Entrevista | Sabina Urraca Escritora, editora y periodista

"Una perra que ha estado encerrada ladra más alto, corre más, disfruta más"

La escritora, periodista y editora protagoniza el ciclo 'Escritoras en la Casa-Museo' en la Casa-Museo Pérez Galdós este jueves 2 de febrero, a las 19.00 horas

Sabina Urraca.

Sabina Urraca.

Nora Navarro

Nora Navarro

La escritora, periodista y editora Sabina Urraca (San Sebastián, 1984), autora de novelas como ‘Las niñas prodigio’ y editora de hitos como ‘Panza de burro’, aterriza este jueves en Las Palmas de Gran Canaria para impartir la charla-conferencia ‘La profesionalización de la mentira’ en la Casa-Museo Pérez Galdós.

Su charla-conferencia en la Casa-Museo Pérez Galdós se titula La profesionalización de la mentira. ¿Cuál es, a su juicio, la barrera que separa la realidad de la ficción? ¿Esa barrera tiene más de realidad o de imaginación?

Esa barrera no existe para mí. En la vida real debemos tener claro cuáles son los límites, pero en la escritura las posibilidades son infinitas, podemos usar lo que queramos de la realidad e inventar lo que nos apetezca. En pocos territorios se es tan libre, y hay que aprovechar esta libertad y no intentar justificarse. Es descorazonador cuando muchos lectores y periodistas quieren saber qué es verdad y qué no. Es como si quisieran romper la magia, revelar el truco, estropearse a sí mismos el espectáculo. ¿Qué es verdad, qué es mentira? Sólo puedo decir que, en general, mi identificación suele ser mayor con las situaciones ficticias de mis personajes que con las que más o menos se apegan a mi realidad. Un escritor es todos sus personajes. Esto es lo que puedo decir de mi narrativa, pero claro, cada autor es un mundo de gradaciones de realidad y ficción. Es imposible hablar de porcentajes, de nivel de ajuste a la realidad. En el momento de escribirlo todo es real. La literatura conlleva una libertad creativa en la que se dinamitan los límites y lo que importa de verdad es construir una buena historia sin importar los materiales con los que se construya ni la procedencia de estos materiales.

Nació en San Sebastián, se crió en Tenerife y vive en Madrid. ¿Qué palabras suscita esta raíz híbrida: frontera, inmigración, nostalgia?

En cuanto a la parte práctica del oficio de escritor, esta multitud de orígenes es una desventaja. No cuento como escritora canaria o vasca. Jamás me incluirán en una antología de escritores canarios, por ejemplo. En ese sentido, siento que el carecer de una etiqueta territorial me limita bastante. Pero, por supuesto, la cuestión del desarraigo, el haber sido una niña vasca en Tenerife y una niña canaria en Donosti, el pertenecer a dos culturas tan diferentes (quizás hablar de cultura pueda resultar extraño en este caso, pero los imaginarios del País Vasco y Canarias son mundos muy distintos), han hecho que construyera una identidad híbrida desde la que supongo que se cuentan cosas distintas a las que contaría alguien que pertenece a un solo sitio. El no tener una identidad fija y arraigada, en la primera niñez, me llevaba a estados de confusión y angustia. También, en ciertos momentos, la crueldad infantil -y adulta- con el que es diferente. Ser la niña goda en Tenerife, la canaria en el País Vasco, que mi acento fuera cambiando, luchar por ser aceptada en los dos lugares sin que mi identidad, aun moldeándose, se resintiera, es un ejercicio que sirve también para la escritura y la publicación: aprendes a ser quien eres sin darle demasiada importancia a que a alguien puedas parecerle rara. Recuerdo ser pequeña, jugar muy ensimismada y pensar que mi "verdadero lugar" estaba ahí, en esa fantasía inventada del jugar. Ahora ese juego es la escritura. Y la sensación perpetua de no pertenencia nos convierte en viajeros perpetuos de cualquier lugar, lo que deriva en una observación más atenta y curiosa. Eso, sin duda, es muy positivo para la escritura. También vivir en la nostalgia perpetua de otro lugar que en realidad no existe, la construcción de un imaginario de fantasía, es buena gasolina para alguien que quiere escribir.

El pasado 2021 se trasladó a Estados Unidos con una beca de escritura de la Universidad de Iowa, ¿qué fue lo mejor y lo peor de esa etapa?

