Música

De Bruno a Camarón: las dos décadas prodigiosas en las que todo cambió

En 'Los 100 mejores discos del rock español de los 60 y 70', los valencianos César Campoy y Juan Puchades reivindican los álbumes que forjaron la "edad dorada" de la música española

De Bruno a Camarón: las dos décadas prodigiosas en las que todo cambió.

De Bruno a Camarón: las dos décadas prodigiosas en las que todo cambió.

Voro Contreras

El rock es (o debería ser), ante todo, diversión. Y bajo esa premisa, la de divertirse, la de "pasarlo bien", dos reconocidos periodistas musicales valencianos, César Campoy y Juan Puchades, se han unido para escribir 'Los 100 mejores discos del rock español de los 60 y 70'.

El título no da lugar al engaño: a lo largo de más de 270 páginas, Campoy y Puchades seleccionan de forma tan subjetiva como acertada una especie de canon de la música popular española que, pese a ese origen tan "hedonista", también tiene mucho de "operación rescate". "La idea fue poner en valor un periodo de la música que, poco a poco, se ha ido diluyendo, el de las décadas de los años 60 y 70 del rock español, extensible a cualquier otro género de la música popular -explica Puchades-. Parece que el pop en España hubiera comenzado en los años ochenta, y no. Hubo mucha y muy buena música en las décadas anteriores, muy arriesgada en muchas ocasiones". "El origen de casi todo está en aquellas dos décadas", añade Campoy.

Así, junto a nombres tan recordados (y, ay, escasamente escuchados) como los del Dúo Dinámico, Los Brincos, Los Bravos, Miguel Ríos, Ramoncín, Orquesta Mondragón, Las Grecas, Tequila o el valenciano Bruno Lomas, 'Los 100 mejores discos' recupera los trabajos de artistas hoy olvidados como Almas Humildes, Taranto’s, Alacrán, El Luis, Ia-Batiste, El Eructo del Bisonte o los valencianos Modificación, Cotó-en-Pel o Mediterráneo. Por eso, el libro tiene un evidente sentido reivindicativo, el de "intentar que no se pierda parte del legado sonoro de nuestra música, en este caso del rock, que ofreció a lo largo de esos dos decenios una variedad estilística tremenda, desde los orígenes, apegados al rock and roll de los pioneros, pasando por el beat, el rhythm and blues, el garaje, el soul, la incorporación de sonidos netamente hispanos, el progresivo, el rock con raíces, etcétera", asegura Puchades.

"En el caso valenciano, me resulta tremendamente preocupante y triste, y esta es una característica que también une a todos los referentes que aparecen en el libro, que la mayoría del público desconozca, y no reconozca, esta impecable labor de artistas que abrieron y descubrieron muchos caminos cuando no resultaba nada sencillo hacerlo", añade Campoy. "Es algo impensable en sociedades como la norteamericana, la inglesa, la francesa, la sudamericana… -se queja- El rock es cultura, y dejar que todo aquel legado se desvanezca nos convierte en un colectivo nacional más pobre".

Nueve discos valencianos

Entre estos cien mejores discos del rock español de los 60 y 70 figuran nueve valencianos: los homónimos de Los Huracanes, Los Pepes, Modificación y Eduardo Bort, el ‘Canta en directo’ de Bruno Lomas, el ‘Brossa d’ahir’ de Pep Laguarda i Tapineria, el ‘Holocaust’ de Cotó-en-pel, el ‘Tabarca’ de Mediterráneo y el ‘Humitat relativa’ de Remigi Palmero.

Si algo tienen en común estos artistas, indica Campoy, es que grabaron discos "de mucha calidad, trascendentales en la historia de nuestra música, y que, pese a que para los expertos siguen siendo, en algunos casos, verdaderas obras de arte, para la mayoría de los mortales han caído en el olvido más absoluto".

Y además de buenos, estos artistas solían ser valientes. Los Huracanes fueron unos privilegiados de la época ya que lograron que la EMI les permitiera publicar un elepé (algo muy poco habitual en aquellos años), además, compuesto, únicamente, por composiciones propias, sin versiones. Y también la de Los Pepes es una joya compuesta de temas propios, que inexplicablemente apenas tuvo repercusión pero que vale mucho la pena descubrir. Y qué decir del 'Canta en directo', de Bruno Lomas: el primer disco grabado en vivo por un rockero en España, y uno de los primeros de Europa.

"En los setenta, esa calidad se incrementa tremendamente -asegura Campoy-. Todos los representantes valencianos de aquella década, que aparecen en el libro, publicaron trabajos reconocidos, incluso, internacionalmente". Sin ir más lejos, recuerda el autor, ahí está elepé de Eduardo Bort, una obra maestra del rock progresivo, alabada por expertos de todo el mundo, y cotizadísima en el mercado del coleccionista. "Le siguen, de cerca, el atrevimiento de Modificación, y la originalidad de Tabarca, Cotó-en-Pèl y, por supuesto, Remigi Palmero, único e irrepetible. Muchos de estos discos huelen a Mediterráneo. Esto también les une. Mención aparte, por supuesto, otra creación supina: el 'Brossa d’ahir', de Pep Laguarda & Tapineria".

Campoy y Puchades no tienen dudas de que estos cien discos -más la 'bola extra' en forma de ‘La leyenda del tiempo’ de Camarón- permite definir a las décadas de los 60 y 70 como una "edad de oro" de la música española. Los sesenta, indica Campoy, marcan "el inicio de todo": de la popularización del rock y, posteriormente, del pop, el beat, el folk rock, la psicodelia, lo progresivo…

"Con Los Brincos, la industria musical española moderna alcanza su mayoría de edad, descubre nuevos horizontes basados en la profesionalidad, la mercadotecnia, la posibilidad de mirar a mercados internacionales…", explica el periodista. Definitivamente, esa industria discográfica "mira a un nuevo público, el joven, que pronto se convertirá en su principal objetivo. Los ritmos foráneos son importados y, en muchos casos, adaptados a nuestra realidad por conjuntos como Pekenikes, Los Relámpagos o los propios Brincos en aquel celebérrimo ‘Flamenco’".

En los setenta, añade, la profesionalización es absoluta, y la tremenda calidad de muchos de aquellos discos así lo atestigua. "El grado de libertad creativa nos brinda referentes eternos que han influido en generaciones posteriores: de la tremenda hornada de rock flamenco, a la escuela catalana de Pau Riba o Sisa, pasando por los representantes del sonido Torrelaguna, los inicios del rock duro y del punk…". "El origen de casi todo -recuerda de nuevo Campoy- está en aquellas dos décadas".

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