La humanización del héroe

Maryse Condé regresa con ‘El evangelio del Nuevo Mundo’, novela

de lectura fácil pero abierta a diferentes interpretaciones

Ilustración de Maryse Condé.

Ilustración de Maryse Condé. / M. S. lafuente

M. S. Lafuente

Cuando, en 2018, la Academia Sueca decidió, por problemas internos, no otorgar ese año el Premio Nobel de Literatura, un grupo de libreros e intelectuales del país decidieron dar ellos un premio literario, que acabó siendo conocido como «el Nobel Alternativo». Nominados por bibliotecarios suecos y votados de manera abierta y popular llegaron a la final Haruki Murakami, Kim Thuy, Neil Gaiman y quien resultó ganadora: Maryse Condé.

Condé nació en la isla caribeña de Guadalupe en 1937, en una familia burguesa que le dio una educación totalmente francesa, de tal manera que hasta que no llegó a París, en 1953, no fue consciente de su ignorancia sobre la realidad de su país de origen. La autora relata que en Francia le enseñaron el significado de palabras como «colonialismo, colonización, identidad, origen, desposesión» y oyó hablar por primera vez de la esclavitud, tema que sus padres habían silenciado.

Conmocionada por este conocimiento, se puso entonces a escribir los primeros relatos de lo que sería una larga carrera literaria, si bien no empezó a publicar hasta cumplidos los cuarenta años. Vivió en varios países africanos (Costa de Marfil, Guinea, Ghana, Senegal, Mali); trabajó como periodista, fue activista y difusora de la historia y las culturas de África; trabajó para BBC África y fue profesora, en momentos puntuales, en varias universidades de Francia y Estados Unidos. Por todo ello, en 2021 le fue concedido el Prix Mondial Cino del Duca por su labor humanista, que no fue sino el broche a una carrera jalonada de premios significativos.

Condé escribió ensayos periodísticos, artículos, obras de teatro, piezas autobiográficas, relatos breves y novelas. Segu (1984), una saga familiar en el África de los siglos XVIII y XIX, fue la novela que le dio a conocer. Siguieron, entre otras, Tituba, la bruja negra de Salem (1986), La colonia del nuevo mundo (1993), La deseada (2001) y El evangelio del Nuevo Mundo, publicada en 2021.

Portada de 'El evangelio del Nuevo Mundo'.

Portada de 'El evangelio del Nuevo Mundo'. / Maryse Condé

Testamento literario

Puesto que Condé padece una enfermedad degenerativa que le impide escribir, El evangelio del Nuevo Mundo, novela que recitó para que su marido la escribiera, es considerada su testamento literario. Es una novela de lectura fácil pero abierta a diferentes interpretaciones. Narra la vida de Pascal Ballandra, que transcurre, con la excepción de unos meses, en una isla antillana. Pascal es, en principio, un hombre común, que discurre por este mundo sin un rumbo muy fijo y siguiendo el itinerario que le van marcando las circunstancias. Se puede decir que es un Ulises cum Leopold Bloom «del nuevo mundo», como el título de la obra especifica.

Lo que hace a Pascal especial son sus concomitancias con la vida de Jesús según los Evangelios. No sólo nace en un establo «entre los cascos de una mula que lo calentaba con su aliento», sino que muere a los treinta y tres años en accidente. Entre estos dos acontecimientos, el texto está marcado por las citas y hechos más conocidos de los Evangelios, como las bodas de Caná, la multiplicación de los peces, la última cena, las tentaciones, etcétera; o las frases «que tire la primera piedra», «di una sola palabra» o «que los niños se acerquen a mí». Asimismo, aparecen los personajes de Judas, de Marta y María y de Lázaro, con características semejantes a las que tienen en el imaginario cristiano.

Algunas reseñas consideran esta novela como ejemplo de realismo mágico, pero aquí no hay magia: hay sincronía y una predisposición de quienes leemos a dejarnos llevar por ciertos episodios hacia aquello que ya conocemos. En todo caso, sí se trata de la humanización del héroe; Pascal fue criado con todo cariño por unos padres adoptivos y buscó a sus padres biológicos hasta encontrarlos, lo que no facilitó su vida, pues siguió siendo un personaje muy terrenal, desconcertado y lleno de dudas y miedos ante un destino desconocido e incierto al que le empujaba la fama y que le dieron unos acontecimientos ajenos a su libre albedrío.

Lo que el protagonista de la novela quiere es «entender el mundo, desentrañar su estructura más profunda» y «hacer de este mundo un lugar más armonioso y tolerante». Para ello, Pascal comprende que «es preciso transformar el corazón de los hombres», pero, tras un par de décadas buscando el camino para conseguir tal fin, sigue sin saber cómo empezar a lograrlo.

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