Melchor López, la otredad insular

‘Cuaderno de Cabo Verde’ , una escritura de viaje para la «conversión del yo en otro»

Melchor López, la otredad insular

Melchor López, la otredad insular / Andrea Hernández Santana

Andrea Hernández Santana

Melchor López publica sus primeros poemas en 1990. En 1994 fue incluido en la antología Paradiso, compuesta por siete poetas, preparada por Andrés Sánchez Robayna. De aquí arranca su periplo como poeta y se suceden las publicaciones de sus libros, siendo el primero de ellos Altos del sol en 1995, un conjunto de haikús, tankas y poemas en prosa que busca captar la emoción de un momento aparentemente banal pero que está lleno de significado. A esta primera publicación le sigue El estilita en 1997. En 1998 se traslada a Fuerteventura para, seis años después, desplazarse hasta Lanzarote, donde reside en la actualidad y en donde desarrolla su obra entre 1998 y 2005 con libros como Oriental (2003) y Fama del día seguido de Escrito en Arrieta (2006). Entre sus últimas publicaciones podemos destacar De la tiniebla en 2013, Dos danzas en 2014, Según la luz en 2019, De vuelo también en el mismo año, Niño en 2020 y, por último, el libro que comentamos, integrado en una serie que el autor denomina «libros de viaje».

Cuaderno de Cabo Verde aparece constituido por una serie de poemas y fragmentos en prosa que se van intercalando. Es un tipo de escritura basado en distintas experiencias de viaje que rehúyen las simples anécdotas, pero estrechamente vinculadas a una geografía precisa en una serie de poemas que —lejos de incurrir en cualquier pintoresquismo o de contentarse con una serie de apuntes— obligan al autor a establecer un nuevo lenguaje, una nueva realidad, un filtro imaginativo… Para un poeta canario, Cabo Verde no es un territorio más, sino una prolongación de su geografía. Mediante el viaje, el autor ha querido realizar una «conversión del yo en otro», como afirma en una entrevista reciente y como podemos comprobar en el poema que cierra este libro.

El tema, en efecto, de la conversión o la transformación que, como viajero, el yo lírico quiere hacer en otro preside el conjunto. Esta temática se hace visible en poemas como Autoproclamación en la ciudad de Praia, en el que la voz se alza en rebeldía (como lo hará más adelante en Los rabelados de Nuestro Señor Jesucristo, circa 1960) y proclama su autoexilio. En él se declara como un «vil traidor de su patria chica», «el primer escritor de las islas Canarias / en voluntario exilio, / por el bien de su espíritu / y de la incierta fama postrimera», y llega incluso a declarar: «Reniego del honor escaso / ganado por mi pluma ya extenuada». En estos versos el autor expresa su desarraigo, su descontento y su no pertenencia a sus propias raíces en su condición de poeta.

Melchor López, la otredad insular

Melchor López, la otredad insular / Andrea Hernández Santana

En cuanto al poema en prosa titulado Melopea macaronésica», el poeta se deja llevar por los paisajes y por las gentes. Al mismo tiempo, conviene señalar la importancia de otro de los textos, concretamente el que lleva por título «Los rabelados de Nuestro Señor Jesucristo, circa 1960», ya citado. En él habla uno de los rebelados cuando dice «Porque somos los rabelados les pedimos solamente que nos dejen vivir en paz […]». Estos «rebelados» forman parte de una comunidad religiosa de la isla de Santiago, que rechazaron, en tiempos del salazarismo, a los educadores y religiosos católicos y defendieron sus creencias animistas. Es aquí cuando aparece por primera vez el tema de la conversión o transformación en el otro, así como una crítica del colonialismo, evidente también en el poema «En la colonia penitenciaria de Tarrafal», que se cierra con una cita del poeta Paul Celan, aludido igualmente en el poema «Un hombre».

Mención especial debe hacerse al poema que cierra el libro, Vida retirada, consagrado en su totalidad al motivo de la transformación que López aborda en sus cuadernos de viajes en el que, en esta ocasión, toma la voz de un viejo retirado, un anciano de Cabo Verde mediante el cual se imagina su nueva voz e idioma. Podría considerarse un canto a toda una vida dedicada a la palabra poética y al sacrificio que eso representa hoy. Estos últimos versos reflejan a la perfección este sentimiento que el autor expresa: «Finalmente, amigos, sí, / conseguí mi propósito / (también para esto, miren, / vale la despreciada poesía): / vivir algunos años / en una casa junto al mar / donde esperar la muerte / sin temor o recelo».

La lengua poética de López parece marcada por la «antilira» del brasileño João Cabral de Melo Neto, es decir, un tipo de poesía seca y de palabras tensas. Las imágenes se vuelven emblemáticas, como en el caso de la botella, símbolo del destino que ignoramos, o la figura de Arménio Vieira en el poema Mi encuentro con Arménio Vieira, el poeta como el símbolo de la sabiduría (el poeta Arménio Vieira, nacido en 1941, es el más conocido autor caboverdiano). Los muros, los pabellones desnudos, los nombres olvidados, los remos como símbolo de tradición y vínculo familiar… En el texto A través de la ventanilla se narra de manera seca y desgarradora un paisaje paupérrimo y hermoso plagado de pesadumbre y sombras.

El propio Melchor López se considera perteneciente a lo que él llama «corrientes sintácticas», ámbito creador de quienes, según él, se mantienen en estado de resistencia permanente contra la banalización que cerca hoy por hoy las palabras sustanciales. Es por ello, quizá, por lo que el propio López ha llegado a confesar que se siente extraño dentro de la actual poesía española y dice textualmente que se encuentra dentro del «gran desvío» que representa aquella que se viene escribiendo en Canarias en las últimas décadas.

Cuaderno de Cabo Verde nos invita a conocer y penetrar un paisaje y una naturaleza transformadora. Un poeta recorre una nueva geografía y amplía de ese modo su mundo perceptivo haciéndonos partícipes de sus metamorfosis sensibles. Entre el «emblema insulano» de dos remos y el sueño de una «vida retirada» junto al mar, el poeta da testimonio de su aventura. Cabo Verde no ha sido, para Melchor López, únicamente un nuevo territorio conocido y visitado, sino un nuevo reino de las transformaciones del espíritu.

Suscríbete para seguir leyendo