Arte y literatura

Pino Ojeda, «la palabra dorada que trasciende» y alcanza corazones

La artista nacida en Teror hizo de nexo entre el Archipiélago y la Península y fue la primera mujer de Canarias en fundar y dirigir una galería de arte

La poeta, pintora y editora canaria Pino Ojeda en 1968.

La poeta, pintora y editora canaria Pino Ojeda en 1968. / LP/DLP

Martina Andrés

Martina Andrés

Domingo Doreste recuerda que su abuela, Pino Ojeda, le regaló su primer telescopio en un comercio de Triana. Además de ser la primera mujer que funda y se pone al frente de una galería de arte en Canarias (ARTE, entre 1958 y 1969), la primera en editar y dirigir una revista de poesía en las Islas (Alisio. Hojas de poesía), de ser pintora, escultora, ceramista, poeta, narradora breve, novelista, dramaturga y editora, fue también cofundadora de la Agrupación Astronómica de Gran Canaria (AAGC), labor por la que desde hace poco hay un planetario con su nombre en las instalaciones del Observatorio Astronómico de Temisas (Agüimes).

El nieto y presidente de la Fundación Canaria Pino Ojeda recuerda también las tardes de meriendas en su estrecha cocina. Las abuelas que nos alimentan el estómago y el alma: hay cosas que son universales. Y ellas tienen ese algo que calienta por dentro, ese algo de impulso sincero que nos lleva lejos. O que las lleva a traspasar fronteras, como le pasó, literalmente, a Pino Ojeda. A pesar de perder muy joven a su padre, a sus hermanos, a su marido. A pesar de vivir en «un mundo de hombres», como ella misma lo definía en una entrevista para el suplemento dominical de este periódico un 2 de junio de 1991. «El ser mujer no me ha impedido realizarme como artista, lo que ha impedido es que ocupara un puesto más relevante tanto en Pintura como en Poesía», declaraba. «¿En las casas no gobiernan las madre?», le preguntaba entonces el periodista Orlando Hernández. «Probablemente, pero en la sociedad quienes gobiernan son los hombres», respondía la poeta.

Entrevista a Pino Ojeda en el suplemento dominical de La Provincia del 2 de junio de 1991.

Entrevista a Pino Ojeda en el suplemento dominical de La Provincia del 2 de junio de 1991. / LP/DLP

Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos: «La artista Pino Ojeda pudo exportar sus sueños lejos de las fronteras de las Islas, partiendo en ocasiones desde las islas en que vivió en las diferentes épocas; desde Gran Canaria, Tenerife y La Palma», relata Domingo Doreste. La fórmula de su éxito: no distinguir la existencia de carne y hueso de lo onírico, vivir como en un duermevela confuso. «Fue una gran soñadora, que a veces le costaba distinguir la realidad y los sueños. Eso le llevó a ser pionera en Canarias», apunta el nieto de la artista.

Y a los sueños y a esta desposesión de la existencia hacía alusión Ojeda en su poesía: Los sueños nos llegan gozosos/ nos colman, crecen/ sin inmediata realidad./ Como si quisieran desposeernos/ de la existencia/ para ser más de su dominio.

El nacimiento de la poeta

En la tierra de la isla bonita es donde Pino Ojeda se siembra con palabras para empezar a nutrirse y recomponerse. «Mis primeros versos tuvieron su nacimiento en la bellísima isla de La Palma. No sé si fue el paisaje o la soledad quien influyó en ello; puede que ambas cosas, pero un día, sin proponérmelo, sin casi darme cuenta, me encontré que tenía entre mis brazos mi primer hijo espiritual», contaba en una entrevista en el Diario de Las Palmas. «El poeta nace. Lo que necesita es el momento emocional o el impulso que lo vuelque hacia fuera», declaraba.

Para Pino Ojeda este nacimiento se produjo tras quedarse viuda, con apenas 22 años, durante la Guerra Civil Española, en marzo de 1939. Aunque no es hasta 1945 cuando publica sus primeros poemas, algo que hace en la revista tinerfeña Mensaje. Dos años después, su primer libro, su primer «hijo espiritual», Niebla de sueño, ve la luz. En 1953 logra el Primer Accésit del Premio Adonáis con su poemario Como el fruto del árbol. En 1956 el Premio Tomás Morales por La piedra sobre la colina.

Tal y como explica la investigadora, poeta y escritora Covadonga García Fierro en su artículo Pino Ojeda o la victoria del amor, el contexto en el que desarrolla su obra proporciona a su poesía un «tono nostálgico y dramático que entronca con el sentimiento existencial de posguerra». Para García Fierro, lo que diferencia a la escritora grancanaria de otros poetas de su época es que «en lugar de abordar las preocupaciones colectivas (la guerra, el sufrimiento, la pérdida) adoptando un discurso politizado o de reivindicación social, trata estos temas en primera persona, ahondando en la complejidad de su propio dolor».

