Rafaela Carrasco, reconocida bailaora y coreógrafa, actúa por primera vez en el Archipiélago el próximo sábado 3 de marzo en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria. Lo hace de la mano del poeta y dramaturgo Álvaro Tato con el espectáculo Ariadna (al hilo del mito). Ambos presentan un viaje flamenco que hará al público conectar con sus miedos y anhelos más ancestrales a través de la historia de la hija del rey Minos de Creta. Una aventura en clave de tragedia griega que habla del abandono, la soledad y el patriarcado.

¿Es la primera vez que actúa en Canarias?

Sí, es la primera vez y estoy deseando.

¿Cómo comienza el espectáculo de Ariadna?

Se estrena justo antes de que cerraran todo por la pandemia. Hicimos la apertura en el festival de Jerez y enseguida cerraron todos los teatros. Nos cerraron a todos. La verdad es que después daba un poco de miedo que no se volviera otra vez a retomar pero funcionó después muy bien otra vez. Este proyecto parte de que yo ya llevo trabajando con Álvaro Tato un tiempo. Estábamos en Almagro, haciendo Nacida sombra, el espectáculo anterior, y estábamos hablando de hacer algo nuevo. Me puso sobre la mesa varias cosas y entre ellas estaba el mito de Ariadna. La verdad es que me apetecía mucho. La idea no era contar el mito porque con eso no aportábamos nada, pero sí ver los estados por los que pasa el personaje de Ariadna y qué podíamos sacar a través de toda su historia y de todo ese drama. De alguna forma, el ser humano ha tenido siempre la necesidad de estar creando cuentos, leyendas, mitos, fábulas... Para poner fuera lo que le ocurría dentro y de alguna forma engrandecerlo. Lo que hemos hecho es usar el mito al revés, utilizarlo para contar el abandono, el patriarcado, los miedos, el amor... esos estados primarios que el ser humano vive. Los contamos a través de este mito.

Si no relatan el mito en sí, ¿con qué elementos cuentan todas estas emociones encima del escenario además de la música y el baile?

Hay todo un hilo conductor, una dramaturgia, unos textos que están en la voz en off de Carmelo Gómez que va contando una historia, una historia como de niños, de reyes y princesas. Y se va contando qué le ocurre a esa princesa. El mito termina con el abandono de Ariadna y nosotros empezamos con el abandono, contamos esa soledad en la que ella al final desemboca. Son como bloques, trabajamos la soledad, el abandono, ese espacio vacío, esa soledad del ser humano. Y después nos vamos a todo el bloque del patriarcado, al padre como un dios, a un bloque donde están nueve hombres en escena y estoy yo sola frente a ellos. Hay todo un mundo gris de hombres retadores y un mundo de colores en los que vive Ariadna. Después tenemos todo el bloque del amor, el laberinto... Creo que no es nada realista, no es un relato que se vaya contando con los personajes en escena. No es una obra de teatro, es mucho más onírico. El cuento te va llevando a esa historia de Ariadna sin contarte realmente el mito como tal.

¿Conocía el mito antes de que Álvaro Tato se lo pusiera sobre la mesa?

Sí, pero es de estas cosas que no te metes en ellas hasta que realmente, cuando vas a hacer algo en profundidad, pues ya te metes de lleno e investigas. El mito es más conocido. Nosotros intentamos llevarlo a un terreno emocional sin que fuera teatro, sin que fuera una cosa obvia en la que ves personajes como el del minotauro. La música flamenca es muy versátil. Los palos flamencos son muchos y te pueden llevar a diferentes estados anímicos y emocionales. Eso ayuda mucho para representar cada episodio de alguna forma.

Álvaro y usted, él por un lado poeta y dramaturgo, usted bailaora. Ambos convergen en esta obra. ¿Cómo describiría la relación entre el teatro y el flamenco?

Se han hecho muchas cosas siempre a lo largo de la historia del flamenco con directores de teatro. A mí me gusta trabajar con una dramaturgia, aunque no tenga que contar qué dice el personaje, qué le ocurre explícitamente. Trabajamos a través del movimiento, es el movimiento el que cuenta las cosas y las emociones, y la música y todo el contexto escénico que se crea para contar una historia. Con Álvaro el trabajo es muy cómodo, se presta a la necesidades que yo tengo a la hora de plasmar lo que yo tengo en mi cabeza, a la hora de la creación coreográfica y de creación visual. Yo dirijo pero él hace un trabajo paralelo conmigo que de alguna forma le da el sustento quizá más intelectual a la propuesta visual.

¿Cómo se ve reflejada en Ariadna su visión del flamenco? Estos caminos de ida y vuelta, el absorber conocimientos de otras disciplinas...

Se ve reflejada en todo lo que hago. Yo vengo del flamenco más tradicional pero a lo largo de mi vida he hecho muchas cosas en procesos de creación y también en formación y entonces eso sale a través de lo que tú quieres contar. Utilizamos el flamenco como base pero cuando tú conoces la base y la raíz de lo que estás manejando es como reconstruir algo que tú sabes cómo funciona. Es una línea de trabajo y una forma con la que te identificas. Yo vengo del flamenco tradicional pero mi forma de contar las cosas es muy actual, mi forma de manejar un vocabulario coreográfico, manejar unas piezas musicales, unas creaciones a nivel de plasticidad y de estética... Salen de una forma natural por todo lo que ha influido en mi vida a lo largo de todo este tiempo.

Para terminar, ¿qué proyectos tiene ahora entre manos?

Acabo de estrenar Nocturna en el Teatro de la Maestranza en Sevilla y estamos en gira. Acabamos de llegar de Valladolid, hemos hecho Castellón, ahora estamos en Jerez, estaremos en Madrid ahora a final de mes... Estamos con Nocturna a saco, esperando a que salgan funciones. También tengo que hacer una charla ilustrada con Álvaro en el festival Flamenco Madrid. Hay colaboraciones pendientes y después Nocturna en marcha.