Entrevista

Pablo Alborán: "Ahora me siento más humano que nunca"

Conforme pasan los años, el músico va abriendo la escafandra en la que se escondió tras su abrupta irrupción en el mundo de la música

Muy agradecido a los fans que lo han colocado donde está, Alborán es a sus 34 años un chaval normal que, según comparte, "necesita vivir" para contar lo que siente en sus canciones

Pablo Alborán.

Pablo Alborán.

Amparo Barbeta

Desde hace días se escucha cantar a muchos fans las canciones de Pablo Alborán alrededor de la Plaza de toros de València. Así, al raso, aguardan al momento del concierto. Buscan, si eso es posible, ver de cerca a su ídolo. Desde hace meses, no quedan entradas. Este éxito, Pablo Alborán, lo relativiza.

La gente durmiendo al ras y las entradas agotadas casi desde el día que se anunció el concierto. ¿Te genera un plus de responsabilidad?

Pienso que vivimos un momento en el que es muy difícil que pase eso. Estoy súper agradecido por el hecho de que la gente pague una entrada y quiera apostar por mi música en directo. Mi intención es ofrecerles pasar un buen rato. Siento mucho agradecimiento y responsabilidad. Por eso me cuido mucho para estar en los conciertos al 200% y que la gente intente flipar con lo que hacemos.

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¿Los conciertos te dan subidón?

El subidón me da, sobre todo, en la preparación de la gira. Para mí son momentos de incertidumbre, nervios, emoción y, sobre todo, de muchas ganas por ver la respuesta del público. Soy de sentir muchos nervios por no querer defraudar y por intentar mejorar en cada concierto. Cuando arranco me gusta tenerlo todo controlado, aunque el público siempre es el que te da ese punto de incertidumbre y emoción. 

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¿La cuarta hoja, tu último álbum, es sinónimo de felicidad?

Es un disco muy vitalista y positivo. Un disco que ha llegado casi sin querer porque estaba de gira de teatros, estaba viajando por Latinoamérica, se estaba reactivando tras la pandemia un poco toda la vida profesional, y era como un momento muy positivo. La gira de teatros se agotó en cuestión de horas por el mundo y pensé que eso era la felicidad. Eso es lo que me motivó para seguir escribiendo; el estar contento y darme cuenta de lo importante que es no rendirte nunca y seguir trabajando. Y así me salió este disco, hecho en mitad de aviones, en mitad de entrevistas y en mitad de países. Quizás por eso es un disco muy positivo. 

¿Te consideras un contador de cosas?

Cuento lo que siento y lo que yo siento lo siente mucha gente. Soy un chaval de 34 años normal y corriente. Yo cuento historias y, algunas me han pasado, y otras les han pasado a otros.

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¿Qué te pide el cuerpo contar ahora?

Estoy absorbiendo un poco lo que me pasa, asimilándolo, disfrutándolo y viviéndolo. Escribo sobre lo que vivo y por eso necesito vivir. Si no salgo de mi zona de confort, si no salgo de casa, si no me pasan cosas, no tengo nada que contar. Ahora estoy en un momento de recoger un poco la siembra y de barbecho para alimentar un poco mis experiencias. 

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¿Compartir tus inquietudes te convierte en más vulnerable o te ayuda a desahogarte?

Las dos cosas. Es verdad que en mis canciones soy un libro abierto, y esa es una manera de desnudarme, de mostrar como soy. Cuento lo que me duele, lo que me gusta, lo que me hace daño, que me enamora o que me gustaría que pasara en mi vida o no quiero que vuelva a pasar. Todo, absolutamente todo, está en las canciones. Pero eso también es un desahogo y una manera de celebrar. Yo pongo las cartas sobre la mesa. Es mi forma de comunicarte.

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Quizás esa verdad es la que te une tanto a sus fans.

Ese es el objetivo.

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Cuando, como ha contado Alejandro Sanz, se comparte su problema como una necesidad vital, ¿te agobia que luego te pregunten por ello?

Soy partidario de separar lo personal de lo profesional, pero eso se lo tendrías que preguntar a él. Respecto a contar lo que me pasa, todavía no he estado en ese punto. Cuento a través de mis canciones o de decir cosas puntuales pero no tristes, no cosas malas. Yo separo pero entiendo que uno tenga ganas de gritar a los cuatro vientos lo que le duele o cómo está. O, simplemente, mostrar la normalidad de que somos de carne y hueso. En el caso de Alejandro, si así lo ha sentido, adelante. Él lleva muchos años y sabe las consecuencias que tiene el hecho de abrirse de esa manera.

