El Centro de Arte La Regenta acoge los monográficos de dos artistas que han labrado a lo largo de los años una huella inconfundible dada su investigación y alcance profesional. Yolanda Graziani y Miriam Durango, de la mano de las historiadoras Laura Teresa Morales y Ángeles Alemán, reciben el reconocimiento de la sociedad canaria después de imponerse al sistema patriarcal con una crítica y un lirismo únicos.

La colisión de estos dos cuerpos celestes ya es inevitable. El magnetismo de los núcleos metálicos explotará y alumbrará los cosmos soñados por Yolanda Graziani y, entre las rocas y el polvo desprendido en mitad de la negritud del espacio, estarán proyectados las composiciones digitales de Miriam Durango, dos artistas con una amplia y larga trayectoria que han explorado tanto su psique como los marcos de la realidad en la que conviven. Su esencia, intrínseca a su obra, quedará enlazada a la Biblioteca de Artistas de Canarias como parte de la colección con la presentación de los tomos 73 y 74 a la sociedad canaria en la tarde del 7 de marzo en el Centro de Arte La Regenta.

De izq. a dcha., la historiadora Ángeles Alemán, la artista Miriam Durango, la historiadora Laura T. García y la pintora Yolanda Graziani, durante el homenaje a ambas artistas, ayer, en el Centro de Arte La Regenta. Tino Armas

La mítica colección alberga nombres como Luján Pérez, Pepe Dámaso, Manolo Millares, o Antonio Padrón, pero no fue hasta el año 1995 cuando se introdujo la firma de una mujer: la artista Lola Massieu. Después de ella, llegaría Carmela García, Maribel Nazco, Pino Ojeda, Carmen Arozena, Cristina Gámez, la recientemente fallecida Jane Millares Sall, Hildegard Hahn y, antes de estas dos últimas entregas, Pepa Izquierdo. Un total de 11 artistas femeninas frente a los 64 masculinos que se ha implementado en las últimas décadas con el afán de compensar la balanza en favor de la igualdad de género. La ocasión está enmarcada a las puertas del Día Internacional de la Mujer - 8M, aún así, las implicadas lo plantean como si fuera cualquier otra fecha puesto que la intención es reivindicar su presencia siempre.

Entre ellas, una de las pintoras más prolíficas y de mayor proyección del Archipiélago es Yolanda Graziani, quien vivió y creció en Teror junto a su familia después de dejar atrás Italia. El afán autodidacta la encumbró en el círculo de la época, aunque se mantuvieran los recelos entre sus compañeros cuando participó por primera vez y le otorgaron el Premio Conjunto Pintura en vez del gran logro de la Bienal Regional de Las Palmas. La historiadora Laura Teresa Morales la ha redescubierto mientras realizaba el estudio crítico del número 74 después de haber escrito el monográfico El sueño y el éxtasis del universo en un alma hace una década: "Yolanda es una de las tantas artistas que ha quedado más allá de los márgenes, bastante marginada y olvidada, entonces, retomar esa investigación con todo el material disponible nos habla de cómo ve el mundo y esa sensibilidad espiritual, de la importancia que daba a la necesidad de dar amor", explica.

Pintura de la artista Yolanda Graziani, protagonista de una nueva entrega de la Biblioteca de Artistas de Canarias. Yolanda Graziani

A través del archivo familiar ha accedido a cartas, escritos personales, poemas inéditos, diapositivas en las que ha encontrado piezas descatalogadas, tanto para reconstruir el ímpetu de una mujer que se mantuvo en la cúspide internacional durante más de veinte años y recibió el aplauso de la crítica como para encontrar los anhelos que la poseían. "Esto es construir un puzle totalmente despedazado en el que, primero, hay que ordenar y entender las referencias para hacer el análisis crítico y, a la par, descubrir cuál es el trasfondo verdadero y detonante de su obra". ¿Cuál? "Su entrega al cuidado de sus padres".

Ese amor desaforado hizo que mantuviera una fuerte dependencia hacia sus progenitores, que la acompañaban en sus largos viajes por Francia, Inglaterra, Japón, Hispanoamérica, tantas lenguas que sus cuadros hablaron, y por los que renunció a realizar una instalación conjunta con Salvador Dalí en Barcelona debido a que cayeron enfermos. Ese sacrificio que confiesa con cierta resignación en un documental que se estrenará el próximo 30 de marzo en el Teatro Cuyás movió sus decisiones vitales al mismo tiempo que quedaba atada al designio de su fe católica: "El arte la salvó, no curó sus patologías emocionales, pero sí creo que la salvó", reitera la investigadora. Su espíritu melancólico necesitaba de la belleza y comprensión infinitas del arte, como verdades incuestionables de su existencia.

