Música | El pulso de la cultura en vivo de la ciudad

La Plaza de la Música: con carnaval, pero en silencio

Los locales están cedidos a colectivos vecinales | La actividad musical fue uno de los referentes de la escena cultural capitalina

El dj neoyorquino John Morales pinchando en Mojo Club, antes de su cierre.

El dj neoyorquino John Morales pinchando en Mojo Club, antes de su cierre. / LP/DLP

La Plaza de la Música está con los brazos cruzados, a la espera de ver qué pasa. El espacio público ideado a finales de la década de los 90 como un complejo complementario al Auditorio Alfredo Kraus estaba proyectado con el sobrenombre del Campus de la Música. En aquel entonces, el inmueble diseñado por Óscar Tusquets contemplaba que, además de un hotel -que nunca vio la luz y ahora ocupa un parque de recreo deportivo-, hubiera aparcamientos y un espacio que separara la trasera de la sede de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria de la carretera de El Rincón. 

El paso de los años y la modificación de los distintos planes urbanísticos hicieron que, finalmente, en el año 2004 se estrenara con 18 locales regentados por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con concesiones no prorrogables por una década. La oferta cultural y gastronómica estaba servida: locales casi llenos con música clásica y alternativa al aire libre, donde estaba el bar Marea Baja, también el bar La Solana y el Café del Mar, además de las míticas salas Mojo Club y Nasdaq, las cuales cerraron en 2017 y 2020 respectivamente, al igual que la celebración de conciertos al aire libre como los de Pignoise, Pereza o Celtas Cortos, entre tantos otros. Es más, los comerciantes en aquel tiempo reclamaban que la zona fuera un centro cultural y deportivo para dar a conocer al público las posibilidades del entorno.  

Motor económico

De aquel motor económico que dinamizaba el enlace marítimo no queda nada, aun siendo contemplado como uno de los puntos fuertes de la oferta cultural de la candidatura a la Capitalidad Europea 2016 que promovió el Ayuntamiento en 2010 junto a otros espacios alternativos como los clubes Delta 79 o La Grada, templos de la música en directo. Sin embargo, las crisis mediantes dieron carpetazo a los negocios, incapaces, al mismo tiempo, de asumir las altas cuotas del alquiler. Lorenzo de la Hoz, antiguo dueño junto a Antonio Hernández de la sala Mojo Club, declaró a su clausura que pagaban unos 4.800 euros al mes, «lo que pagamos de canon es mucho más que el resto de los locales», anticipaba.    

En todo caso, el Ayuntamiento comunica a petición de este periódico que, en la actualidad, tienen el Local Café del Mar -cedido por el gobierno municipal anterior (años 2011-2015) a un colectivo de pensionistas-; hay otro destinado a los jubilados de la U.D. Las Palmas; los dos locales anexos para Batucada y Capoeira; el de Participación Ciudadana; otro en el que realiza su labor Servicios Sociales; otro cedido al Universitario FC; y, acerca del antiguo Mojo, está cedido a la Sociedad de Promoción, «que ha devuelto las llaves y la cesión al área de Patrimonio debido a que se está estudiando su uso para un posible uso cultural». Asimismo, indican que hay disponible un documento de solicitud en todos los distritos donde los colectivos pueden realizar su petición de uso del local para un uso particular y temporal (especificando horario y días). 

«Tiene que ser un colectivo que esté de alta en el censo de asociaciones y colectivos. Su actividad debe ser de interés general. Si el local está disponible en esa franja horaria que solicita, se le concede. Si se solapa con otro, se le informa y en ocasiones se negocia para flexibilizar las actividades y dar cabida a todos. Es misión del Distrito es que los locales ofrezcan el desarrollo pleno de actividades durante el máximo de horas posibles», indican las fuentes municipales

Ocupación ciudadana

A falta de un parque Santa Catalina en condiciones para los Carnavales capitalinos, los mogollones han sido trasladados a la plaza de la Música con dos escenarios que movilizarán al público a través de una lanzadera. Entonces, será cuando se llene de música como ha pasado en ocasiones puntuales durante los últimos años, sean festivales o, también, la ocupación ciudadana. Los músicos Alba Gil Aceytuno y Nelson Saavedra formaron el colectivo Revivir la Plaza de la Música a principios de 2021, hicieron varios conciertos y presentaron una instancia a la concejalía del Distrito Isleta-Puerto-Guanarteme, cuyo concejal responsable es Luis Zamorano Arantegui. Pero nunca recibieron respuesta. 

«Aquello quedó estancado y nosotros perdimos fuerza, aunque me apetece volver a tirar del carro», asegura la premiada saxofonista. Por su parte, Saavedra expone que la idea está en «ocupar el espacio público», a pesar de la normativa municipal, «el fin está en que la gente se autogestione», señala. Tal vez con la esperanza de que vuelva a ser núcleo de una actividad cultural alejada de lo institucional que está siendo apartada a la periferia de la ciudad.

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