Entrevista

Ray Loriga: "Competir con tu padre es una mierda tanto si ganas como si pierdes"

El escritor madrileño publica 'Cualquier verano es un final' (Alfaguara), novela sobre la amistad y la muerte en la que vierte sin dramatismo, más bien al contrario, su experiencia con un tumor cerebral y las secuelas que le dejó

Ray Loriga.

Ray Loriga.

Ramón Vendrell

'Cualquier verano es un final' empieza: "Les contaré lo peor que me ha pasado". 'Lo peor de todo', su primera novela, empieza: "Lo peor de todo no son... "

"... las horas perdidas, ni el tiempo por detrás y por delante, lo peor son esos espantosos crucifijos hechos con pinzas para la ropa".

¿Es una rima consciente o una casualidad?

Una casualidad no porque vienen de la misma cabeza. Empecé con ese tono, con ese fraseo, e inmediatamente me sonó a eco de aquello. Me hacía gracia que una novela sobre la casi muerte o la muerte casi empezase con que lo peor que me ha pasado es confundirme soñando un poema de Elizabeth Bishop. Me pareció que creaba un contraste.

¿Hay alguna relación secreta entre ambas novelas?

No soy consciente de que la haya. Más allá de que es el mismo escritor treinta años después. Cuando llevas treinta años escribiendo siempre hay ecos de lo que has escrito antes.

¿Qué secuelas le dejó la extirpación de un tumor cerebral?

Unas son evidentes. Tengo un problema de visión. No es que haya perdido un ojo del todo, lo tengo aquí debajo un poco maltrecho. El problema es que este ojo ve como dos veces porque tiene una pequeña mácula en la córnea y el otro ve normal. Entonces, se suman como tres visiones. Sin el parche no puedo manejarme porque veo triple. La única manera de ser funcional es con un parche. Perdí totalmente un oído. Como si tienes dos bafles y a uno le cortan el cable. Me ha quedado una ligera parálisis facial. Estas son las secuelas físicas que han quedado. Tuve que pasar un proceso de logopedia para volver a hablar y otro de fisioterapia porque perdí el equilibrio.

¿Y secuelas emocionales?

Supongo que una sensación de vulnerabilidad. Te sientes inseguro en lo físico. Puedo salir a comprar el periódico pero no andaría solo por las calles por la noche.

Los escritores somos un poco hienas, de las desgracias de los demás sacamos cosas y de las propias también

¿Por qué decidió contarlo literariamente?

Por varias causas. Porque era buen material para construir una ficción. El proceso por el que pasé me sirve para saltar adonde quería. Por venganza: ya que me ha pasado, lo voy a aprovechar para algo. Tercer motivo: porque los escritores somos un poco hienas, de las desgracias de los demás sacamos cosas y de las propias también. De todo sacamos cosas. Y luego imagino que por aprovechar el tiempo que había pasado en el hospital. Ahí ya estaba pensando como si estuviera haciendo un trabajo de campo.

Escritor de pura cepa.

Un periodista haría algo parecido, ¿no? Ya que estoy en un hospital, voy a investigar cómo suceden aquí las cosas, qué tipo de compañerismos extraños se dan, cómo te relacionas con los demás... Me parecía que teniendo al escritor a mi lado en la cama no estaba tan solo y además me entretenía.

La muerte de cualquiera es una cosa cualquiera

El narrador cuenta con indiferencia lo que a usted le pasó. ¿Así lo vivió?

Yorick no soy yo pero hay cosas que sí le he prestado. Sí me lo tomé con bastante indiferencia, en el sentido de que la muerte de cualquiera es una cosa cualquiera. Un hospital es el lugar ideal para darte cuenta de lo poco que eres. El que no está como tú está peor. Y tiene un elemento de 'tabula rasa': te da igual que el que está al lado sea panadero, presidente o campeón de la NBA. Hay una igualdad real. Dolor es dolor, el pijama es el mismo, el cuarto es el mismo. Dices: 'Por qué lo mío va a ser especial'.

Presenta la amistad como una construcción que busca la gratificación propia. Una visión egoísta de la amistad, ¿no?

Es que lo es. La amistad es una idealización que diseña al otro. Cualquier forma de amor, y la amistad lo es, tiene algo de tiranía emocional.

¿En qué amistad o amistades se basa la de 'Cualquier verano es un final'?

No diré nombres porque tengo muchos amigos y alguno podría pensar '¿y yo por qué no salgo'?, y no sería bonito. Pero el personaje de Luiz es una especie de monstruo de Frankenstein de amigos y amigas.