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En un mal día, ¿sales al escenario y te olvidas de todo?

Es mi terapia y mi trabajo. Respeto mucho esta profesión y respeto mucho al que ha pagado una entrada . También, a veces, es una canallada porque uno no siempre está bien, pero el que paga no tiene que saber que tu estas mal porque, por ejemplo, se te ha muerto el canario. ¿Me explico? Tengo la suerte de que amo mi profesión y que, cuando canto, desconecto y me creo una burbuja en donde el resto del mundo me da igual y mis problemas desaparecen. En el escenario, a través de mis canciones, cuento mis problemas o lo que me hace daño y lo que me gusta o lo que me hace feliz.

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¿Qué canción espera escuchar de ti la gente que va a tus conciertos?

Ostras, supongo que 'Solamente tú'.

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¿Te ha tentado no cantarla?

Mucha gente me ha preguntado si estaba hasta el gorro de cantarla pero intento sentir que, cada vez que la canto, es la primera vez que lo hago para no caer en la monotonía y en el coñazo. No soy la misma persona que hace 13 años. Intento aportar mi presente a canciones de hace mogollón de tiempo. Pero me encanta que la gente siga queriendo escuchar canciones antiguas. No obstante, las voy refrescando un poco. Es bonito subirte a un escenario y ver cómo la gente lo canta todo. Es una pasada.

De toda la liturgia de un concierto, ¿qué es lo que más te gusta?

Me gusta la empatía que se crea con la gente. Hay un algo que no se puede tocar ni definir. Intentamos que el espectáculo, la música o los acordes sean sublimes y yo trato de dar lo mejor de mi, pero hay algo que supera todo eso y solo lo crea el público. Tú puedes tener a cinco personas cantando y desafinando muchísimo, pero si se va uniendo gente, el conjunto de voces suena afinado. Eso es mágico.

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¿Y, ante miles de personas, te sientes el rey del mundo?

Guau! No quiero parecer pesado, pero yo lo que siento es mucha gratitud. Ahora me siento más humano que nunca.

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¿Ese Pablo Alborán ‘humano’ baja la basura o va al supermercado a comprar?

Mi vida es muy normal. He pasado muchas épocas encerrado o, mejor dicho, sin hacer tanta vida cotidiana, pero ahora necesito normalidad. Necesito salir, ir al cine, salir por Madrid con mis amigos, ir de copas, ir a la compra, pasear con mi perro o hacer deporte.

Me reto mucho a mí mismo, mucho, mucho

Decía Raphael hace unos días: ‘ Todavía tengo tiempo de llega a ser un gran artista, esa es mi meta’. ¿Qué opinas?

Yo me reto mucho a mí mismo, mucho, mucho. Vivimos un momento en el que todo va muy rápido. Eso tiene cosas buenas y malas. La buena es que te permite hacer cosas diferentes y, si algo no funciona, tener la oportunidad de hacer otra cosa y cambiar el rumbo. Ahora es interesante el poder trabajar con más artistas y, la forma de componer, también es más dinámica. La rapidez hace, a veces, que se pierda la magia. Me gusta retarme a hacer cosas diferentes para que, así, la gente poco a poco me vaya conociendo.

"Yo también encasillo a los artistas"

En un mundo en el que todo lo etiquetamos, últimamente, colaboras con artistas con los que tienes poco en común.

La gente encasilla y es normal porque yo también encasillo a los artistas sin querer, porque somos humanos. Pero uno tiene la oportunidad de desligarse. Intento que las canciones tengan su identidad y su trabajo detrás. Cuando hablaba de rapidez, me refería a la hora de poder probar cosas diferentes y de tener acceso a artistas que a lo mejor no son súper mega tops ni pertenecen al mainstream a lo bestia, pero recibes muchos inputs y, si te tomas el tiempo de analizarlos y motivarte, eso te permite hacer cosas distintas. Más que hacer prueba y error, yo intento sacar cosas en las que confío. En una semana me he podido reunir con seis compositores, seis músicos y encerrarme en un estudio y hacer cosas que no tienen por qué salir, pero sí que son interesantes. Lo importante es coger el lado sano del momento.

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¿Estás en uno de tus mejores momentos?

De hecho esta mañana lo estaba pensando. Es uno de los momentos en los que más feliz estoy. La pandemia fue muy dura. Estoy viviendo un momento de gran libertad creativa, de diversión, y de sentir que todo puede ser posible.

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