Estuvimos un año con esa beca y ya estamos de vuelta en Madrid. Lo mejor: la naturaleza, los animales, vivir en una casa baja de madera, leer y escribir en el porche, avistar mapaches, zarigüeyas y ciervos, poder disfrutar de talleres y lecturas de grandes escritores, tener la posibilidad de coger en préstamo hasta mil libros de la biblioteca y que me los trajeran a casa para que me los quedase todo el año. Y ver nevar durante horas y días. Lo peor: Lo opresivo de la ultracorrección política, lo devastador que resulta este discurso en la literatura, un cierto racismo vivido como persona no estadounidense, el desdén y el acaparamiento del discurso de mis compañeros gringos. No obstante, también esto ha sido una enseñanza. Y echar de menos Madrid y Tenerife, sentir lo frágil que es la identidad, cómo se va deshaciendo en cuanto nos alejamos de nuestro entorno seguro. El mayor aprendizaje ha sido: ¿Por qué salir de tu zona de confort, con lo que te ha costado llegar a la zona de confort, con lo difícil que es encontrarla? En Madrid tengo una vida que me gusta mucho, una familia de amigos incomparable, y he conseguido vivir de lo que me gusta. Lanzarse a la aventura, en algunos momentos, no tiene mucho sentido. Pero fue bonito.

La escritora, periodista y editora Sabina Urraca.

La escritora, periodista y editora Sabina Urraca. / Laura C. Vela

Su novela Soñó con la chica que robaba un caballo atesora una impronta galdosiana al inspirarse en los episodios nacionales. ¿Por qué escogió, en concreto, narrar el capítulo del 11M?

El 11M fue mi momento de mayor toma de conciencia del mundo en el que me encontraba, el gran batacazo de decepción política. En el libro me interesó narrarlo desde otro punto de vista, el de la adolescencia que no encuentra su lugar ni es capaz de implicarse políticamente porque no se siente parte del lugar, narrar cómo se va construyendo la pertenencia hacia una ciudad y un país. Y aproveché para atravesarlo todo con un tema que me interesa mucho y que nos toca profundamente y cada vez más: la salud mental.

Esta novela se sitúa en la etapa de la post adolescencia. ¿Qué le atrae de estos procesos de transición o construcción identitaria?

La postadolescencia me parece el momento perfecto en el que situar a un personaje que va a vivir una historia de terror psicológico, género que me interesa especialmente. Es el momento en el que desaparece el sostén de los padres y una debe aprender a cuidarse a sí misma, llegando a veces a límites terribles de abandono y confusión. Puede pasar cualquier cosa. Me divierte asomarme a esos abismos que ya quedan lejos, recrearlos, construir ficción sobre ellos.

Este año es la editora invitada de Caballo de Troya y su objetivo, según expresó en la presentación de los nuevos títulos para 2023, era apostar por una línea "artesanal, de cercanía" con los autores. ¿Cómo describe su estilo como editora?

Mi deseo es alejarme de los centros, de las capitales, y mirar a los pueblos, a las islas, a las ciudades de provincias. No limitarme a lo que podríamos llamar lugares de paso habituales de la literatura. Rebuscar con ganas. También tengo gran interés en nuevas formas narrativas: poesía en prosa, narrativas híbridas, formatos que no tengan clasificación clara. Y, una vez encontrados estos escritos o estos autores (muchas veces las novelas que busco no existen, y yo las propongo, o el autor me cuenta sus ideas y yo lo ayudo a guiarse), me interesa el trabajo real, mano a mano, de artesanía. En algunos manuscritos edito frase por frase, con el autor al lado. Hablar, proponer, decidir, sacar brillo de esos tesoros sin llegar a romperlos. Eso es lo que me interesa de la edición.

"Muchas veces digo que amo las películas y los libros que me sientan mal"

¿Cuál diría que es el hilo común que atraviesa este catálogo de libros?

Cada libro es un mundo completamente diferente; sería absurdo englobarlos bajo una característica. Como editora, sólo puedo decir que son libros cuya lectura no me ha resultado plácida ni cómoda. En general, en todas las creaciones artísticas, busco que me duelan en alguna parte. Muchas veces digo que amo las películas y los libros que me sientan mal. Soy muy feliz trabajando sobre estos libros, acompañando el proceso, pero sé que es porque hay partes de ellos que me hacen daño.

