Sergio Barreto y la noche sapiente

‘El sol estrella blanca’, su último poemario, explora la geografía insular bajo el signo cósmico llevándonos al conocimiento de la naturaleza

Sergio Barreto. | | CARLOS A. SCHWARTZ

Sergio Barreto. | | CARLOS A. SCHWARTZ / Judith pazo martín

Judith Pazo Martín

Nacido en Tenerife en 1984, Sergio Barreto es uno de los poetas canarios más sólidos de los surgidos «a partir de 1980», es decir, cronológicamente situado después de los últimos nombres incluidos por Miguel Martinón en su Poesía canaria actual. (A partir de 1980) (2010), con algunos de los cuales presenta ciertas coincidencias aunque ofreciendo, al mismo tiempo, indudable singularidad. Ha publicado los poemarios Los centinelas (2011), Sangre de eclipse (2013), Libro del observatorio (2019, premio de Poesía Emeterio Gutiérrez Albelo 2012) y este El sol la estrella blanca. Es autor, además, de la novela Vs. (premio Benito Pérez Armas 2015) y del libro de relatos Las estribaciones occidentales de Cydonia (2020). Entre 2013 y 2015 fue coordinador del Área de Literatura del Ateneo de La Laguna y del café cultural Atelier des Fous, en San Cristóbal de La Laguna, donde se llevaron a cabo exposiciones de artistas emergentes, conferencias, lecturas poéticas, coloquios y performances.

Barreto ha sido miembro del comité de redacción de la revista digital de arte y pensamiento Piedra y Cielo, columnista de La Opinión de Tenerife (2016-2018) y ha reseñado obras y exposiciones para la memoria anual de TEA (Tenerife Espacio de las Artes). Coordinó para el Festival Internacional de Documentales MiradasDoc el boletín diario El Mirador (2020). Colaborador de la revista de poesía Nayagua, de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, participó por otra parte en el Programa de Actividades Literarias en Centros Públicos de Enseñanza Secundaria Encuentros Literarios y en «Por qué leer a los clásicos», promovido por el Ministerio de Cultura (2020).

Se trata de una obra presidida por el escrutinio metafísico y sensorial, que aboga por la fluidez de las imágenes del mundo

Señala Miguel Martinón, en la antología citada, que algunos de los poetas canarios surgidos «a partir de 1980» se sitúan en una línea «comprometida en la vivencia de la soledad y del desierto y alejada de las tendencias neorrealistas», interesados siempre en «conciliar poesía y pensamiento, en practicar una poesía-construcción y en indagar los signos de la insularidad». Todo ello se cumple igualmente en Sergio Barreto, pero con características propias, según se ve con claridad en El sol la estrella blanca. Compuesto por veintinueve poemas de métrica tendente a la silva libre, en el libro se exploran otras formas, como el poema en prosa (en siete composiciones) o el haiku (en dos casos, «Recibimiento» y «Mirador de San Roque»). El conjunto gira en torno a una suerte de exploración cósmica e iniciática en la que una precisa topografía insular (Benijo, Teno, Punta del Hidalgo, Izaña, Punta Rasca, Vilaflor, etc., sin dejar de lado a otras islas, como el caso de La Gomera) configura un viaje de carácter metafísico.

Designio cósmico

En el marco de la poesía canaria de su generación y en el panorama de la poesía española contemporánea, Barreto se distingue por un designio cósmico, en el que el espacio celeste y los astros determinan el viaje humano y la aventura del conocimiento. «La noche es infinita en su sapiencia», se lee en el poema «Cuatro lunas, una silla y una niña». Este verso parece resumir o emblematizar la visión poética de Barreto. Es un viaje a través de diversos elementos naturales que muestran la grandeza y el misterio de la Tierra y del cosmos, un misterio que Sergio Barreto interioriza por medio de imágenes y metáforas a veces insólitas («Por encima del rostro puedo ver / la mítica espiral de la galaxia, / los cúmulos que existen más allá / del límite de Hubbel») y que no excluye referencias místicas («el vuelo que a la caza le da alcance», para ser precisos, en el poema «El palacio del astrónomo»). El tema fundamental que centra el poemario es, pues, la naturaleza, la presencia del sol, el aire, el agua, aunque también hacen acto de presencia los «alimentos terrestres» (la harina, el pan, el vino). Todo ello con palabras que elevan el lenguaje traídas de la propia tierra.

El poema «Lectora de Virgilio» está marcado por un lugar y una fecha («La Laguna, 10/3/2020»), a diferencia de las demás composiciones, y esto parece ser relevante para el autor por lo menos desde el punto de vista de las coordenadas espacio-tiempo. Se trata de un poema de exaltación a la lectora desde una esfera mística que está presente y se esfuma en un ambiente de papeles y libros, flexos y marihuana: «La noche cubre el cuerpo de la casa. […] // La que lee a Virgilio, en los límites / psíquicos, casi mística, traspasa / los vasos capilares de este mundo / y marca con la horquilla de alabastro / un verso que mi voz convierte en aire».

Profundizar en los sentidos

Sergio Barreto mantiene su intención de profundizar en los sentidos, las manifestaciones metafísicas atraídas por un sentimiento vivo que comparte la experiencia como receptor de la fuerza desmedida de la naturaleza: «Puedes achicharrar mis retinas y entregarme visiones caóticas de solsticios y equinoccios». En otro poema, «Alimenta a un gallo», Barreto escoge la voz de Téano, 496 a. C., para adentrarse en el mundo de los quehaceres diarios, negando todo propósito de guardar silencio tras la muerte de su amado, Pitágoras. Un poema bellísimo —tal vez el mejor del libro— que recupera la existencia de «las cosas que existen, invisibles y visibles». Dar voz a Téano, la matemática, filósofa y miembro de la escuela pitagórica, implica cierto culturalismo, que asoma a menudo en libro, algo en lo que inciden también algunas referencias mitológicas clásicas (la Medusa, los tritones, los Daimones, las dríades), provocando a veces cierto hermetismo que no hace concesiones al lector, obligado de este modo a buscar e interpretar claves ocultas. 

Incluido por Miguel Martinón en ‘Poesía canaria última’, pero con características propias reafirmadas en la nueva entrega

El sol la estrella blanca (con su variante «El sol la tierra blanca» en un verso del poemario) es un libro presidido por el escrutinio metafísico y sensorial que aboga por la fluidez continua de las atrayentes imágenes del mundo, unas imágenes contemplativas y reflexivas que nos transportan al universo primario de las sensaciones casi siempre vinculadas a la percepción y la experiencia del espacio insular. Sergio Barreto cierra este poemario con los versos titulados «Mirador de San Roque», donde hace referencia tanto a la constelación de Orión como al cazador y a Hui Shi, filósofo chino famoso por sus diez paradojas sobre la relatividad del tiempo y el espacio. Barreto hace alusión o más bien insinúa la fina línea entre «lo que se adentra en el poema / o de él escapa», de los sentidos y la percepción de la realidad, tras su propio sentir. 

Poesía rigurosa, bella y madura. Poesía capaz de llevarnos a un conocimiento empírico y sensitivo que nos viene dado por la Naturaleza. «La noche es infinita en su sapiencia.»

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