La escritora Aida González Rossi trae su 'Leche condensada' a la Casa-Museo Pérez Galdós

La autora tinerfeña protagoniza el próximo encuentro del ciclo de escritoras en la sede galdosiana este jueves 8 de junio, a las 19.00 horas

La escritora tinerfeña Aida González Rossi.

La escritora tinerfeña Aida González Rossi.

Nora Navarro

Nora Navarro

Una novela que se saborea como un poema largo y salvaje, que se atraganta y regurgita en los silencios y violencias atorados en la infancia, que duele y mancha las manos porque no sales indemne, aunque su voz en primera persona articule los capítulos como una partida de Pokémon. Su título es Leche condensada (Caballo de Troya, 2023) y sus ingredientes constituyen el debut narrativo de Aida González Rossi (Santa Cruz de Tenerife, 1995), autora de los poemarios Deseo y la tierra (Cartonera Island, 2018) y Pueblo yo (Libero Editorial, 2020).

La escritora y periodista, una de las voces literarias en ebullición en el panorama isleño y nacional, aterriza este jueves 8 de junio en Las Palmas de Gran Canaria como protagonista del ciclo Escritoras en la Casa-Museo Pérez Galdós. La entrada al acto es libre hasta completar aforo.

Leche condensada vio la luz el pasado febrero y fue el primer título a cargo de Sabina Urraca como editora invitada del prestigioso sello Caballo de Troya. «Leche condensada abría la colección con una historia que te revienta en las manos como un dulce podrida», explicó Urraca en esta entrevista durante el lanzamiento de la novela, que coincidió con su propia comparecencia en el citado ciclo que protagoniza esta semana González Rossi. 

«He conocido a pocas escritoras tan valientes como Aida. Es una novela que como primer libro es una auténtica declaración de intenciones, como si estuviese diciendo: este es mi juego, no pienso dejar de jugar», añadió.

«He conocido a pocas escritoras tan valientes como Aida", afirma Sabina Urraca, editora de 'Leche condensada'

La trama de la novela se enclava en el Médano, al sur de Tenerife, en ese espectro de nebulosa, ansiedad y víscera que enmarca el paso de la infancia a la adolescencia, y que se manifiesta en todo el cuerpo. «Bajo tus botones, un dolor», escribe su protagonista, Aída, con tilde, porque los juegos y búsquedas de la identidad y la escritura siguen y rompen las mismas normas que el lenguaje. En este sentido, Leche condensada acontece en la línea de puntos entre callar y nombrar, desanudarse y gritar, perder y crecer. Aida recorta esa línea de puntos para dar forma a un estilo propio de narrarse, pulverizando las fronteras entre lo que se piensa, se habla, se escribe y se vomita, desde la disección más escatológica a la imagen más poética.

«Aída lo sabe ahora: hay tristezas que no son lentas. Ni dan frío. Ni pintan la voz de azul. No las arrastras como si hubieras llenado la mochila con todas las piedras bonitas del terraplén. No te abrazas a ellas hasta que enfondas la cama. No te las estriegas para convertirlas en una piel de jabón a través de la que, aunque te toquen (aunque te claven las uñas para intentar engrifarte los pelos), no sientes nada: nada de nada. Porque a veces no. A veces corres. Y quemas. Y sudas, a veces», escribe en el capítulo Velocidad Extrema, que se refiere a "un ataque pokémon de tipo normal". 

Portada de 'Leche condensada', primera novela de Aida Gonzalez Rossi.

Portada de 'Leche condensada', primera novela de Aida Gonzalez Rossi.