Recomendación literaria

Todo lo que usted siempre quiso saber sobre los asesinos en serie

'Dentro del monstruo', el libro que publicó Robert K. Ressler a modo de continuación de 'El que lucha con monstruos' y que vio la luz en España en 2003, vuelve ahora a las librerías reeditado por Alba Editorial

'Dentro del monstruo', reeditado por Alba Editorial.

'Dentro del monstruo', reeditado por Alba Editorial.

Nando Salvà

La existencia de criminales que matan repetidamente y de forma compulsiva se conoce desde los tiempos de Homero pero, oficialmente, la figura del asesino en serie existe desde que Robert K. Ressler le puso ese nombre en 1977. Durante sus 13 años de servicio en el FBI, a través de sus investigaciones e interrogatorios, revolucionó la criminología explorando las mentes y las motivaciones de algunos de los homicidas más infames del siglo pasado, y después se dedicó a viajar por el mundo en calidad de consultor privado. Entretanto colaboró en el diseño de Hannibal Lecter, personaje señero del escritor Thomas Harris, e inspiró uno de los protagonistas de ‘2666’, la monumental novela de Roberto Bolaño; la serie 'Mindhunter', además, recreó sus logros como agente federal mucho después de que él mismo los detallara en las páginas del ‘best seller’ 'El que lucha con monstruos' (1992). 'Dentro del monstruo', el libro que publicó posteriormente a modo de continuación y que vio la luz en España en 2003, vuelve ahora a las librerías reeditado por Alba Editorial.

En él se recopilan las conclusiones que Ressler sacó de los casos en los que trabajó tras dejar la policía, y que lo enfrentaron a formas particularmente pavorosas de depravación. Sus páginas describen escenarios criminales, explican patrones y métodos de asesinatos y penetran en las mentes de sus perpetradores en busca de los sentimientos que los empujaban a seguir matando. Están plagadas de detalles sórdidos -no son aptas para estómagos sensibles- y de numerosas evidencias tanto de la agudeza de su autor como de su proclividad a exhibirla para el lector.

Entendido como fenómeno social, indica 'Dentro del monstruo', el asesinato en serie surgió hace unos 150 años, en buena medida como consecuencia de las interconexiones globales creadas por los medios de comunicación, la difuminación de las distinciones culturales y una creciente alienación del individuo. “Lo que enturbia Estados Unidos -posiblemente el país más ‘avanzado’ en cuanto a este tipo de violencia- se extiende a Gran Bretaña, a Japón, a la antigua Unión Soviética, a otros países altamente tecnificados e incluso a países menos desarrollados como Sudáfrica”, afirma Ressler. “Las mismas películas de acción y los mismos programas televisivos, los mismos teléfonos y otros equipos tecnológicos, y, muchas veces, los mismos materiales pornográficos acentúan la similitud de los aspectos más oscuros de las culturas entrelazadas, esos aspectos que parecen albergar en su interior las semillas de la violencia”.

El libro dibuja un perfil muy nítido del ‘serial killer’ prototípico. Se trata de un varón adulto que aqueja una vida sexual frustrante, que sufrió abusos de tipo emocional o físico y que suele masturbarse allí donde mata, usando para ello preferentemente un cuchillo. Los asesinos en serie son solitarios, crueles con los animales y unos fanáticos del control absorbidos por fantasías protagonizadas por cadáveres. Habitan entornos urbanos, porque las grandes ciudades ofrecen están llenas de presas fáciles -prostitutas, adolescentes huidos, drogadictos, solteros solitarios- y de “oportunidades para que el asesino se mezcle entre la muchedumbre, se oculte y mantenga su anonimato”. Ressler concluye que no hay un tratamiento efectivo para estas personas. “No hay ninguna posibilidad de rehabilitarlas porque sus fantasías no se pueden borrar ni alterar”. El autor, asimismo, invierte una energía extraordinaria en asociar a estos criminales con seres aberrados nacidos en el ámbito de la literatura, el cine o el folclore, probablemente porque así, despojándolos de su humanidad, permite que el lector nutra sus inclinaciones más morbosas sin correr el riesgo de sentirse identificado con ellos.

