La anarquía en España y uno de sus mitos

Enzensberger escribió una obra de ficción dedicada a Buenaventura Durruti, anarquista radical vinculado a sonadas acciones terroristas

Buenaventura Durruti.

Buenaventura Durruti. / Javier Paniagua

Javier Paniagua

A Hans Magnus Enzensberger se le debe un reconocimiento más allá de las necrológicas publicadas al morir el 22 de noviembre de 2022, a los 93 años. Y especialmente en España, porque escribió una obra de ficción dedicada a Buenaventura Durruti, el anarquista que murió a principios de la Guerra Civil y provocó diversas especulaciones sobre su fallecimiento en el frente de Madrid: El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti (Anagrama, 1998).

La figura del anarquista tiene ya una amplia bibliografía donde se analiza su trayectoria vital y su militancia libertaria. Tal vez la más extensa y completa, aunque con tintes hagiográficos, sea la de Abel Paz. Durruti en la revolución española (Fundación Anselmo Lorenzo,1996). Igualmente hay datos sustantivos en Diario de un pistolero anarquista (Destino, 2007), testimonio personal que el historiador Miquel Mir encontró de un antiguo miembro de la FAI en Londres (José S.), que fue un militante de las patrullas anarquistas barcelonesas que deambularon por la Barcelona de 1938-37, incautando bienes a los considerados facciosos y ejecutores de aquellos a los que consideraban traidores o colaboradores con el levantamiento militar.

También se publicó un almanaque escrito en español, alemán, francés, inglés e italiano, en conmemoración de los cien años de su nacimiento (León 1896), con una gran cantidad de fotos, y un pequeño folleto con viñetas donde se analiza la polémica que suscitó su muerte: Las seis muertes de Durruti. Por fin el nombre del que mató al legendario anarquista de Edmundo Marculeta (edición del autor, s.a.)

La anarquía en España  y uno de sus mitos

La anarquía en España y uno de sus mitos / Javier Paniagua

Intelectual expulsado de las Juventudes Hitlerianas

Enzensberger, estudiante de filosofía, fue poeta, novelista, dramaturgo, periodista, crítico literario y ensayista. Fue, en su juventud, miembro de las Juventudes Hitlerianas, pero fue expulsado y se alejó del nazismo para formar parte del grupo 47 y contribuir a la renovación de la literatura y la crítica alemanas. En su libro Conversaciones con Marx y Engels intentó explicar y analizar lo que significaron para la cultura alemana y universal.

En El diablo de los números, con miles de ediciones, analiza cómo los niños se aburren con la enseñanza de las matemáticas, y consideraba posible hacer de la materia una enseñanza asequible y estimulante. Viajó y vivió en diversos países, México, Cuba, Noruega, Italia y EE UU., pero tuvo una predisposición intelectual por el estudio de la cultura española con traducciones al alemán de poetas como Alberti o César Vallejo. De ahí de su interés por un personaje como Durruti, expresión del anarquismo radical que tiene en el movimiento anarquista español diversas interpretaciones, a favor y en contra. En uno de sus poemas afirma: «Yo soy el otro/ el que no se ríe/ el que no tiene cara de exponer al cielo/ ni palabras en la boca/ a quien desconozco y es un desconocido de sí mismo…/ el otro que es indiferente de quien no sé nada/ a quien nadie conoce/ ni me conmueve/ ese soy yo».

La anarquía en España  y uno de sus mitos

La anarquía en España y uno de sus mitos / Javier Paniagua

Terrorismo

Su figura se ha vinculado al terrorismo anarquista, al robo de bancos (fue el primero en asaltar el Banco de Chile) y atentados contra personalidades consideradas defensoras de la injusticia del capitalismo, y por ello padeció años de cárcel. Atentó y asesinó al cardenal de Zaragoza Juan Soldevilla, el 4 de junio de 1923, en represalia por la muerte del anarcosindicalista Salvador Seguí, «el noi del sucre», uno de los líderes del sindicalismo de la CNT, constituida en 1919, por los sindicatos libres controlados por la Patronal catalana. Durruti formó parte del grupo de Los Solidarios con otros conocidos libertarios, (los hermanos Ascaso, Sanz, Rafael Torres, García Oliver…) que algunos historiadores han considerado la puntilla para el golpe de Estado del general Primo de Rivera en septiembre de 1923.

Huyó de España y anduvo por Francia y varios países sudamericanos en los que contribuyó a formar grupos de acción. Después los Solidarios cambiaron el nombre por el de «Nosotros», calificados de anarbolcheviques cuando se incorporaron a la FAI en 1936, lo que ha llevado a que esta fuese identificada exclusivamente con el terrorismo anarquista, aunque no fue exactamente así. Tengo investigado que no era una organización coherente, en ella se integraron aquellos militantes libertarios partidarios del control de los sindicatos por los anarquistas, en contraposición a los anarcosindicalistas que pretendían desvincular el sindicalismo de una tendencia ideológica concreta y que no se imbricará en el posibilismo político, como defendió Salvador Seguí y después Ángel Pestaña, fundador del Partido Sindicalista, cuyo teórico sería el valenciano Marín Civera con su revista Orto.

No existe en la FAI un programa definido ni un proyecto único de acción. Cada grupo desarrollaba su estrategia y algunos de ellos no defendían «la propaganda por los hechos» que fomentó el terrorismo de otros grupos y el deseo de acelerar la revolución. En los plenos que la FAI celebró en 1933 y 1936 se evidenciaron las diferencias sobre el papel del sindicalismo y de cómo había que abordar la revolución libertaria. Durruti, desde el semanario La tierra, en 1931, cuando comenzaron las diferencias en el movimiento libertario entre reformistas y radicales, manifestó: «en una de nuestras reuniones propuse a Pestaña y Peiró (representante del anarcosindicalismo reformista) que fueran ellos los teóricos y nosotros, los jóvenes, la parte dinámica de la organización» (J. Paniagua: La larga marcha hacia la anarquía. Pensamiento y acción del movimiento libertario, Síntesis, 2008).

Suscríbete para seguir leyendo