“Las mujeres tenemos más cojones para decir ‘no sé’”

Las directoras de "El agua" y "Alcarràs" conversan en València sobre cine, rodajes, territorios y el factor femenino de sus historias

Elena López Riera y Carla Simón, con la periodista Pepa Blanes, hablaron sobre sus películas en los cines Lys.

Elena López Riera y Carla Simón, con la periodista Pepa Blanes, hablaron sobre sus películas en los cines Lys.

Voro Contreras

La directora de “El Agua”, Elena López Riera, y la de “Alcarràs”, Carla Simón, mantuvieron el lunes por la tarde un encuentro celebrado en los cines Lys de València para hablar sobre el cine en general y sobre su cine en particular. Entrevistadas por la periodista Pepa Blanes ante un público que abarrotó el patio de butacas, Simón y López Riera rememoraron sus inicios como cineastas y hablaron de los aspectos comunes de sus filmografías, tan arraigadas al lugar de origen de ambas directoras, y del papel de las mujeres en sus respectivos films.

Así, sobre como llegaron a la realización de películas, López Riera subrayó que ama su “pueblo”, Orihuela -donde transcurre su primer largometraje- y que ha vivido allí durante años, pero que era un lugar en el que era difícil ver películas de estreno. “Recuerdo ver Los amantes del círculo polar’ y alucinar con que se podían hacer cosas así. Así que empecé a investigar y descubrí lo que era esta profesión”. También Simón señaló que, en su caso, “vivía en el campo y no veía películas”. “Me acuerdo de ver en el instituto ‘Código desconocido’. El debate posterior me hizo darme cuenta de cuantas cosas decía la película sin haberme dado cuenta. A través del cine se pueden contar muchas cosas, solo con una historia”, subrayó.

“El pueblo de Alcarràs no es en el que yo crecí, como el de Estiu 1993, es el pueblo de mi madre -comentó a continuación la directora catalalana-. Aunque se ha hablado mucho de lo rural desde fuera, puedo retratar Alcarràs desde dentro, ya que pasé mucho tiempo en la casa de mis tíos, que plantan melocotones, y vi las cosas buenas y las malas. Durante tiempo reflexioné sobre lo que quería mostrar, donde poner las cámaras, etcétera”.

Amar y odiar

Sobre esta dicotomía entre amar y odiar el lugar del que eres y al que vuelves para trabajar, López Riera admitió que “es complejo contar las cosas desde dentro”. “Esperar la legitimación de las personas que has filmado es muy peligroso -aseguró-, lo importante es abordar la complejidad de lo filmado. Además, no hace falta irte de tu pueblo para sentirte desarraigado, te puedes sentir desarraigado de tu propia casa, es algo que me emociona mucho de Alcarràs, el exilio interior”.

La moderada de la entrevista preguntó a la directora valenciana sobre las mujeres que hablan a cámara en El Agua, cómo esas mujeres no se sentían legitimadas para hablar y como Elena lo quiso hacer posible para hacerles escapar de los roles de género. “No sé si se puede escapar -señaló la realizadora-. Muchas no querían aparecer en la película porque decían que no sabían hablar”.

“En Alcarràs era muy importante retratar este sitio y la idea era contar que las mujeres en el campo tienen mucho peso, ayudan al marido, aguantan emocionalmente todo y asimismo dar un poco de esperanza con la generación nueva -añadió Simón-. Mi prima es parte de la sociedad feminista de Alcarràs, te das cuenta de que el discurso va cambiando”.

“A veces siento que somos nosotras, las mujeres, las que tenemos la responsabilidad de dar una respuesta, es un peso muy grande y a mí me ayuda que se compartan las dudas -compartió a continuación López Riera-. Creo que es importante no parecer que tenemos las cosas claras”.

"La hija es igual que la madre"

En este sentido, Blanes planteó como “El agua” habla de esa “mala fama” de algunas mujeres que se va heredando por vía familiar. “Siempre se escucha la frase “la hija es igual que la madre”. Creo que es muy interesante que estas mujeres -Luna y Bárbara Lennie- a través de El Agua pasan a ser heroínas”. “Hay estigmas que se heredan y así se organiza la sociedad -respondió la directora-. Estas mujeres a veces son odiosas y otras no, tienen sus grises, son complejos, es lo importante de un personaje”.

Tanto “El agua” como “Alcarràs” -que cuentan con varias nominaciones para los Goya de este año- cuentan con interpretes no profesionales en algunos de sus papeles principales. Actores y actrices que, como señaló Blanes, no habían actuado nunca pero que tienen una experiencia relacionada con la historia y el espacio.

“El proceso de casting fue muy paralelo, nos contábamos nuestros progresos -recordó Simón-. En mi caso, quería respetar el catalán que se habla en la zona de Alcarràs, y no hay muchos actores que lo hablen. No quería que alguien forzara o imitara ese idioma”. Asimismo, destacó que “un agricultor es un agricultor” y que “eso no se puede imitar, las manos, la planta. Las mujeres fueron los personajes más difíciles de encontrar”.

“Durante el casting se pasaban cinco minutos pidiendo perdón por estar ahí, cinco minutos míos animándolas y era muy complicado que se lanzaran. A ellos les daba igual qué hacer y ellas tenían miedo a hacerlo mal. A través de la peli, las actrices escogidas aprendieron a delegar, a dejar a los niños con los padres y se sentían legitimadas a hacerlo porque estaban haciendo una peli y, después, promocionándola”, añadió la realizadora de Alcarràs. 

“Muchas mujeres venían al casting a contarnos cosas, su vida, y el guion se ha nutrido mucho a través de las historias de estas mujeres -relató después López Riera-. Te das cuenta de la cantidad ingente de malos tratos que hay no confesados. Contaban cosas tan intimas que me hizo pensar lo poco que se les preguntaba a estas mujeres. ¿Nosotros solo preguntábamos “qué deseas?”. Fue un proceso larguísimo, porque nos pilló en la pandemia a las dos”.

Un cambio en los rodajes

Simón contó que para el casting de “Alcarràs” vieron a 9.000 personas: “Yo buscaba crear vínculos reales, alquilé una casa, nos vimos durante tres meses en los que ensayamos, hicimos improvisaciones y el último mes los ensayos de la película. Es una parte que disfruto, ya que generas situaciones desde una intimidad muy grande, con mi cámara para llegar al rodaje como una familia”.

Otro de los temas planteados por la moderadora a Elena López Riera y Carla Simón fue el del cambio de dinámica en los rodajes cuando los equipos tienen al frente a mujeres jóvenes como ellas. “Durante la primera semana de rodaje todo el mundo piensa que no tengo ni idea de lo que hago -reconoció la directora de Alcarràs-. Antes eso no me gustaba, pero ahora me lo paso bien. La introducción de la duda en los rodajes tiene que ver con la introducción de la mujer en la dirección. Tenemos más cojones para decir “no lo sé””.

La directora de El Agua, por su parte, explicó que tanto en su primer largometraje como en sus cortos anteriores suele trabajar con las mismas personas y que han estado bien acompañados por la producción. “No es la misma industria de cine que siempre”, concluyó.

El encuentro terminó con las dos cineastas reflexionando sobre las nominaciones, los premios y cómo son un foco de ansiedad y de tensión. “Solo hablamos de los éxitos, no se habla del miedo, de la incertidumbre, un poco como en Instagram”, lamentó López Riera, quien aseguró que de todo el proceso que sigue una película una vez terminado el rodaje, lo más complicado para ella son su paso por los festivales. “Hay que tener fuerza emocional y aprender a gestionar las expectativas de uno mismo”, añadió Simón.

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