Entrevista | Javier Cámara Actor de cine y de teatro

«Esta sociedad está planificada para que todo sea una carrera»

El actor vuelve al teatro después de diez años y este fin de semana está en el Teatro Cuyás con 'Los farsantes'

Javier Cámara en el Teatro Cuyás en la presentación de la obra 'Los farsantes'

Javier Cámara en el Teatro Cuyás en la presentación de la obra 'Los farsantes' / Martina Andrés

Martina Andrés

Martina Andrés

Javier Cámara (Albelda de Iregua, 1967) vuelve a las tablas después de más de diez años. Lo hace con una propuesta del guionista y dramaturgo Pablo Remón, Los farsantes, una obra que este fin de semana llega al Teatro Cuyás con sus más de 20 personajes. Junto a Franceso Carril, Nuria Mencía y Marina Salas, el galardonado actor de La Rioja aterriza en Gran Canaria con ilusión y con la convicción de no querer abandonar los escenarios en mucho tiempo.

Hace mucho que no viene a Canarias, ¿no?

Creo que sí. Yo es que no sé si he actuado alguna vez en Canarias. Con Como en las mejores familias creo que no vinimos. Yo creo que es la primera vez que actúo en Canarias, fíjate. Mira que yo tengo buena memoria para estas cosas, pero en las giras a veces, sí que íbamos a hacer una gira por Canarias con Como en las mejores familias, pero se acabó, no vinimos y me dio muchísima pena. Puede que sea mi primera vez. ¿No te parece precioso eso? A mí me encanta.

También hace mucho que no volvía a hacer teatro, muchos años, ¿ha hecho la cuenta?

Pues más de diez. Más de 12.

¿Cómo se siente volviendo?

Me siento muy vivo, muy bien, muy reconfortado. Es una sensación muy gratificante porque estoy haciendo algo muy bonito, es un espectáculo maravilloso, y la gente la goza muchísimo con nosotros. Y es muy satisfactorio.

¿Se le había olvidado cómo hacer teatro?

No, no se me había olvidado. Estaba deseando volver. A los proyectos hay que dedicarles mucho tiempo. No es que no vuelvas al teatro porque es una decisión particular o personal que tú tienes en la vida. Esta carrera te elige ella a ti, no vas eligiendo tú las cosas. A veces vas diciendo que no a cosas. Pero en general, el teatro requiere más de un mes y medio de ensayo, la gira, al final estás siete meses con el teatro. Entonces claro, tienes que dedicarle al teatro el tiempo que requiere el teatro. Además, a mí no me gusta correr de un lado a otro, salir de aquí corriendo para rodar una serie. No lo puedo soportar, yo ya tengo una edad. Igual al principio me gustaba, ¿no? Por esa historia de acumular, de hacer cosas distintas, de poder... Pero ya no, ya tengo 55 años, no tengo ninguna gana de ir corriendo a ningún lado. Me la quiero gozar. Quiero ver a mis amigos de aquí, estar con ellos, estar tranquilo. Gozar un poco del tiempo del teatro y del tiempo de la sobremesa de las comidas. No quiero salir corriendo porque me tengo que ir a rodar. No me apetece nada.

En la obra de 'Los farsantes' hay un personaje, Ana, que se siente estancada en su carrera como actriz y es profesora de Pilates. Cuando usted llegó a Madrid, alguna vez ha contado que todo era tan incierto que se veía trabajando de lo que sea, dedicándose a cualquier cosa. Me imagino que no se vería como un monitor de Pilates.

No tengo cuerpo yo de monitor de Pilates.

¿Alguna vez ha tenido la sensación que tiene Ana, de que su carrera se ha quedado estancada?

Claro. Al principio las cosas son muy lentas. Uno tiene la sensación, no sé si es una cuestión hormonal, física o no se qué, pero uno tiene la sensación de que la vida va muy lenta. Y uno tiene muchas cosas que hacer. Y luego te das cuenta de que te da tiempo a hacer las cosas, salvo en casos muy trágicos las cosas no dan tiempo. Pero también es como una acumulación de vida encima de ti. Uno tiene que haber hecho el amor, uno se tiene que haber separado, leído mucho, viajado mucho, follado mucho, amado mucho. Disfrutar la vida, para que luego todo eso se ponga encima de uno, en tus arrugas, en tu cuerpo, en tu estado de ánimo, y de repente en eso consista ser tu actor, el actor que llevas dentro, la persona que llevas dentro. Es necesario que la experiencia pase por encima de ti para que luego puedas narrarla encima de un escenario. Es verdad que a veces uno quiere como ir demasiado deprisa y al principio, lo que le pasa a Ana, a esta mujer, a Ana Velasco, le pasa que bueno, ella tiene otras circunstancias también. Su padre es director de cine y entonces parece que ella quiere ser actriz también por estar cerca de él, por pertenecer a un sitio. A todos nos pasa un poco eso. Yo conozco a muchos médicos y abogados porque sus padres han sido médicos y abogados y había que seguir una especie de carrera y luego han sido actores, y han dejado la carrera y luego son las ovejas negras y luego han tenido su éxito. Elegir la vida de uno es algo muy difícil. Primero porque hay veces que no sabes lo que quieres y después porque lo que quieres igual es muy difícil. Eso es lo que le pasa a Ana. Y muchas más cosas le pasan. Por eso la gente, cuando ve esta función, empatiza rápidamente con los personajes, porque sabe que eso también te pasa a ti mismo. Cuando te pones en serio a tomar decisiones.