Alejada de los marcos institucionalizados, pintaba no como un intercambio mercantil para subsistir, al contrario, ¡era su razón de vivir! La cartografía de la superficie lunar, las volutas de aire que atrapaba con el pincel, los relieves de las pompas térreas que atraviesan sus más de 2.000 piezas, los colores que transitan por los sentidos e intentan alcanzar el corazón del observador son, en definitiva, el producto de la pugna que habitaba. "La obra de Yolanda es una lucha contra los cuatro elementos, y cuando culmina consigue dominarlos y pone los pies en la tierra hasta que es zarandeada por otro impulso porque ella pinta según cómo se siente". Las coordenadas invisibles de la memoria hacen que Graziani vea este libro como una especie de carta que le envían sus propios padres. A sus 96 años, teje una estela de sueños aún por concluir que despiertan los paisajes de las futuras generaciones de artistas.

La efervescencia tecnológica

Al otro lado del teléfono, Miriam Durango está esperando a tomar el barco con dirección a Gran Canaria, en donde se realizará la presentación en el Centro de Arte La Regenta. Tinerfeña de nacimiento, la también gestora cultural ha recorrido el ancho mundo desde que viajara a Nueva York donde entró en contacto con el movimiento Neo-Geo a finales de la década de los 80, luego iría a Alemania, a Holanda, y así seguiría para empaparse de las influencias de otras culturas que le mostraban paradigmas inexplorados.

Con más de 30 años de trayectoria, los espacios expositivos del Instituto Cabrera Pinto y La Regenta acogieron una retrospectiva durante la pandemia que ha sido el último empujón hacia esta publicación que conforma la crítica de arte Ángeles Alemán. "Siempre me ha influenciado la curiosidad, por lo que he sido contemporánea al tiempo que me ha tocado vivir", tanto, que dio el salto de la pintura a la explosión tecnológica que abría la veda a un mundo insospechado a finales de los 90.

Visitó festivales, galerías, estudios, lugares en los que encontraba piezas únicas e inusuales que luego traía como comisaria a Canarias. Tiró del hilo que movía aquel impulso que le hizo volcar su imaginería en la vertiente digital y encontró el sustento: "Siempre me ha interesado muchísimo el estereotipo en el ser humano: cómo el individuo se deja condicionar y manipular por el entorno social y por unos patrones establecidos en vez de tener pensamiento propio", comenta. Esa crítica al sistema ha imperado en el laboratorio donde experimenta con imágenes, archivos, píxeles, voces y rostros en los que converge la lectura apasionada de una realidad que se transforma al segundo y una reflexión honda.

En sus últimos trabajos se ha tomado un respiro y ha observado con satisfacción lo que acontecía a su alrededor con la suficiente perspectiva para apreciar los cambios, "el formato y la técnica de recomposición del entorno real me ha permitido descubrir aquello para lo que tenemos tiempo de contemplar". Sin prisas, confiesa que "siempre ha habido más criterio de análisis social más que de recreación personal", tal y como planteaba en las series Erehwon (Nowhere), Jueces o Erótica - Cuerpo cognitivo, entre tantas otras como Members Only, Abstracción Geométrica o Una hora menos. Afincada en las Islas, su inspiración está en lo transgresor y plantea que en el territorio la evolución ha derivado en el aspecto conceptual del arte, "pero no en aquellas perspectivas más dinámicas y que quieren una mayor apertura al mundo artístico internacional".

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La pieza ‘Cuerpo cognitivo’, de Miriam Durango. M.D.

Su carácter, vivaracho y locuaz, henchido de vitalidad cuando se sabe artista a pesar de la dificultad, "te aporta una solidez a ti misma, inamovible, que te permite no dudar porque te llena", hace que, en vez de esperar al dictamen de la Bienal de Florencia, se fuera al aeropuerto. Corría el año 2018 y no tenía ninguna expectativa. Así, se enteró que había sido galardonada por la pieza digital Memorias de futuro cuando navegaba por internet. Una divertida casualidad y, a su vez, un motivo más para seguir creyendo en su obra. "La cuestión es trabajar, sentirte llena con lo que haces y dejar lo malo atrás". Acompañada por los suyos en este acto que acepta con orgullo, sigue pensando en los procesos que le quedan por investigar, como la concreción de un proyecto digital en el que desea deshacerse de los objetos físicos que la rodean. Eso sí, ante todo, "estoy disfrutando mucho". El tesón la guía.