Pino Ojeda.

Pino Ojeda. / LP/DLP

Para la investigadora, los rasgos más relevantes de la poesía de Pino Ojeda son además de este predominio de la primera persona, la aparición de «un sujeto en formación que se va construyendo», el lenguaje espontáneo, el uso de símbolos, la preferencia por los detalles, el uso del verso libre o el versículo y un «acercamiento progresivo a la oralidad». Y por otro lado, un núcleo de temas en el que predomina el amor, «un amor que conjuga el erotismo y el anhelo espiritual», en palabras de García Fierro.

Pino Ojeda no adoptó un discurso politizado porque no creía en la política. O así lo expresaba en la mencionada entrevista de junio de 1991: «Yo soy completamente apolítica. Cuando pinto o hago algo es que siento algo emotivo dentro de mí y ni los políticos ni la política me producen emoción alguna». En esta entrevista, el periodista Orlando Hernández, que describe la casa de la pintora como el taller de una alquimista —los movimientos del cuerpo entre sus cerámicas, libros y muebles antiguos—, también le pregunta por sus fuentes de inspiración. Para la poeta y pintora el poema es algo que «surge solo», sin ponerse ningún tipo de obligación. «Eso creo yo que es la inspiración», explicaba.

Además de ser una gran poeta por sí misma, Pino Ojeda también se rodeó de grandes voces de su generación, voces a las que le unía la amistad, tal y como ocurría con Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Carmen Laforet, Carmen Conde o Camilo José Cela. Amistades que desarrolla en parte entre Madrid y las Islas y cuyas plumas consigue juntar en Alisio. Hojas de poesía, revista que entre los años 1952 y 1955 reunió a muchos de estos nombres y en la que, entre pliegos poéticos e ilustraciones, aunó a la literatura y al arte plástico.

Precursora de lo abstracto

Además de ser pionera en la edición de la mencionada revista, Pino Ojeda llegó a ser la primera mujer en abrir y dirigir una galería de arte en Canarias y una de las primeras en exponer su obra en países como Suiza, Estados Unidos, Suecia, Alemania o Italia, con exposiciones individuales y colectivas.

Como cuenta García Fierro en un perfil de la artista, Pino Ojeda realizaba sola estos viajes, lo que no era tarea fácil: «Imaginemos lo que suponía, para una mujer canaria de los años cincuenta, viuda y madre de un hijo, llevar a cabo todas estas actividades culturales, realizando viajes internacionales en solitario cargando lienzos y materiales, además de desafiar las constreñidas normas de la dictadura franquista».

La gestora cultural Carmensa de la Hoz, también hace alusión a estas dificultades que tenían —y tienen— que hacer frente los canarios a la hora de exponer sus obras fuera de las Islas: «En la misma época expuso Pepe Dámaso y las obras no llegaron a tiempo. Se inauguró la exposición sin cuadros. Esas cosas nos pasaban a los canarios y nos siguen pasando», explica de la Hoz que también hace alusión a la «categoría humana» de Pino Ojeda: «Era una mujer directa, amorosa, amigable».

En la misma línea, habla su nieto: «Pino Ojeda fue una mujer emprendedora y valiente. Una de las pocas que pudieron traspasar las fronteras con su arte», declara Domingo Doreste, que además cuenta como «gracias a su madre, que quedaba a cargo de su hijo Domingo Doreste Ojeda, la artista Pino Ojeda pudo exportar sus sueños lejos de las fronteras de las Islas». Una mujer valiente ayudada por otra mujer que juntaba a los intelectuales de la época a su alrededor, que se hacía oír y que, como escribió la poeta Natalia Sosa Ayala en este periódico, es «la palabra dorada que trasciende, la voz que llega, limpia y contundente y a veces desnuda, al corazón de quien la escucha».

La próxima semana, el legado de Pino Ojeda viaja a Madrid de la mano de Domingo Doreste, Carmensa de la Hoz, Elsa López y Blanca Hernández. El lunes se inaugura en la sede de la Delegación del Gobierno de Canarias en Madrid la exposición Los Vientos Alisios de Pino Ojeda en Madrid, coordinada por De la Hoz, y además se presentará el primer poemario de la artista, Niebla de sueño. El martes 7 habrá una mesa redonda con el título Pino Ojeda en Madrid, y el lunes 27 de marzo se exhibirá el documental La habitación del fondo sobre la vida de la poeta y pintora en MK2 Cine Paz de la capital española.

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