Entrevista | Macarena Nieves Cáceres Poeta y artista

«No me gusta mandar mensajes de voz, me gusta escribir porque te hace distanciarte de ti misma»

La poeta y artista canaria Macarena Nieves Cáceres.

La poeta y artista canaria Macarena Nieves Cáceres. / CAAM

Martina Andrés

Martina Andrés

Macarena Nieves Cáceres (Lanzarote, 1968) es trabajadora social y poeta. Esta semana presenta su último poemario, 'Aquellar de la lluvia', del que hablará mañana en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife, a las 20.00 horas, y el próximo 16 de diciembre en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria a las 19.30 horas. Tras títulos como 'Me declaro difunta' o 'Gravitan agujas', Nieves Cáceres trae ahora un nuevo conjunto de poemas en el que priman el paisaje y la nostalgia, una obra cocida a fuego lento durante más de cinco años.

¿Qué papel tiene la nostalgia en 'Aquellar de la lluvia'?

Rescato una palabra como 'aquellar' que ya prácticamente está en desuso. Parece que se utilizaba mucho en Gran Canaria y Lanzarote. Yo la descubrí aquí en Gran Canaria, en Lanzarote nunca la escuché. Es curioso porque 'aquellar' en este título parece que evoca nostalgia, pero no. 'Aquellar' es una palabra comodín que puede significar lo que tú quieras. A mí me gusta mucho el concepto de 'aquellar' porque está muy vinculado a la memoria. A la memoria o desmemoria. Soy una persona muy frágil con la memoria inmediata, se me olvida todo con facilidad. Entonces, me parecía un título muy acertado a nivel personal. A parte de que me gustaba el juego rítmico de 'aquellar' y de lluvia. Indudablemente lo vinculo a un halo de nostalgia, pero podría significar cualquier cosa. En este 'aquellar' podría haber tanto violencia de la lluvia, por decir otra cosa que ni siquiera se nos pueda ocurrir, o podríamos decir amar de la lluvia o pena de la lluvia o podríamos decir cualquier cosa. Esta palabra puede tener todos los significados que el lector o lectora que se aproxime al libro quiera. Eso me gusta mucho. Me gusta mucho jugar con las palabras. Y me gusta mucho que un título contenga muchas cosas. Creo que Aquellar de la lluvia podría ser ese título que contenga muchas cosas. Porque aquellar es una palabra comodín y la podríamos evocar como quisiéramos, en cualquier estado de ánimo. Sí es verdad que es muy vinculante a dotar de emoción a la lluvia, de dotarla de sujeto. La lluvia tiene vida propia y por tanto siente y es un sujeto.

¿Piensa que la nostalgia es una emoción positiva?

Todas las emociones creo que son positivas porque significa que estamos vivas. La nostalgia es una emoción más y puede ser positiva para evocar un recuerdo, para evocar la memoria, y la propia literatura.

Ha mencionado la personificación de la lluvia. ¿Qué peso tiene el paisaje en este poemario?

Tiene mucho peso porque detrás de todo lo que escribo, que pareciera que siempre estamos escribiendo sobre lo mismo, yo juego mucho con el imaginario de la isla de Lanzarote. Ese paisaje toma presencia. Un paisaje insular, un paisaje de barranco, un paisaje de verde o de sequía. Y claro, cuando hay lluvia hay tierra, hay territorio, siempre. Esa lluvia no se pierde. Esa lluvia empapa y esa lluvia trasciende en el verde de los árboles o en el propio mar, o en el propio barranco que va a desbocar a los mares. Sí, hay paisaje.

Ha hablado de la memoria. En alguna ocasión ha dicho que "escribir no es otra cosa que salvar la memoria". ¿Por qué es importante salvarla?

Porque entiendo que muchas respuestas del futuro pueden estar en el pasado. Muchas veces digo que escribo porque no tengo memoria. Los libros para mí son como mis cajones personales. Aunque lo ideal sería tender a tener esos cajones vacíos, a tener la menor cantidad de cosas posibles, sí es verdad que siempre arrastramos como una pequeña mochila, ¿no? Y eso podrían ser los recuerdos, y en mi caso me gusta que sean libros. Son palabras que evocan otros tiempos que ya pasaron, vinculantes a mi propia experiencia o a la experiencia ajena. No desde un punto de vista anquilosado en el pasado, sino siempre para entender el presente y para ayudarme a seguir adelante en la vida.

Al rescatar una palabra como 'aquellar', ¿quiere recuperar de alguna forma un lenguaje que se ha perdido? ¿Cree que de alguna manera se están desvirtuando los conceptos y el lenguaje?