El primer libro de la colección es Leche condensada, de la escritora tinerfeña Aida González Rossi. ¿Qué aspectos destaca de esta novela?

Leche condensada abre la colección con una historia que te revienta en las manos como un dulce podrido. Aida González Rossi nos habla de adolescencia, de vínculos complejos, Pokémon, amistad, abuso sexual intrafamiliar y el descubrimiento de lo queer en un pueblo del sur de Tenerife, con una voz poética salvaje, sucia e impúdica, que se entremezcla con la narrativa de videojuego. Es un libro inclasificable, que utiliza un lenguaje que mezcla lo poético y la oralidad. He conocido a pocas escritoras tan valientes como Aida. Es una novela que como primer libro es una auténtica declaración de intenciones, como si estuviese diciendo: este es mi juego, no pienso dejar de jugar, si no te gusta te jodes. Trabajar en el manuscrito con ella, este verano, en casa de mis padres en Tenerife, fue absolutamente maravilloso. Fue también un regalo poder llevar a cabo la preparación de la portada, enyesándole el brazo, sacando las fotos, dejando que Choche Hurtado, mi marido y diseñador de la colección, hiciese su magia.

Alguna vez ha dicho que identifica un "salvajismo" en las voces literarias femeninas que no encuentra en las masculinas, ¿por qué?

Creo que echando un vistazo a la historia que nos precede, a tantos años de machismo y segundo plano, puede comprenderse este estallido. En general, una perra que ha estado encerrada ladra más alto, corre más, disfruta más del territorio que se le abre ante los ojos. Por supuesto, hay maravillosas excepciones entre escritores hombres. Luis Díaz, que también publicará en la colección, es un magnífico ejemplo de ello. O el poeta tinerfeño Yeray Barroso, del que estoy leyendo su segundo poemario después de haber adorado el primero.

"Panza de burro ha sido una de las grandes alegrías de mi vida"

Panza de burro, que Andrea Andreu, constituyó un éxito casi sin precedentes de la literatura canaria. En el prólogo describía unas sensaciones concretas y hermosas con respecto a esta novela, ¿cuáles son estas sensaciones hoy, tanto tiempo y eco después?

Panza de burro ha sido una de las grandes alegrías de mi vida, además de un éxito casi sin precedentes en la literatura en general, más allá de la canaria. Pero de esta vivencia me quedo precisamente con lo que hay detrás del éxito y los brillos: una novela que sigue y seguirá siendo hermosísima y arrebatadora por muchos años que pasen. Y el proceso vivido con Andrea. Eso, y no los grandes titulares de éxito y superventas, es lo que considero más importante.

Su escritora favorita es Lydia Davis. Si la tuviera delante tomando un café, ¿de qué le gustaría hablar con ella?

Creo que no querría hablar con ella. Me daría miedo. Preferiría cocinarle algo, resolverle las comidas y las cenas de una semana.

"Desde que me recuerdo pensando, imagino historias o veo la vida y el mundo como relato que nos está siendo narrado"

Además del gran proyecto editorial que hemos comentado, ¿en qué proyectos trabaja actualmente?

Hace dos meses recibí la beca de creación de la Fundación BBVA, una oportunidad única (es de las pocas becas buenas de creación que hay en España ahora mismo) para terminar de una vez una novela con la que llevo batallando siete años. En ello estoy. Por otra parte, en marzo publicaré Cha-cha-chá (Dueto), un libro híbrido en la Editorial Comisura, que es de las más bellas y cuidadosas con la edición que han surgido en los últimos años, en el que se aúna una novela corta mía y las imágenes de Bego Antón, una fotógrafa espectacular. Aparte, sigo colaborando con revistas que cuidan mucho los textos, el diseño, como Salvaje o Matador. Considero una suerte poder trabajar con personas que dan importancia y miman los escritos.

Una pregunta final: ¿por qué la literatura?

Desde que me recuerdo pensando, imagino historias o veo la vida y el mundo como relato que nos está siendo narrado. El gran paso, supongo, ha sido ese proceso de traducción al papel de las historias que veía o imaginaba. La literatura está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras, de la imaginación a las palabras. Esa traducción es una lucha perpetua. 

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