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Así murió la Ruta Playa Viva

El itinerario de conciertos en directo en la zona Puerto-Canteras, emblema de la música en vivo y la cultura en la calle, permanece paralizado desde la pandemia

Concierto en el NYC Taxi.

Antes de que los alquileres estratosféricos, las multas por ruidos y luego el golpe pandémico desmantelasen las salas de conciertos, en el Paseo de Las Canteras la música sonaba con tanta fuerza como las olas. La melodía de los sábados marcaba un itinerario que recorría la avenida de punta a punta, con paradas en los puntos cardinales de la música en vivo en el enclave del puerto capitalino bajo el nombre de la mítica Ruta Playa Viva.

Más de una docena de establecimientos referentes con la mirada al horizonte, muchos ya extintos, abrieron sus puertas a bandas locales emergentes y consagradas pero, sobre todo, abrieron una ventana al resto del mundo. El rock se mezclaba con el salitre en la Guarida del Blues a las 5 de la tarde. El sol se ponía entre abrazos del grunge en el NYC Taxi, la noche caía en el penúltimo baile en el Tiramisú o el Mumbai, y muchos seguían el ritmo de la batería hasta la catarsis colectiva de la Plaza de la Música. 

Un concierto en la antigua Guarida del Blues.

Y así, cada fin de semana, la línea de la playa de Las Canteras trazaba un programa escalonado de descubrimientos y experimentos musicales que convocaba a melómanos y curiosos alrededor de la efervescencia cultural de la Isla. 

Todos aquellos caminos de la música a pie de calle hoy conducen a la nada, porque la Ruta Playa Viva murió tras la pandemia o quizás sería más justo decir que la mataron. «En esta ciudad, la cultura y el ocio desde la iniciativa privada están siempre en peligro», apunta José Moma, propietario del NYC Taxi, uno de los puntos neurálgicos de aquella fiesta sonora hasta marzo de 2020.

«En esta ciudad, la cultura y el ocio desde la iniciativa privada están siempre en peligro», apunta José Moma

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La Ruta Playa Viva comenzó a afinar sus primeros acordes en el año 2007, cuando José Calero, al frente del Tiramisú Funky Bar, solicitó un permiso de suelo al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para promover conciertos a las puertas de su local en la Plaza del Pilar. Poco a poco, los establecimientos de la zona Puerto-Canteras se sumaron a la iniciativa y el éxito fue tan apoteósico que el propio Consistorio se adueñó de la marca en 2009 y la integró bajo el paraguas del programa «Playa Viva», que englobaba un amplio marco de actividades culturales, deportivas y sociales, incluida la ruta de conciertos.

Concierto en el Tiramisú Funky Bar.

«La Ruta Playa Viva no solo sacó la cultura a la calle, sino que sacó a muchos músicos de la oscuridad», apunta Nau Barreto, guitarrista de Efecto Pasillo. Porque los intérpretes de Pan y mantequilla arrancaron en la ruta. «Nosotros conocimos a nuestro primer mánager, que trabajaba con bandas como Hombres G, porque estaba de vacaciones en la ciudad y, paseando por Las Canteras, nos vio y nos grabó. Eso nos abrió todas las puertas», relata Barreto. «En ese trocito de playa empezó todo». 

«La Ruta Playa Viva no solo sacó la cultura a la calle, sino que sacó a muchos músicos de la oscuridad», apunta Nau Barreto

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También Adriana Moscoso, vocal y guitarra de Texxcoco, revulsivo del rock y el noise nacional que está a punto de publicar su quinto álbum, recuerda que «una de mis metas cuando empecé en la música era tocar en la Ruta Playa Viva, porque creaba comunidad». «Yo llegué a tocar en toda la Ruta Playa Viva con Chasing Birds [su grupo anterior] y Texxcoco, y mucha gente recuerda aún esos conciertos porque no solo era una gran oportunidad para los músicos, sino también para el público, que vivía los comienzos de bandas emergentes que en unos años iban a girar nacional e internacionalmente», explica. «Era una oportunidad triple para artistas, público y locales. Para toda la ciudad».

Sin embargo, la realidad concreta de la Ruta Playa Viva es que, pese a su consolidación en el mapa cultural capitalino, se desenvolvía sin una reglamentación específica que regulara esta actividad, lo que derivó en cada vez más desencuentros con la convivencia vecinal. El consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública fuera del horario de los conciertos o la normativa sobre decibelios que recoge la normativa estatal acarrearon cada vez más sanciones a los locales adheridos a la Ruta debido a las quejas y denuncias de los vecinos.

