Arte

Chirino y Millares ‘viven’ en ARCO

Las reconocidas galerías nacionales Mayoral y Marlborough presentan una escultura del forjador del viento y una arpillera, evocadora del arte como revulsivo

Chirino y Millares ‘viven’ en ARCO

Chirino y Millares ‘viven’ en ARCO / Sergio Lojendio

Sergio Lojendio

Sergio Lojendio

Las obras de dos de los artistas canarios de mayor proyección nacional e internacional, Martín Chirino y Manolo Millares, ya fallecidos, figuran entre las propuestas que se exhiben en la feria de arte internacional de Madrid, una cita que, a juicio de los expertos, será el termómetro que marque las pautas del mercado durante el año 2023, sujeto a una coyuntura marcada por la inflación y los efectos de la guerra de Ucrania.  

Alejada del clima polémico que se ha suscitado en citas anteriores, esta edición de ARCOmadrid 2023 dibuja una cierta normalidad, si bien señalada por trazos de incertidumbre. Los coleccionistas, galeristas, marchantes y economistas aguardan con cierta expectación al balance final de esta feria de arte contemporáneo para sacar conclusiones sobre el lienzo definitivo de un mercado sujeto a una coyuntura marcada por una creciente inflación y señalada por los efectos de la guerra de Ucrania, circunstancias que definirán las pautas del arte internacional a lo largo del año.

En los pabellones 7 y 9 de IFEMA está representado un archipiélago creativo que abraza la presencia de 211 galerías nacionales e internaciones, procedentes de 37 países, un espacio en el que una escultura sin título realizada en acero por el español Eduardo Chillida (1924-2002) –cuyo proyecto en la montaña majorera de Tindaya acabó en el vacío– figura como la obra más cara, con un precio de 3,7 millones de euros, y donde se exhibe en una tumba sobre un plinto un retrato post mortem de Picasso vestido de Picasso.

En este bazar repleto de propuestas y de estilos, los creadores isleños siguen teniendo su espacio

En este bazar repleto de propuestas y también de estilos multiformes –donde la pintura y la fotografía están acaparando el protagonismo–, se exhiben las obras de dos de los artistas canarios –ya fallecidos– con mayor proyección nacional e internacional: Martín Chirino y Manolo Millares. El primero, presente como parte de la oferta mostrada por la madrileña galería Marlborough, y el segundo, dentro del paquete expositivo de la catalana Mayoral.

Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925-Madrid, 2019), reconocido como el forjador del hierro y el viento, constructor de un universo fascinador con sus espirales, consideraba que el agua representaba un elemento fundamental en su manera de esculpir.

Según el diccionario de la RAE, alfaguara significa «manantial copioso que surge con violencia» y, precisamente, el artista dedica al agua una serie de esculturas bautizadas como Alfaguaras que, tal y como su nombre árabe indica, representan el agua, su nacimiento y su curso.

Ante esta obra que se exhibe en ARCO, Alfaguara 5, el espectador se encuentra con un material rígido y sólido como es el acero pero, sin embargo, su pensamiento viaja hacia lo fluido y a la sensación de movimiento; lo que parece inmutable, y por tanto atemporal, nos hace pensar en la sucesión, en el transcurso, en el tiempo. El todo fluye, el panta rei de Heráclito, y el todo permanece de Parménides parecen encerrados en un solo objeto, subrayando la condición de Chirino como un solucionador de contradicciones.

Chirino y Millares ‘viven’ en ARCO

Chirino y Millares ‘viven’ en ARCO / Sergio Lojendio

El escultor se enfrenta así al aparente dilema entre el hierro forjado y el agua, jugando con una materia rígida, densa y pesada para evocar un flujo variable, rápido e impredecible. La pieza de Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1926-Madrid, 1972), de título Cuadro 64 (3), se inscribe en una etapa creativa en la que este artista utiliza la arpillera como una evocación de las telas con las que se envolvían las momias guanches.

El uso de la arpillera –que cose, desgarra y remienda, convirtiéndola en la obra misma– y la reducción de la paleta al negro, blanco y rojo materializan la crisis del lienzo como único soporte posible de la pintura. Como el resto de sus compañeros del grupo El Paso, Millares sostenía que la obra de arte debía ser un revulsivo –la tela como campo de batalla–, sin por ello perder valor estético.

Suscríbete para seguir leyendo