Las palabras me parecen mágicas. Por eso, cuando encontré esta palabra, 'aquellar', me pareció una palabra que da cuerda al azar. Es decir, me puedes hablar de cualquier situación. Se desvirtúan las palabras, por desgracia sí. Se hacen usos indebidos de las palabras. Se nombra amor cuando no se ama, se nombra odio cuando a lo mejor se ama, pero las palabras tienen como una magia o algo sagrado que nos permite seguir evocándolas y seguir comunicándonos. Porque nos atrapan por el ritmo, por el sonido, por la velocidad, porque detrás de cada palabra luego hay una voz también, una voz propia. Rescatar palabras que nos ayuden a encontrar nuestra propia voz. Yo me encontré con esta palabra y me gustó mucho. Podría ser cualquier otra, pero esta precisamente me cautivó por sus múltiples significados, significados o emociones. Y sobre rescatar el lenguaje, sí. Por ejemplo, igual que ahora utilizamos la coletilla de 'tío' o 'tía', yo me pregunto qué pasaría en la Edad Media, ¿habría otro comodín diferente? O en la Antigüedad, asistir a una fiesta donde todo el mundo se trataba de usted, aunque hablaras con tu amiga más íntima. No olvidamos también que el lenguaje va evolucionando y más ahora con las nuevas tecnologías, que se van perdiendo muchas palabras porque lo que tratamos siempre es comunicarnos. Sí me genera un poco de tristeza la prisa que tenemos por la comunicación. Yo soy más de comunicación lenta. No me gusta mandar mensajes de voz, me gusta escribirlos. Porque escribir siempre te distancia de ti misma. Yo te voy a llamar porque hemos tenido una discusión esta mañana y no es lo mismo que yo te mande un mensaje de voz a que lo haga por escrito. Porque en la medida en la que yo te lo escribo, me da tiempo de decir cómo te lo quiero decir, me da tiempo, si soy precavida, de leerlo antes de mandártelo. Me gusta rescatar las palabras, jugar con las palabras. Creo que son salvadoras de conflictos. No solo de conflictos personales. Cuando hay una palabra y hay una voz propia, hay comunicación. Y si hay comunicación, hay voluntad de entenderse.

Con respecto a las nuevas tecnologías y la poesía, ¿crees que se está desvirtuando debido a esta poesía de Twitter o Instagram?

Yo no voy a juzgar. El hecho de que no me guste no significa que no sea poesía, es otra poesía. Y habrá un público, jóvenes, niños o niñas, adolescentes o personas mayores a los que les guste. Me parecería una falta de respeto decir que eso no es poesía. El tiempo lo dirá. Sí es verdad que estamos viviendo en un tránsito extraño, de pasar de la tiza y el papel a la tecnología. Todo es más rápido y todo se sintetiza. Pero a mí no me molesta. Aunque yo prefiero seguir leyendo en papel, seguir leyendo a las y los clásicos. Porque esta poesía roza una inmediatez que para mí es muy acelerada. Pero porque soy más de espíritu lento. Pero no voy a juzgar si eso es poesía o no es poesía. Habrá un público que la demande, pero no voy a ser yo. Antes tenía mi libro entre las manos y pensaba: qué cosa más pequeñita. Es pequeñito pero hay un montón de trabajo detrás, parece pequeñito aunque detrás de Aquellar de la lluvia hay cinco o seis años de trabajo. Soy más de procesos lentos, de fuego lento.

¿Cómo y cuándo llega a usted la poesía?

La poesía es algo que nace conmigo. Creo que es una manera de mirar las cosas. Alguien me preguntaba ayer por otro libro que escribí, Fluidos de jade, y yo decía que era una poesía que rozaba lo erótico, no me atrevía a decir que era erótica porque creo que es una categoría que hay que saber muy bien como trabajarla. Y alguien me preguntaba que cómo llego a lo erótico. Me acuerdo ahora porque la respuesta podría servir para esta pregunta. Porque cuando yo voy en la guagua, un olor o una mirada ajena de una persona que yo no conozco de nada, me pueden evocar algo erótico. Con los poemas, en el proceso de trabajo, es lo mismo: una mirada, un olor, otros textos, otras palabras... todo esto también te lleva a tu propia voz.

¿Cuándo se comienza a considerar poeta?

Con 11 años yo ya escribía poemas. ¿Cuándo te consideras poeta? Pues alguien te alienta también, es la mirada de los otros. Porque tú lo haces y tú lo llevas dentro. Nos puede pasar a todos y algunas personas lo olvidan en el camino, porque les laten otras cosas que son más importantes, pero otras personas lo van madurando, lo van amasando, lo van dejando macerar y se convierten en poetas. Convertirse en poeta creo que depende mucho de que la otra persona te diga que lo eres. Cuando escribí un poema con 11 años y en clase me dijeron 'ay, qué poema más lindo', ahí tu juegas con la fantasía. No sabes que vas a ser poeta en ese momento, pero quieres escribir bien y mejor cada día. Y después viene sacar tu primer libro, la primera vez que muestras al público tus textos, compartir literatura con otros poetas. Y te vas nutriendo. Te nutres de tus contemporáneos y de lo que está escrito ya. Para mí es importante que sea la otra persona la que diga que eres poeta más que tú.