Entre los años 2016 y 2017, incapaces de hacer frente a las multas y la presión policial, muchos locales se fueron descabalgando de la Ruta y, en el peor de los casos, cerraron sus puertas para siempre. Pero en paralelo, muchos de los que siguen en pie capitanearon un movimiento colectivo para la regulación de la Ruta Playa Viva por parte del Ayuntamiento capitalino. Uno de sus máximos representantes, José Moma, cuyo local se enfrentó a numerosas denuncias y expedientes, apelaba a la urgencia de «crear un marco legal que ampare los conciertos y garantice la seguridad para todas las partes: empresarios, artistas y vecinos».

Cartel del NYC Taxi.

En 2018 se aprobó en pleno del Ayuntamiento, al que acudieron Moma y Calero, la creación de una mesa de ocio que regularía el funcionamiento y continuidad de la Ruta con garantías legales, pero nunca se puso en marcha porque dicho acuerdo «no era vinculante, sino una declaración de intenciones». Moma también impulsó una campaña en Change.org para la reactivación de la Ruta Playa Viva, que superó las 5.000 firmas. Y en paralelo, el alcalde capitalino, Augusto Hidalgo, defendió Playa Viva como una de las propuestas «más interesantes de la ciudad y que «no se la va a dejar morir». «La vamos a potenciar y los empresarios del sector tienen que estar tranquilos», declaró a los medios en la pasada legislatura.

Aunque las multas al NYC Taxi fueron retiradas por la vía administrativa y judicial, la pandemia ahogó la Ruta Playa Viva y apagó la música para siempre. A comienzos del pasado 2022, Moma se reunió hasta en tres ocasiones con la concejalía de distrito Isleta-Puerto-Guanarteme para llegar a un acuerdo sobre las condiciones legales para reanudar los conciertos tras el fin de las restricciones por el Covid. El concejal Luis Zamorano, según cuenta Moma, se comprometió a sacar adelante una ordenanza para la regulación de la Ruta, pero tras decretarse el fin de la pandemia, «desapareció del mapa». «Uno de los problemas es que tenemos a políticos gobernando y no a gestores culturales gestionando», lamenta Moma. «Lo que ocurre es que no hay interés por buscar soluciones al problema, que es una oportunidad maravillosa para dinamizar la ciudad y fortalecer el tejido cultural». 

Un concierto en el Mojo Club.

Fundido a negro

Por su parte, José Calero, que programó el último concierto del Tiramisú dentro de la Ruta el sábado anterior al confinamiento en 2020, suscribe que «desde que se levantaron las restricciones lo hemos intentado una y otra vez, pero no nos han reunido ni nos han citado». «Somos conscientes de que es un problema complejo y entiendo a todas la partes, pero se podría buscar una solución y llegar a un acuerdo». En este sentido, tanto Barreto como Moscoso señalan que el fin de la Ruta Playa Viva ha fundido a negro la escena de la música en directo en Las Palmas de Gran Canaria. «Desde que la ruta empezó a apagarse, todas las salas de música fueron detrás», apunta el guitarrista. «Sin duda, debería volver para quedarse».

En cuanto a la concejalía de Distrito, al ser consultados por este medio, el departamento de comunicación remite directamente a la concejalía de Cultura del Ayuntamiento capitalino, que preside Encarna Galván, quien en sus declaraciones afirma haber realizado «un enorme esfuerzo en los últimos tres años, incluso durante la pandemia, por mantener viva la actividad de los espacios donde se puede programar música en directo». Entre otros ejemplos cita iniciativas como el ciclo LPA en Vivo, basado en conciertos puntuales subvencionados por el Consistorio, pero rehúsan hacer mención a la Ruta Playa Viva. 

Un panel anunciando la Ruta Playa Viva, el pasado 2022.

Todavía hoy permanecen en pie algunos paneles municipales que jalonan el Paseo de Las Canteras, donde se lee en amarillo sobre negro: «Ven los fines de semana a la Ruta ‘Playa Viva’ en Paseo y Playa de Las Canteras». Las letras se desdibujan tras el cristal y por las noches todo es silencio.

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