Algunos de los individuos retratados en ‘Dentro del monstruo’ no resultarán familiares más que a los ya versados en el mundo de los asesinos en serie; como el doctor Iwao Nomoto, que en 1994 lanzó mató a su mujer y sus dos hijos porque mantenerlos le impedía financiar su ludopatía y el lujoso estilo de vida que ansiaba; o Norman Afzal, conocido como “el estrangulador de la estación de tren”, que actuó en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) entre 1986 y 1993, y que violó y mató a una veintena de niños negros de entre 9 y 15 años. Pero aquí las verdaderas estrellas -además del propio Ressler- son dos sujetos tan célebres que ambos tienen su propia serie en Netflix. El libro, en efecto, reproduce íntegramente sendas entrevistas que el criminólogo mantuvo con John Wayne Gacy -ejecutado en 1994 por la violación y el asesinato de 33 hombres jóvenes, algunos de ellos menores- y con Jeffrey Dahmer, confirmado como icono pop tras el estreno en 2022 de los 10 episodios de ‘Dahmer’.

Entre finales de los 70 y principios de los 90, el conocido como “caníbal de Milwaukee” cometió el asesinato y desmembramiento de 17 hombres adultos o adolescentes, y posteriormente y muchos de sus crímenes involucraron la necrofilia y la preservación total o parcial del esqueleto de la víctima. “Conservar sus huesos era una manera de sentir que por lo menos había salvado algo de su esencia, que no había sido un desperdicio total matarlos”, confiesa Dahmer, que también torturó a algunas de sus presas perforando agujeros en sus cráneos con un taladro y vertiendo ácido directamente en el cerebro con la intención de “matar el intelecto de la persona, pero mantener el cuerpo vivo y obediente”. Con algunos de los cadáveres también practicó la antropofagia. “Guardé el corazón. Y los bíceps (...) Los corté en pedazos pequeños, los lavé, los metí en bolsas de plástico herméticas y las guardé en el congelador (...) Después lo cociné, y me masturbé”, relata en el libro. “Así tuve la sensación de que formaban más parte de mí. Sexualmente estimulante”.

¿Cómo debe lidiar la sociedad con personas como Dahmer? En ‘Dentro del monstruo’, Ressler no ofrece verdaderas respuestas al respecto, pero sí invitaciones a la reflexión. “Cuando alguien está loco, esperamos que tenga los ojos desorbitados, que babee y que no controle sus facultades. Sin embargo, hay muchos perturbados que parecen seres humanos cuerdos y funcionales”. La sociedad, añade, “no ha desarrollado un modo adecuado de tratarlos. Centrarse en conceptos como el bien y el mal no es ni una aproximación siquiera a la compleja realidad” de lo que hicieron.

La empatía que esas palabras sugieren queda confirmada en otros pasajes del libro, en los que el autor se muestra incómodamente consciente de las conexiones entre los monstruos y sus cazadores. En uno de ellos, por ejemplo, Ressler se sincera sobre los vínculos biográficos que mantiene con Gacy: “Nos habíamos criado a cuatro manzanas de distancia. Gacy me recordaba de cuando él hacía el reparto de la tienda de comestibles de la cadena IGA, donde mi madre solía comprar, y se acordaba de mi casa por unas macetas especiales que teníamos en el patio; además, los grupos de boyscouts a los que pertenecíamos por separado se reunían semanalmente en la misma casa de campo, cerca de unas instalaciones deportivas, y frecuentábamos el mismo cine”. Y en otro, al recordar su entrevista con Dahmer, escribe: “Incluso insinuó que yo habría sido un buen asesino en serie. Le respondí que llevaba mucho tiempo entre criminales. Y nos reímos”.