Óbito

Muere Françoise Gilot, artista que amó a Picasso y escapó de su sombra

La artista conoció al pintor malagueño en 1943, cuando ella tenía 21 años y él 61

Françoise Gilot y Pablo Picasso.

Françoise Gilot y Pablo Picasso.

Idoya Noain

Françoise Gilot, artista de notable carrera cuyas obras cuelgan en más de una docena de museos, incluyendo el Metropolitan y el MoMA de Nueva York y el centro Pompidou de París, escritora y durante una década pareja de Pablo Picasso, con quien tuvo dos hijos, Claude y Paloma, ha fallecido este martes en un hospital de Manhattan (Nueva York). 

Su muerte a los 101 años ha sido confirmada a ‘The New York Times’ por Aurelia Engel, otra hija que tuvo en un breve matrimonio con el artista Luc Simon, que ha informado de que Gilot arrastraba problemas pulmonares y cardíacos.

El fallecimiento ha vuelto la mirada hacia una artista por mérito propio, que amó a Picasso apasionadamente y a los 21 años, 40 menos que él, después de conocerlo en 1943 en el restaurante Le Catalan de París, se entregó a una relación que en una ocasión ella definió como “una catástrofe que no quería evitar”.

Fue una relación llena de amor, pasión y también turbulencias. Gilot fue la única mujer que abandonó al pintor español. Y fue alguien que se demostró determinada a escapar de la alargada sombra del genio y capaz de conseguirlo. Lo hizo además tomando las riendas de su propia narrativa, especialmente con la publicación en 1964 del libro ‘Vida con Picasso’, que escribió con Carlton Lake. La obra, base fundamental de la película ‘Sobrevivir a Picasso’, fue un éxito de ventas, pero enfureció tanto a Picasso como para que intentara (sin éxito) evitar su publicación en Francia y acabara rompiendo definitivamente los lazos con ella y sus dos hijos.

Amor y arte

Gilot había nacido en el seno de una familia próspera en Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París. Rompió con los deseos de su autoritario padre de dedicarse a la ciencia o el derecho y tras estudiar literatura y filosofía en París y en Cambridge entró en el mundo del arte. Gilot, que había cogido su primer pincel a los 3 años, ya había expuesto en París para cuando conoció a Picasso, que abandonó a Dora Maar por ella.

Se abrieron así 10 años de amor y de arte, años en los que ambos crearon y en los que ella se relacionó con todo el círculo de Picasso, incluyendo a Matisse, Giacometti, Chagall, Braque... En una ocasión dijo que ellos le ayudaron a crecer y a ganar confianza. “Me di cuenta: si ellos son tan grandes, entonces yo no soy tan pequeña”, explicó una vez. “Los leones se aparean con leones, no se aparean con ratones”, dijo en otra ocasión.

Fueron también años en que ella fue testigo personal del problemático trato de Picasso hacia las mujeres, que en los últimos años ha reavivado el reexamen de la figura del autor del 'Gernika'. Y aunque Gilot lo definió como alguien de “gentileza extraordinaria”, también en su libro recordó que él trataba a las mujeres como “diosas o felpudos”. Rememoró, además, episodios oscuros, como una vez que él le acercó un cigarro para quemarla, u otra en que le dijo que ella no contaba para él más que el polvo que se acumulaba sobre una pila de desperdicios, a lo que ella replicó. “La diferencia es que soy el tipo de polvo que no gusta de ser barrido, el tipo que se va cuando quiere”.

Cuando decidió romper la relación y se lo anunció él le dijo: "¿Crees que alguien va a interesarse por ti? Jamás lo harán sólo por ti: incluso si piensas que la gente te aprecia, será solo una especie de curiosidad que tendrán por una persona cuya vida rozó la mía tan íntimamente". Pero se equivocó.

Gilot, con su propio estilo colorista abstracto, siguió pintando. Escribió. Siguió también amando. Tras el breve matrimonio con Simon Gilot conoció y se casó con Jonas Salk, el virólogo que contribuyó a erradicar la polio. Se mudó con él a California, donde luego llegó a presidir hasta 1983 la cátedra de Bellas Artes de la Universidad del Sur de California.

El año pasado, en una entrevista que ofreció al 'Times', Gilot explicó a la periodista: “Como mujeres jóvenes se nos enseñó a quedarnos calladas. Se nos enseñó desde temprano que quedarse en segundo lugar es más fácil que en primero. Te dices a ti misma que está bien, pero no está bien. Es importante que aprendamos a expresarnos, a decir qué es lo que nos gusta, qué queremos”. Ella lo hizo.

 Aunque perdió la visión del ojo izquierdo, siguió pintando hasta que fue nonagenaria. Y hace un año logró por fin que uno de sus cuadros, un retrato de su hija Paloma con una guitarra, superara el precio de un millón de dólares en una subasta.

 “Si quieres vivir de verdad tienes que arriesgar vivir en el límite, si no la vida no merece la pena”, dijo en una ocasión Gilot. “Cuando te abres al riesgo también experimentarás cosas malas pero principalmente aprenderás mucho y vivirás y entenderás más y más. Más importante, no te aburrirás. Lo peor es aburrirse”.