Letras | Festival Aridane Criminal

Acerca de la corrupción en Aridane Criminal: «Todos tenemos un precio a negociar»

Los escritores Francisco Zamora Loboch, Marta Prieto y Javier Díez reflexionan sobre la función social de la novela negra como crítica al sistema

Francisco Zamora, Marta Prieto y Javier Díez, ayer, en La Palma. | |

Francisco Zamora, Marta Prieto y Javier Díez, ayer, en La Palma. | | / ANDREW GALLEGO

C.R.

Confiar o no, esa es la cuestión. Ya sea en las instituciones, en los medios de comunicación, en la historiografía o en la propia condición del ser humano como ser incorruptible. El Festival Aridane Criminal prometía que no iba a dejar atrás ninguna pregunta sin contestar, ni que iba a rechazar el debate a cuerpo abierto, y ayer cumplió durante la mesa redonda El ojo público. La novela negra como vehículo de denuncia de la corrupción. A la vista están las elecciones de mayo, pero antes del chascarrillo fácil, la escritora Marta Prieto advirtió que España no respondía a esa tradición de picaresca literaria, donde unos individuos al margen de la sociedad intentan sobrevivir, sino a la construcción de unas tramas y personajes que hacen entender al lector desde dentro cuál es el funcionamiento y las consecuencias del sistema.

La tercera jornada abordó la idea central del encuentro junto a los autores Francisco Zamora Loboch y Javier Díez. «Somos un país en el que la impunidad de los corruptos ha permeado todas las capas”, subrayó la leonesa, mientras hacía referencia a la vigencia de la dictadura franquistas en la actualidad. En paralelo, el asesoramiento de José Bono a dictaduras como la de Teodoro Obiang fue señalado por el periodista ecuatoguineano, o la reflexión del novelista vasco acerca de la perversión de la estructura vigente que permite que el poder se aproveche de las lagunas jurídicas en favor de sí mismo.

Ante todo ese descalabro, la ficción permite analizar lo ocurrido, aunque no confunda el propósito del género con aquellos sucedáneos que «intentan blanquear el sistema», incidió Díez. Al hablar de límites, fue claro: «Todos tenemos un precio a negociar, ya no solo en términos económicos». ¿Qué pasaría si se ofreciera beneficiar a un familiar, alcanzar una meta soñada, conceder un favor que parece irrisorio? Cada quien sabrá.