación de sus personajes, mientras que la música ayuda a sublimar la poesía que el autor transmite en este poema dramático y la danza a generar un ambiente de ensueño y de misterio como dos recursos relevantes del espectáculo. El tratamiento de los personajes se plantea desde una posición muy definida. El misterio, la hipérbole o la quietud componen a los personajes de este drama en el que Quesada también retrata a la asfixiante sociedad de su época, las relaciones de poder y familiares o el tema de la emigración», admite Quino Falero.

Compartir el artículo

stats