La amistad de Corto Maltés y Rasputín, una especie de psicópata asesino que tiene un extraño sentido del humor, es muy interesante

¿Tiene relaciones de amistad favoritas en la ficción?

Muchas. La de 'Retorno a Brideshead'. En 'El gran Gatsby' hay una idealización por parte del narrador del tal Jay Gatsby que nunca acabamos de saber quién es. 'En el camino', con Kerouac y Neal Cassady. La de 'Dos hombres y un destino'. La de Corto Maltés y Rasputín, una especie de psicópata asesino que tiene un extraño sentido del humor, es muy interesante.

¿Siente debilidad por Portugal, escenario principal de la novela?

Mi mujer es medio portuguesa, su madre nació en Lisboa, e íbamos mucho a Portugal. Me apeteció. También sucede que este libro lo empecé a pensar y lo escribí durante un periodo en el que no me podía mover. Primero era solo cama, después cama y sofá, y cuando empecé a andar llegó esta estupidez de la pandemia. Mucho tiempo sin poder moverme. Me apetecía que por lo menos mis personajes pudieran viajar a sitios donde yo he estado. Así tenia movimiento, aunque solo fuera mental.

¿Tiene algo contra las adaptaciones de textos literarios para niños y adolescentes?

Un poco. Pero no solo contra las adaptaciones para niños y adolescentes. Cuando era pequeño en casi todas las casas estaba el 'Reader's Digest'. Cogían 'Grandes esperanzas' y le quitaban todo lo que sobra o pensaba alguien que sobra y te daban una especie de compendio. Siempre me hizo gracia pensar en quién decidía que a 'Guerra y paz' o 'Los hermanos Karamázov' le sobra esto. Decidí que sería divertido darle ese siniestro trabajo de cercenador, no por censura sino por comercio, al protagonista de 'Cualquier verano es un final'.

Fue una maravilla tener un padre que me podía dibujar el mundo

El protagonista admira y no sabe poco de ilustración.

Ahí no he tenido que hacer investigación de ningún tipo. Mi padre es ilustrador, ya medio retirado por la salud y porque no tiene 'la mano', como él dice. Pero mi vida de niño en gran parte era dibujo. Por mi padre y por sus colegas. Siempre estaba buscando libros en la Librería Alemana de Madrid o esperando un libro inglés o los cuentos infantiles de un dibujante checoslovaco que había descubierto. Se tiraba a lo mejor meses esperando un libro de Ronald Searle o de Ralph Steadman o de Saul Steinberg. Estos personajes en mi casa eran héroes, como en otras casas pueden serlo los famosos de la tele o los futbolistas. Los que cito en el libro y muchos más. Vivir en un mundo ilustrado me hizo una infancia preciosa. Mi padre dibujaba muy bien y si le decía 'papa quiero un tanque' pues él me lo dibujaba e incluso me lo hacía recortable. O soldados napoleónicos. Fue una maravilla tener un padre que me podía dibujar el mundo y ver el mundo dibujado antes de enfrentarme al real.

¿Usted dibuja?

Dibujaba bastante y mi padre, que sabe de esto, me decía que tenía buena mano. Pero decidí ser escritor porque competir con tu padre no es nada agradable. Puede ser que pierdas, lo cual es una mierda, o que ganes, que todavía es una mierda más grande.

En el plano estético, ¿le fastidia mucho tener que llevar un parche en un ojo o piensa que no está tan mal?

Yo he sido, no diría vanidoso, pero sí coqueto y dentro de las prótesis que puedes llevar me parece que el parche no es lo menos elegante. Me he acostumbrado. Y como la cara se me ha torcido y tengo la parálisis facial, bueno, se fijarán más en el parche que en lo otro. No me afecta mucho.

Claro que he sentido el hastío que puede producir la intrascendencia

Al narrador le ha pasado lo que le ha pasado a Ray Loriga. Luiz, el amigo idealizado, ¿también tiene elementos de Ray Loriga?

Y Alma. Probablemente sea Alma el dibujante que nunca llegué a ser porque abandoné ese camino. Evidentemente todos los hermanos Karamázov son Dostoyevski. El verdadero aliento de todos los personajes tiende a ser propio. Incluso cuando creas un monstruo.

Luiz se plantea suicidarse casi por aburrimiento, de forma preventiva para evitar lo malo por venir. ¿Lo comparte?

Esa sensación la he tenido intelectualmente. Luego tienes madre, tienes padre, tienes hijos, tienes cosas que te atan a una cadena afectivo-vital. Pero claro que he sentido el hastío que puede producir la intrascendencia.

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