Javier Cámara presenta 'Los farsantes' en el Teatro Cuyás.

Javier Cámara presenta 'Los farsantes' en el Teatro Cuyás. / Ángel Medina G./ Efe

Ha dicho antes en la rueda de prensa que estamos en una época oscura. Las redes sociales son parte de esta época, en la que al final cada uno proyecta un personaje de sí mismo. Usted tiene Instagram también. ¿Piensa que actualmente estamos viviendo en un mundo de 'farsantes'?

Yo creo que es difícil ser honesto con uno en la vida ya, así que imagínate en las redes sociales. Quiero decir, ser honesto contigo mismo es muy complicado, es una lección vital. A veces hay gente a la que le toma una vida entera ser honesto consigo mismo. Ir por la vida con cierta honestidad, con aceptación de uno mismo, con saber cuáles son los sueños, las limitaciones, lo que uno quiere, lo que uno desea, el respeto a los demás... Es muy complicado. Entiendo que en esta carrera maratoniana que es esta profesión hay personas que pasan por delante tuya corriendo y dices tú: mira qué éxito, mira qué cuerpo, mira qué belleza, mira qué cara, mira qué talento... Y yo, y yo, y yo, y yo no puedo, porque no tengo esas piernas, no tengo esa cara, no tengo esos ojos, no tengo ese talento, no he sacado un diez, he sacado un ocho, no he sacado un siete, he sacado un cinco... Esta sociedad está planificada para que todo sea una carrera. De vez en cuando, hay que pararse y ser honesto con uno mismo y ver un poco qué es lo que uno puede hacer y lo que uno no puede hacer. Y entonces pues, las redes, me imagino que exponen una imagen de ti mismo que no entra dentro de la honestidad. Creo, eh. Creo que uno se expone ahí a dar una imagen o a contar una parte limitada de su propia esencia. Y evidentemente claro que las otras partes no las cuentas. Primero porque piensas que no son interesantes y después porque son tuyas. Hay muchas cosas que no quieres compartir. En esta vida nosotros estamos muy expuestos. Hay una parte que necesitas que sea tuya. Porque si no, no vas a poder interpretar, no vas a poder engañar al espectador si la gente te conoce totalmente.

Es difícil ser honesto con uno mismo y también es difícil conocerse a uno al cien por cien.

Bueno, en eso estamos. Por eso leemos libros, por eso escuchamos música, por eso escuchamos las vidas de otras personas, para ver cómo lo han hecho ellos. Por eso nos sentimos relacionados con gente a la que admiramos, las que han conseguido a través de mucho esfuerzo tener cierta calma. La vida es muy complicada pero también es maravillosa, eso todos lo sabemos. Ya sabemos que Dios no existe, eso está claro. Que cuando nos hacemos daño decimos ay dios mío, dios mío, pero que eso son cosas que se dicen. Hay mucha gente que cree en él pero yo tengo la desgracia de no creer. Y claro, me tengo que inventar otra vida. O me gozo en este momento, porque yo cuando me muera no va a haber unas campanas ni una escalera blanca que me digan: bienvenido al paraíso. Mi paraíso es este. Y mi infierno.

En esta sociedad tan acelerada en la que estamos en una carrera constante, ¿qué papel tiene que tener el teatro?

El teatro está vivo. El espectador tiene que venir a sentirse cuestionado, a sentirse preguntado. El espectador no tiene que ser un sujeto pasivo en el teatro. Puede serlo en otros márgenes. Puedes ser un sujeto pasivo incluso viendo el fútbol si quieres, que no eres nada pasivo porque la gente grita e insulta. Pero, el espectador en el teatro tiene que venir a sentirse preguntado, a sentirse partícipe del hecho de lo que está pasando en el escenario. No hay teatro si no hay público. El espectador es la otra parte del teatro, la fundamental. Y sin ellos, estamos muertos. Por eso, va a estar siempre vivo el teatro, porque siempre va a haber gente que esté deseando que le cuenten una historia.

¿Se encuentra a gente joven entre el público? A niños, adolescentes...

Hay gente joven. Hay gente que viene por primera vez al teatro y es maravilloso. Yo ya tengo una edad, yo ya tengo 55, ya la gente que ha venido ya me ha venido a ver. Pero sí, hay gente joven y lo notas. Notas cuando la gente se ríe, oyes risas nuevas. Hay gente también muy experta en los teatros. Hemos girado por España y hay públicos que han visto muchísimo teatro. Pero sí, también ves la gente nueva. Y eso a mí me emociona mucho porque yo fui también un espectador que llegó por primera vez al teatro y también me tocó con una luz y dije: buah, esto qué es, esto también quiero hacerlo yo.

Disfruta mucho en los ensayos, en las representaciones, usted empezó en esto queriendo ser actor de teatro. ¿Hay más teatro en su futuro?

Siempre. Sí. A partir de ahora, sí. No van a pasar diez años sin hacer teatro. Lo tengo clarísimo. Ha sido un disfrute maravilloso, no quiero dejar de hacerlo.

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